El mundo está a la expectativa de quién será el próximo presidente en el imperio del norte. Similar a cuando ganó Obama, se crean muchas ilusiones por la posibilidad de que el próximo presidente de los Estados Unidos, sea Kamala Harris, exaltan que es negra e hija de inmigrantes y se suma que ella se pavonea como defensora de los pobres y las minorías, creando la ilusión -igual que con Obama- de que va a hacer grandes transformaciones en bien tanto del pueblo, como de la política internacional.
Otro aspecto muy importante que crea falsas ilusiones es el hecho de que la señora Harris ha sido la vicepresidenta en el actual gobierno de Biden y no hay razón alguna para pensar que cambie sus políticas, todo lo contrario, dará continuidad.
Para los Estados Unidos, lo mismo que para cualquier otro país, es necesario partir de la realidad que: gobierne quien gobierne. las políticas son trazadas, no por un presidente ni por su partido político, tampoco por el Congreso; las políticas son ordenadas por el poder económico, por las empresas imperialistas y la banca internacional.
El papel jugado por Estados Unidos como uno de los gendarmes que lucha a muerte por no reducir su grado de influencia, sino por el contrario, por buscar aumentarlo para posicionarse con mayor fuerza dentro de los más poderosos de la tierra, determina que por más discursos, ganas, o incluso siendo benévolos, por más buena voluntad que un gobernante tenga, no puede reducir su accionar bélico, su poder destructor, sus políticas de expansionismo liderando a la OTAN.
Prueba fehaciente de ello en su actuar reciente en Ucrania y en Palestina, para nadie es un secreto que Estados Unidos es uno de los países que determinan lo que sucede en Palestina y que son ellos quienes hacen del Estado sionista de Israel el perro de presa en la región, donde no redujeron sus políticas de respaldo a ese crimen contra el pueblo palestino y no lo van a hacer tampoco en el nuevo gobierno; por lo tanto los discursos de la señora Harris, como vicepresidente o como futura presidente de los Estados Unidos, no pasan de ser pura y cruel demagogia politiquera para ganar votos, así lo demostró en su puesto como vicepresidenta que de palabra dice estar en desacuerdo con las prácticas del Estado y de las fuerzas armadas asesinas de Israel, pero jamás ha hecho o promovido alguna acción real para impedir que Estados Unidos continúe siendo el principal promotor del asesinato en masa en territorio palestino.
En ese mismo sentido, hay que ver sus políticas con los migrantes. Según Los Ángeles Times: En 2022, se estimaba que la población nacida en el extranjero era de 46,2 millones de personas, o casi el 14% de la población de Estados Unidos. Y para ellos el gobierno de Estados Unidos en cabeza de Harris o en cabeza de Trump siempre tendrá políticas de discriminación; eso no es un problema de mala o buena voluntad, pues en las condiciones actuales del mundo, si un país como Estados Unidos le brinda mejores garantías a los pobres de la Tierra, lo que hace es abrirle sus fronteras, brindarles las posibilidades de ir a buscar una mejor vida, lo que desencadenaría una movilización en masa, pues son miles de millones quienes en la Tierra están sufriendo hambre, miseria, discriminación, persecución, asesinatos en masa, injusticias de todo orden; por lo tanto es una falsedad que cualquier presidente o gobernante en Estados Unidos vaya a trazar políticas que beneficien de manera considerable a la población migrante. No lo hizo el gobierno de Obama, tampoco lo hace el gobierno Biden ni Trump. Mientras exista el sistema capitalista, a los dueños del capital les beneficia la división del mundo entre ricos y pobres y esa política no la puede cambiar ningún gobernante por muy hijo de inmigrante, por muy negro o perteneciente a las minorías nacionales.
Quienes salen beneficiados porque sea Kamala quien conquiste la presidencia es la misma burguesía, porque igual que sucedió en Colombia con el triunfo de Petro, lo que hacen es crear falsas ilusiones, apaciguar a la población, hacerle creer que con esos nuevos gobiernos “progre” podrán resolver los problemas y detener el torrente de lucha que hay en el mundo; pretenden apaciguar al pueblo como ha sucedido en Colombia. El triunfo de Harris le serviría para echar un baldado de agua fría a la creciente lucha que viene en aumento, no solamente por las condiciones económicas de los trabajadores de los Estados Unidos sino además, porque se ha generado un movimiento enorme a nivel internacional en apoyo al pueblo palestino contra los Estados Unidos, el pueblo se levanta y lucha, y qué mejor entonces que el aguardiente espiritual que brinda una señora negra e hija de inmigrantescon un discurso en beneficio de los pobres para frenar la rebeldía.
El camino del pueblo también en EEUU es el de luchar con independencia, sin comprometerse con ningún gobierno, sea de la Harris o sea de Trump, el camino del pueblo es la movilización en las calles, afectar la ganancia de los ricos, obligarlos con la fuerza de la lucha a reducir su papel como gobierno asesino, masacrador y financiador de las tropelías que en el mundo se están dando y que nos están empujando no solamente a la destrucción de la naturaleza y a la superexplotación de la fuerza de trabajo, sino a la tercera guerra mundial. El pueblo de los Estados Unidos debe desechar las ilusiones en cualquier tipo de gobierno y levantarse con su fuerza poderosa para obligar a que se tomen medidas directas, claras y contundentes contra el Estado sionista de Israel y se retorne el territorio que le pertenece al pueblo palestino. ¡Desechar cualquier ilusión en el gobierno de la señora Harris! ¡Organizar las fuerzas para hacer la revolución, es la necesidad!