¿Es posible hacer lo mismo durante dieciséis años consecutivos y esperar resultados diferentes? ¿Quiénes han sido perjudicados por la ineptitud en la formación de egresados? Estas son preguntas que deberían responder quienes han dirigido la Facultad de Ciencias de la Educación (FCE) durante tanto tiempo, sin lograr resultados positivos.
Mientras se debate una reforma de los planes de estudio en la FCE, el Plan 14, anticuado y obsoleto, fue descartado. Sin embargo, únicamente se cambiaron los números de las asignaturas, despojando a la Escuela de Filosofía, entre otras, de su espacio esencial para el pensamiento crítico de los futuros licenciados. Los contenidos siguen siendo de la primera mitad del Siglo XX. Se espera resistencia e incluso boicot por parte de las mentalidades más conservadoras dentro del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (MESCYT). A este proceso se le denominó irónicamente «numerología». Un bromista en los pasillos de la FCE comentó: «Ni las sotanas conservadoras incrustadas en los cerebros rancios del ministerio, próximo a desaparecer, se salvarán». «Ojalá sea así», exclamó una profesora, pidiendo que no se mencionara su nombre.
Nuestro sistema educativo enfrenta un problema profundo: estamos en el último lugar en las pruebas PISA en lectura, escritura, ciencias y matemáticas. Aunque, eso sí, hemos «mejorado» hasta el penúltimo lugar. Nadie asume la responsabilidad; se echan la culpa unos a otros. El Ministerio de Educación (MINERD) le pasa el problema al MESCYT, que con su ineficiencia parece destinado a desaparecer.
Los docentes señalan que los problemas vienen de lejos, desde que Ligia Amada Melo, ministra de Educación durante los veinte años de gobierno del Partido de la Liberación Dominicana, implementó la política de que ningún niño reprobara, sin importar si sabían leer o escribir en los primeros tres años. Tampoco se puede expulsar a un alumno malcriado, aunque llegue a agredir a sus profesores.
El MESCYT no supervisa la formación de maestros en institutos y universidades, y las deficiencias de los educandos al ingresar a la universidad son alarmantes. Muchos de los profesionales egresados carecen de conocimientos en geografía, filosofía, matemáticas, ciencias o economía, lo que evidencia un déficit en su capacidad para razonar y pensar críticamente. Con estas carencias, es difícil que puedan construir cultura en los estudiantes, que es, en esencia, el objetivo de la educación superior.
La ineficiencia del MESCYT ha llevado al presidente de la República, Luis Abinader, a proponer la unificación de los ministerios de educación en una sola entidad, como ocurría antes. Sin embargo, los viejos políticos y los eternos aspirantes a viceministros ya están haciendo cábalas sobre qué podrían obtener de esta reorganización.
El actual ministro del MESCYT, Franklin García Fermín, ha sido criticado por otorgar becas sin planificación alguna para el desarrollo del país. Profesores consultados afirman que debería haber al menos cuatro mil dominicanos estudiando Matemática Industrial, Estadística Computacional, Matemáticas Puras y Ciencias como Biología o Biociencias Moleculares, entre otras. Asimismo, deberían fomentarse disciplinas como Literatura, Filología y Lingüística Española.
Franklin García Fermín, ministro del Ministerio de Educación Superior, Ciencia y Tecnología
En la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), García Fermín es acusado de estar en campaña política permanente, promoviendo candidatos para las elecciones estudiantiles y los organismos de cogobierno universitario, como rector, vicerrectores y decanos. Esta situación ha generado críticas de que descuida sus responsabilidades.
Desde su creación, el MESCYT ha sido ineficaz, una institución burocrática que no ha cumplido con su misión de elevar la calidad de la educación superior en el país. La Ley 139-01, que lo creó, fue impulsada por sectores que buscaban privatizar la UASD y eliminar su Fuero y Autonomía, lo que ha resultado en una profunda traición al legado de la universidad pública.
Hoy, aquellos que apoyaron esta ley no se atreven a criticar sus errores. En lugar de ello, se dedican a luchas internas en la UASD, mientras las redes sociales se inundan de candidatos a rector, vicerrectores, decanos y directores de escuela, a dos años de las elecciones. Las distracciones en las aulas y centros de trabajo son notables, con empleados y estudiantes en constante campaña por la dirección de gremios.
En un viaje por Europa, pregunté a profesores sobre las cooperativas y facilidades de préstamos a docentes. En España, Holanda e Italia, apenas entendían la pregunta. Un profesor del País Vasco, entre risas, comentó: «Ustedes, los del Trópico, son muy graciosos».
El profesor Micíades Díaz Santil denunció hace varios años la existencia de más de 120 agrupaciones en la UASD, la mayoría autodenominadas de izquierda, todas buscando su parte del presupuesto de la universidad.
¿Es posible pensar en lo que realmente conviene a la Alta Casa de Estudios al momento de modificar su Estatuto Orgánico? ¿Por qué se sigue evitando discutir la Ley 139-01? El ministro fue uno de los neoliberales que apoyó la eliminación del fuero y la autonomía universitaria, algo que costó sangre, sudor y lágrimas a los precursores del Manifiesto de la Federación de Estudiantes Dominicanos.
Es necesario recuperar el Fuero y la Autonomía presupuestaria, así como garantizar que la liberación de los fondos sea gestionada desde el Ministerio de Hacienda.
¡Dejemos de depender de las dádivas del gobierno y asumamos el control de nuestro futuro!
Por Mayobanex Mueses, Profesor de la UASD
Mensaje difundido bajo la protección del Art. 19 de la Declaración de Derechos Humanos, que señala: «Todo persona tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión». Asamblea General de la ONU a 10.12.1948.
