LOS ÁNGELES ARDE: LA MILITARIZACIÓN INCAPAZ DE FRENAR LA INSURRECCIÓN SOCIAL (VÍDEOS)

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Por primera vez en la historia de los EEUU, el presidente Trump amenaza con encarcelar al gobernador del Estado de California

Mientras la Guardia Nacional ocupa las calles y Trump amenaza con arrestar al gobernador del Estado de California, Los Ángeles se convierte en el símbolo de una nación fracturada. Las protestas contra las redadas migratorias están revelando una grieta mucho más profunda: la que separa al poder institucional de una ciudadanía que no parece estar dispuesta a callar.

 POR VICTORIA MARTÍNEZ, DESDE MÉXICO, PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

       Durante los últimos días, la ciudad de Los Ángeles se ha convertido en el epicentro de una ola de protestas que está sacudiendo a Estados Unidos. Miles de personas han salido a las calles para rechazar la intensificación de redadas migratorias promovidas por el gobierno de Donald Trump, el despliegue de la Guardia Nacional y las crecientes amenazas del propio expresidente, quien incluso ha insinuado que arrestaría al gobernador de California, Gavin Newsom.

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     Los manifestantes denuncian que estas redadas son racistas y que la militarización de la ciudad es una amenaza directa a los derechos civiles. La respuesta de las autoridades locales no ha sido pasiva. Newsom ha acusado a Trump de actuar como un dictador, prometiendo enfrentarse legalmente a lo que considera una violación a los principios democráticos básicos.

    Pero ¿por qué está ocurriendo todo esto? ¿Qué hay detrás de estas tensiones y hacia dónde podrían conducirnos?

LA GUARDIA NACIONAL NO APAGA EL FUEGO, LO AVIVA

     La Guardia Nacional ha sido desplegada en diversos puntos clave de Los Ángeles desde el viernes. Lejos de actuar con contención, los informes recogidos por medios y organizaciones civiles señalan una actitud provocadora y represiva. Numerosos vídeos difundidos en redes sociales muestran patrullas en barrios mayoritariamente latinos, apuntando con armas de largo alcance a manifestantes pacíficos, e incluso irrumpiendo en zonas residenciales con vehículos blindados.

     En el barrio de Boyle Heights, por ejemplo, testigos reportaron que la Guardia Nacional utilizó gases lacrimógenos y balas de goma contra una concentración de familias migrantes que protestaban frente a una escuela comunitaria convertida en centro de detención improvisado.

   «Entraron como si estuviéramos en guerra»relató Mariana López, una madre hondureña con dos hijos ciudadanos estadounidenses. “Esto no es una protesta violenta, es una comunidad defendiéndose del terror”.

     La situación se volvió aún más tensa cuando la Guardia Nacional fue desplegada en las calles de Los Ángeles. En lugar de calmar los ánimos, esta decisión sólo sirvió para avivar la indignación. Según diversos reportes, en tan solo tres noches de protestas, los enfrentamientos con las fuerzas del orden se han multiplicado, generando una espiral de violencia y represión.

    A esto se ha venido a sumar la retórica incendiaria de Trump. En declaraciones recientes, ha dejado abierta la posibilidad de arrestar al gobernador Newsom por su «gestión deficiente» y ha exigido que «entren las tropas» en la ciudad. Lo que se está viviendo ya no es una disputa institucional, sino, según algunos, una confrontación abierta entre dos modelos de país.

EL GOBERNADOR NEWSOM EN EL OJO DEL HURACÁN

     Uno de los protagonistas involuntarios de esta crisis ha sido el gobernador de CaliforniaGavin Newsom. Frente al endurecimiento de las redadas migratorias, la militarización de Los Ángeles y la retórica agresiva del expresidente Trump, Newsom ha decidido plantar cara. En una rueda de prensa celebrada el pasado domingo, acusó abiertamente a Trump de actuar como un «dictador», denunciando que su intención no es mantener el orden, sino «provocar el caos» para justificar la represión».

     Pero las declaraciones de Trump fueron aún más graves. En una entrevista televisiva, amenazó con ordenar el arresto del propio gobernador, acusándolo de «obstruir las funciones del ICE» (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas) y de «poner en riesgo la seguridad nacional».

     Estas afirmaciones han encendido todas las alarmas institucionales y jurídicas, dado que nunca en la historia reciente de EE.UU. un presidente había sugerido el arresto de un gobernador en ejercicio por ejercer su función constitucional.

     Newsom ha respondido con firmeza: ha iniciado una demanda federal contra la Administración de Trump, acusándola de violar la autonomía del estado de California y de vulnerar derechos fundamentales de la población migrante. En palabras del gobernador, «este no es el tipo de país que queremos ser. Resistiremos».


EL GRITO DE LA CALLE Y DE LAS REDES

     En medio de este clima de tensión, las redes sociales han jugado un papel fundamental. Bajo etiquetas como #LosAngelesResiste, #NoMásRedadas o #NewsomNoEstáSolo, cientos de miles de personas han compartido imágenes, relatos y denuncias desde el terreno.

    En TikTok y X (antiguo Twitter), jóvenes activistas latinos han documentado cómo son tratados los barrios populares, algunos de los cuales amanecieron con toque de queda no declarado y sin servicios de transporte.

      Muchos artistas y figuras públicas también han alzado la voz. La actriz Rosario Dawson publicó en Instagram:

   “Lo que están haciendo en Los Ángeles es un asalto a la dignidad humana. Ser migrante no es un crimen”.

 En cambio, medios conservadores como Fox News o Breitbart han defendido el despliegue, repitiendo que el gobernador Newsom ha «perdido el control» del estado y está protegiendo a «ilegales».

   Sin embargo, la mayoría de medios liberales y comunitarios -como Democracy Now! o Los Angeles Times, han denunciado la brutalidad de la intervención, equiparándola con los episodios más oscuros del pasado, como la represión tras el asesinato de George Floyd en 2020 o los disturbios del 92, tras el caso Rodney King.

LA GUERRA INSTITUCIONAL QUE SE AVECINA

       Lo que inicialmente parecía un mero conflicto por la política migratoria, ha degenerado en una lucha entre dos formas de concebir el poder estatal. Por un lado, Trump y su círculo defienden un modelo basado en el control militar del territorio, la criminalización del disenso y el uso del aparato federal como brazo político.

     Por el otro, Gavin Newsom representa a un bloque institucional que, con sus enormes contradicciones, dice estar intentado preservar la autonomía de los estados y la protección legal a sus ciudadanos.

     Si Trump insiste en avanzar por esta vía, nos encontraríamos ante un inédito choque constitucional, donde los límites de la democracia formal estadounidense podrían quedar en evidencia. La historia nos recuerda que ningún sistema político puede resistir indefinidamente cuando se fracturan los consensos básicos de convivencia.

   Lo que está ocurriendo en Los Ángeles no surge de la nada. Tiene raíces profundas que nos obligan a mirar hacia atrás en la historia.  Ya en 1992, la ciudad fue escenario de una insurrección social masiva tras la absolución de los policías que golpearon brutalmente a Rodney King. En ese entonces, la mezcla de racismo institucional, pobreza y violencia policial fue el detonante. Hoy, esa mezcla ha vuelto a estallar, con el ingrediente adicional de una guerra contra los migrantes impulsada desde Washington.

LA FUNCIÓN DEL ESTADO EN CRISIS

    El Estado no es un ente neutral, sino una estructura al servicio de las clases dominantes para asegurar la reproducción del orden social establecido. Cuando ese orden se ve amenazado —como ahora—, el Estado expone su verdadero rostro: se militariza, se endurece, se vuelve abiertamente represivo.

    Las protestas en Los Ángeles son una respuesta directa al uso del aparato estatal para imponer un modelo de país excluyente, autoritario y racializado. Lo que está en juego no es solo la política migratoria, sino el tipo de sociedad que se quiere construir.

       Lo que hoy está ocurriendo en Los Ángeles no es un incidente aislado, ni una anécdota local.

    Como ya sucediera también en el pasado, estamos ante un punto de inflexión que podría marcar el rumbo de la política estadounidense en los próximos años. El uso de la fuerza para acallar el descontento, la criminalización de los sectores más vulnerables y la amenaza directa a la autonomía institucional de los estados, hacen de esta crisis un episodio comparable a los más oscuros momentos de tensión interna en la historia del país.

UNOS ACONTECIMIENTOS DE CATEGORÍA HISTÓRICA

   La envergadura del espectáculo de represión militar masiva que hoy se produce en las calles de Los Angeles,  encuentran mucha similitud con los disturbios que se produjeron en  esa misma ciudad en 1992 con el «Caso Rodney King».  O las protestas del año 2020, tras el asesinato de George Floyd.  O la resistencia contra la Guerra de Vietnam,  en los 60-70. 

    Todos estos episodios históricos comparten una característica fundamental: el Estado intentó resolver una crisis social mediante la fuerza y no mediante el diálogo o la justicia. Lo que ocurre ahora en Los Ángeles se inscribe en esa tradición: una crisis de hegemonía, donde la élite política pierde legitimidad y responde con represión en lugar de transformación.

     Además, en todos los momentos reseñados surgieron movimientos de resistencia social que tuvieron consecuencias de largo plazo. Algunos lograron reformas, otros aceleraron el desgaste de gobiernos autoritarios. En este caso, la amenaza de Trump de arrestar a un Gobernador electo democráticamente representa una ruptura peligrosa con los principios constitucionales básicos.

    Lo que ocurre hoy, pues, no parece ser un incidente aislado, ni una anécdota local. Como en el pasado, podremos estar ante un punto de inflexión que podría marcar el rumbo de la política estadounidense en los próximos años.

   El uso de la fuerza para acallar el descontento, la criminalización de los sectores más vulnerables y la amenaza directa a la autonomía institucional de los estados, hacen de esta crisis un episodio comparable a los más oscuros momentos de máxima tensión interna en la historia del país.

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