Juegos de azar, de palabras, y…de hechos

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 Iñaki Urdanibia

«Una tirada de dados no abolirá jamás el azar»

                   Stéphane Mallarmé

Hay escrituras realmente singulares que se salen de los cánones al uso, en especial si nos referimos a los temas tratados y al efecto de tensión y sorpresa que provocan sus historias. No resulta objeto de duda que J.Á. González Sainz (Soria, 1956) puede ser incluido con todo derecho y de manera destacada en este tipo de obras y autores singulares. He solido seguir al autor tanto en sus intervenciones en la necesaria revista que fundó, Archipiélago, como en algunas de sus obras, desde aquellos Los encuentros de 1989, a Un mundo exasperado con la que se le concedió el Premio Herralde de Novela 1995. Ahora leo su «Por así decirlo». En esta novela el escritor entrega varias situaciones un tanto, o muy, disparatadas que pillan a los protagonistas a contrapié, siendo arrastrados más allá de su voluntad o deseo. No me parecería justo calificar sus historias de meros divertimentos ya que éstas contienen miga, mucha, y ello tanto en lo que hace a la libertad, las buenas maneras, que a veces conducen a evitar ser asertivo, y la importancia de las palabras y dichos usados. Si el otro, dicen que decía, Demócrito, que «todo cuanto existe es fruto del azar y la necesidad», en las historias que se narran en el libro domina más lo primero ya que los planes proyectados por los protagonistas se ven modificados contra su voluntad, viéndose arrastrados a situaciones inesperadas y en algunos casos nada agradables.

La tensión asoma y va creciendo en algunos de los cuentos presentados: así en El acontecimiento quien asiste a un concierto, junto a su familia, en la plaza pública de la población en la que habitan ve que el escenario se ve invadido por un espontáneo que va sustituyendo al director de orquesta gesticulando, ante el pasmo de éste, y la extrañeza del público que al cabo de un rato se convierte en alborozo ante el expresivo espontáneo. En el otro, Echar los dados, un hombre sale dispuesto a participar en la ceremonia de una tirada de dados, cuando un caballero, por decirlo así, en el propio portal de la casa, le empuja y le arrastra literalmente a ciertas estancias del lugar que ni conocía; la educación va a hacer que a pesar de sus disgusto, no se oponga y no use maneras tajantes que es lo que su mente le exigía…levado de una lado para otro, convertido, en mero ayudante de la voluntad del otro, llegará tarde a la sesión o ceremonia en la que había proyectado participar y para que había salido de casa, lo que no quita para que al final llegue y participe en el singular evento que bien pudiera ser tomado como un espejo de ciertos modos de funcionamiento de algunas consultas sociales…Si en estos dos, González Sainz muestra una capacidad imaginativa de hondo calado, no le va a la zaga su destreza a la hora de ir añadiendo fichas al rompecabezas que monta, suministrando los tiempos del desarrollo de las historias en las que aumenta la tensión, en unos pasos encadenados que rebosan coña marinera, en la penúltima historia, Como obedeciendo a un recóndito compás (el color del cristal con que se mira), somos introducidos en un departamento de un tren en el que viajan dos mujeres asiáticas, que por sus edades y parecido, da la impresión que son madre e hija, que van comiendo pipas; iba enfrente una joven delgada que leía, y, por supuesto, el narrador. Las toses de las comedoras compulsivas de pepitas, sorprenden e incomodan de pronto a los otros viajeros…no seguiré, pero lo que parecía antojarse como motivo de bronca , ya que parecía que las cosas iban de mal en peor, provoca, al final, unas relaciones sorprendentes. Por último, en Aunque haya siempre quien se imagine otra cosa, con la distancia neutra de un avezado notario se narra el dominio, super-organizado que ejerce una pareja con los peces de su pecera.

Francamente las historias que incluye el libro atrapan y hacen que la lectura se despliegue en un creciente descoloque ante las situaciones chirenes en que se ven envueltos los personajes, contagiándose al sorprendido lector que, inevitablemente, moverá sus meninges en busca de interpretación de este muestrario de comportamientos de ese extraño animal que es el hombre, y la mujer.

Por Iñaki Urdanibia para Kaosenlared
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