La revista cientifica señala «estrategia Covid-Cero» de algunos paises orientales como la vía para vencer al coronavirus
El artículo de la prestigiosa revista científica «The Lancet» que reproducimos aquí, en realidad no descubre nada nuevo, sino que corrobora todo aquello que el simple sentido común nos venía indicando casi desde el principio de la evolución de la pandemia. El artículo de «The Lancet» ratifica científicamente lo que desde diferentes tribunas, la mayoría de ellas científicas (…).
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL
El artículo de la prestigiosa revista científica «The Lancet» que reproducimos a continuación, en realidad no ha descubierto nada nuevo, pero viene a corroborar todo aquello que el simple sentido común nos venía dictando desde casi desde el mismo principio de la evolución de la pandemia.
El artículo de «The Lancet» ratifica, pues, todo aquello que desde diferentes tribunas, la mayoría de ellas científicas y acreditadas, se venía enfatizando muy escaso éxito, por cierto.
Pone, además, de manifiesto que la reiteración de las diferentes «oleadas» pandémicas tiene responsables políticos, con nombres y apellidos. Pero sobre todo tiene «irresponsables» económicos que escondidos tras sus medios de comunicación y sus patronales, que de forma harto perseverante han estado presionando para que la gente volviera el trabajo, impidiendo de esta forma que sus tasas de beneficios se vieran afectados, aunque con ello millones de personas tuvieran que arriesgar sus vidas y las de los suyos.
Pero esa responsabilidad resulta aún más lacerante cuando en la aplicación de estas políticas, en calidad de corresponsables, han sido protagonizadas también por organizaciones sindicales, políticas y sociales, cuyos dirigentes, bien encajados en sus poltronas institucionales, han omitido con su silencio llamar a la población a la movilización para impedir las suicidas y sucesivas «estrategias de apertura», que han terminado conduciendo a lo que sin exageración alguna, con toda propiedad hoy tendríamos que calificar como un auténtico «genocidio», ejecutado en aras de que las pérdidas económicas de la gran patronal hotelera no se incrementaran.
La experiencia de algunos países ha demostrado, sin embargo, que la salud y la vida están indisolublemente unida a la economía y al bienestar colectivo de la sociedad, como acertadamente enfatiza el artículo de «The Lancet» .
La óptica obtusa y criminal de quienes han puesto sus intereses por encima de la vida, ha acabando, finalmente, con una y con otra.
POR RICHARD HORTON, THE LANCET
Mientras muchos países siguen luchando contra una tercera ola de Covid-19 – Hong Kong está sufriendo su cuarta ola, y contempla una quinta y una sexta–, todos los gobiernos y autoridades de salud pública tendrán que permanecer abiertos a nuevas ideas para controlar la pandemia.
La semana pasada, Ilona Kickbusch, directora fundadora del Centro de Salud Global del Instituto Universitario de Estudios Internacionales y del Desarrollo de Ginebra, compartió una propuesta que se está debatiendo ampliamente en Alemania. El enfoque, ideado por un grupo de clínicos y académicos, que además de Kickbusch incluye a Melanie Brinkmann, Michael Hallek, Matthias Schneider y otros, es una “estrategia Covid-Cero”.
Su plan consta de tres elementos, basados en el doble objetivo del Covid-Cero y la creación de zonas verdes libres de virus. En primer lugar, una rápida reducción del número de infecciones a cero. En segundo lugar, evitar la transmisión o reintroducción del virus mediante rigurosos sistemas de prueba, rastreo y aislamiento, así como restricciones a los viajes locales. En tercer lugar, la gestión rápida de los brotes, si se producen nuevos casos de COVID-19 de forma esporádica.
La experiencia de varios países de Asia oriental demuestra que la eliminación completa es la menos perjudicial para la sociedad. Cada contagio es un contagio de más.
La propuesta alemana recomienda un enfoque regional: cuando la incidencia de la infección en un área cae a cero, la región debe ser declarada zona verde. Deben imponerse estrictas restricciones de contacto y de viaje en torno a esta zona, con sólidos protocolos de prueba, rastreo y aislamiento. La motivación individual y el consenso social para apoyar este plan –un objetivo colectivo para toda la población– serían fomentados mediante la comunicación diaria con el público.
Los mensajes estarían entonces menos centrados en los resultados positivos de las pruebas, las hospitalizaciones y las muertes. En su lugar, el apoyo público se construiría en torno a los objetivos más amplios del bienestar social, la vuelta al trabajo y la restauración de las libertades civiles. Para mantener el compromiso, la cohesión y la moral de la población, las autoridades deben ofrecer un plan de reapertura claro basado en los avances hacia el Covid-Cero. El objetivo final sería ampliar y fusionar las zonas verdes en toda Alemania.
Esta estrategia también podría aplicarse en toda Europa si los gobiernos se pusieran de acuerdo en un objetivo común de Covid-Cero. El equipo alemán sostiene que la primera evaluación realista de su plan se produjo con la forma en que Melbourne gestionó con éxito su reciente brote. El “camino hacia la normalidad” constaría de cuatro fases.
– Fase 1: Contención para lograr una tasa de incidencia inferior a 10 casos por semana por cada 100.000 habitantes.
– Fase 2: Medidas continuas para llegar a menos de 5 casos por cada 100.000 habitantes.
– Fase 3: Lograr la «incidencia cero»
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– Fase 4: Declaración del estatus de zona verde.
La estrategia elaborada por Kickbusch y sus colegas concluye con un apéndice en el que se enumeran los mitos que han llegado a distorsionar el debate público y político sobre cómo gestionar esta pandemia.
LOS TÓPICOS LETALES CON LOS QUE HAY QUE ACABAR:
“La salud y la economía están en juego”. No: el destino de nuestro bienestar y nuestra vida en general van de la mano.
“Podemos proteger a los grupos vulnerables”. En la práctica, dado el gran número de personas vulnerables, esto es imposible.
“El Covid-19 sólo afecta a las personas mayores”. Incluso entre la población más joven, el Covid-19 causa daño, a veces la muerte.
“Una vez infectada, la gente es inmune para siempre”. Simplemente no lo sabemos, pero es poco probable.
“Sólo la vacunación nos salvará”. Con el tiempo, tal vez, pero no a corto plazo.
“La inmunidad del rebaño puede lograrse a través de la infección”. No es una estrategia factible ni deseable.
“Cerrar las escuelas es más estresante para los niños y las familias que mantenerlas abiertas”. Lo que es más importante es aumentar el apoyo educativo y económico.
“Las vacunas pondrán fin a la pandemia de COVID-19 rápidamente”. Lamentablemente, no durante algún tiempo.
Alemania no es Australia, ni es una isla, ni un régimen totalitario. Sin embargo, debemos esforzarnos por aprender de los mejores. Aprender de los mejores: este es uno de los aspectos más desconcertantes de la respuesta global a esta pandemia. Porque no ha habido una respuesta global. No ha habido un esfuerzo de colaboración o sistemático entre las naciones para aprender unas de otras. Es confuso, ciertamente, pero más que eso, es desalentador que la familia humana parezca preocuparse tan poco por sí misma que no hayamos sido capaces de poner en común nuestra experiencia, nuestra comprensión y nuestros conocimientos, para forjar una respuesta común y coordinada.
Casualmente, la semana pasada, en el primer aniversario del primer artículo de China en el que se describían las características clínicas del COVID-19, se puso en marcha en el Reino Unido la Coalición Covid-Cero. Después de más de 2 millones de muertes en todo el mundo, quizá se esté llegando a un acuerdo para que la eliminación de este coronavirus no sólo sea necesaria, sino que también sea posible.