CUANDO LA RESISTENCIA SE HACE COTIDIANA: EL SILENCIOSO CRECIMIENTO DEL KKE

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¿Qué factores son los que permiten que Partido Comunista de Grecia siga creciendo en un contexto de crisis?

Mientras Europa gira a la derecha, en Grecia una fuerza política continúa avanzando desde abajo. No lo hace a través de grandes campañas, de populismos ni promesas vacías, sino con organización, coherencia y presencia real en las luchas cotidianas. Se trata del KKE, el Partido Comunista griego, cuya experiencia ofrece más de una lección para quienes aún están convencidos de que otro mundo es posible. Desde Grecia, Kostas Georgiou nos lo cuenta.

 POR KOSTAS GEORGIOU PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-

      Mientras la mayoría de los partidos tradicionales en Europa giran hacia el centro, o terminan diluyéndose en la retórica reformista, en Grecia ha emergido con fuerza una experiencia distinta, radical y coherente.

    Se trata del Partido Comunista de Grecia (KKE), una fuerza política que, sin ceder a las modas ni a las presiones institucionales, ha venido ganando presencia real y sostenida entre los sindicatos y el movimiento estudiantil.

   Su crecimiento, lejos de ser electoral o mediático, se expresa en organización de base, presencia cotidiana y construcción paciente de una alternativa.

ENTRE FÁBRICAS Y AULAS: UNA MILITANCIA CONCRETADA

     El corazón del ascenso del KKE late en dos frentes fundamentales: el mundo del trabajo y la juventud estudiantil. A través de su frente sindical, el PAME (Frente Militante de Todos los Trabajadores), el Partido ha conseguido construir una presencia sólida en los sectores más golpeados por la crisis económica. No se trata solo de manifestaciones o comunicados: el PAME organiza huelgas, coordina acciones en los lugares de trabajo y articula redes de solidaridad.

    Lo mismo ocurre en el movimiento estudiantil, donde el MAS (Frente Militante de Estudiantes), ligado al KKE, ha crecido en influencia con un trabajo pedagógico, organizativo y profundamente territorial. Estas agrupaciones no solo canalizan el malestar juvenil: forman cuadros, vinculan demandas concretas a un horizonte más amplio, y conectan el aula con la lucha de clases.

UNA ESTRATEGIA PACIENTE Y RADICAL

     El ascenso del KKE no responde a una moda ni a una coyuntura puntual. Es el resultado de una estrategia paciente y coherente, basada en la construcción de poder popular desde abajo. Mientras otros partidos buscan alianzas de corto plazo se adaptan al sistema para sobrevivir, el KKE ha apostado por construir su base social con claridad ideológica y trabajo constante.

     Esta estrategia ha dado frutos especialmente tras la crisis de legitimidad de Syriza, que asumió el poder con un discurso progresista, pero acabó aplicando las mismas políticas de austeridad que prometía combatir. En ese contexto, el KKE no solo no se sumó al entusiasmo pasajero, sino que advirtió de antemano los límites del reformismo. Y cuando la decepción se instaló en buena parte de la sociedad griega, su coherencia se transformó en autoridad política.

MÁS ALLÁ DE LAS URNAS

     A diferencia de otras fuerzas de izquierda que concentran sus esfuerzos en lo electoral, el KKE ha hecho de la organización popular su prioridad. Aunque su peso parlamentario es limitadosu capacidad de movilización real, su arraigo territorial y su coherencia lo convierten en una fuerza de primera línea en la vida política del país.

    En cada huelga general, en cada protesta contra despidos o privatizaciones, la presencia del partido se hace evidente. Pero no como fuerza de choque ni aparato de agitación, sino como estructura organizadora, como espacio donde el descontento se convierte en acción consciente. El KKE no improvisa: planifica, forma, organiza.

BARRIOS, ESCUELAS, FÁBRICAS: LA VIDA COMO TRINCHERA

     Una de las claves del crecimiento del KKE ha sido su capacidad para insertarse en la vida cotidiana de la clase trabajadora. Sus agrupaciones barriales, sindicales y juveniles no aparecen solo en momentos de crisis: están siempre. En los barrios populares promueven redes de solidaridad, en las escuelas y universidades trabajan contra la mercantilización de la educación, y en las fábricas defienden los derechos más elementales de los trabajadores frente a los atropellos del capital.

    Esa presencia constante ha convertido al KKE no en un partido “de protesta”, sino en una escuela política de masas. Sus militantes no solo participan: aprenden, enseñan y organizan. Y lo hacen con una ética basada en la solidaridad, la disciplina y la entrega.

RESISTENCIA EN TIEMPOS OSCUROS

    En un escenario donde la extrema derecha avanza con discursos simplistas y violentos, el KKE representa una de las pocas fuerzas que ofrece una alternativa estructural al sistema sin caer en populismos. Frente al cinismo institucional y la apatía generalizada, el partido propone una práctica política arraigada, transformadora y profundamente comprometida.

     Su militancia disciplinada y su claridad estratégica han demostrado que es posible resistir sin rendirse, construir sin renunciar a los principios, y avanzar incluso en medio de condiciones adversas. Esa constancia es, hoy, su principal fortaleza.

UN FUTURO QUE SE ORGANIZA DESDE EL PRESENTE

     Mirando hacia el futuro, lo que propone el KKE no es una utopía abstracta ni una receta prefabricada. Es una alternativa que se construye desde el presente, a partir de las luchas reales, con la gente concreta. Se trata de un horizonte socialista, sí, pero no como consigna vacía, sino como necesidad histórica, como solución práctica ante un sistema que hace aguas por todos lados.

     Esta propuesta, que articula la crítica radical con la acción concreta, es lo que ha permitido al KKE ganar la confianza de miles de personas. No porque prometa milagros, sino porque no promete lo imposible. Porque habla claro. Porque no esconde que el camino es difícil, pero muestra que hay camino. En un mundo donde casi nadie sabe hacia dónde va, eso ya es mucho.

     Y no es poca cosa que este partido lo haya logrado en Grecia, un país atravesado por múltiples crisis: económica, social, política, migratoria y cultural. En ese contexto, el KKE ha levantado la bandera de la organización, de la resistencia, de la conciencia. Y lo ha hecho sin concesiones, sin rendirse, sin arriar sus principios. Eso explica, en gran medida, por qué sus filas se han mantenido firmes incluso en los momentos más oscuros.

    Basta observar cualquier movilización reciente para notar su sello: filas ordenadas de manifestantes, banderas rojas, pancartas escritas a mano, cánticos claros, dirección política presente. Es la expresión de una cultura militante que no improvisa, que planifica, que se cuida y se protege. Porque sabe que en un mundo diseñado para aplastar lo colectivo, mantener la organización es, en sí misma, una forma de subversión.

      Y así como actúa en las calles, actúa también en las instituciones. Aunque el KKE nunca ha tenido un peso electoral dominante, ha utilizado su presencia parlamentaria como tribuna de denuncia, pero también como espacio de propuesta.

    Sus diputados, lejos de los escándalos o los discursos huecos, han sido una voz persistente contra la explotación, la corrupción y la represión. Y, sobre todo, han servido como puente entre las luchas populares y las estructuras del Estado, sin caer jamás en la trampa de la institucionalización pasiva.

      Hoy, frente al avance de la extrema derecha en Europa, la experiencia del KKE cobra aún más valor. Mientras muchos sectores progresistas se ven atrapados entre la resignación y el centrismo, el partido griego demuestra que es posible enfrentar el fascismo no solo en el discurso, sino en el terreno concreto de las luchas sociales. No con declaraciones, sino con organización. No con pactos, sino con poder popular.

     Porque el fascismo no se combate solo con buenos modales. Se combate con organización obrera, con sindicatos combativos, con jóvenes formados, con barrios que se defienden, con una militancia que no se rinde. Y eso es lo que el KKE viene construyendo.

    ¿Tiene límites? Claro que sí. ¿Tiene desafíos por delante? Por supuesto. Pero también tiene algo que muy pocos partidos pueden mostrar hoy: coherencia, base social, proyecto político, y un horizonte claro. No se trata de nostalgia por el pasado ni de romanticismo ideológico. Se trata de entender que, en un mundo cada vez más incierto, tener claridad sobre hacia dónde se quiere ir es un acto profundamente revolucionario.

     Por eso, al observar el camino recorrido por el KKE, uno no puede evitar pensar que, más que un simple partido, se ha convertido en un ejemplo. Un ejemplo de cómo se construye una alternativa real. Un ejemplo de cómo se resiste sin retroceder. Un ejemplo de cómo, incluso en las condiciones más adversas, es posible organizar el futuro desde las ruinas del presente.

    Y quizás, solo quizás, ese sea el mensaje más poderoso que nos deja esta historia: que mientras haya quienes luchen, se organicen y sueñen juntos, ningún poder será eterno.

   En unos tiempos donde las ilusiones se compran y venden como si fueran mercancías, el KKE insiste en una idea simple pero poderosa: solo un pueblo organizado puede transformar su destino. Y en Grecia, miles de personas ya están caminando en esa dirección.

https://canarias-semanal.org/art/37974/cuando-la-resistencia-se-hace-cotidiana-el-silencioso-crecimiento-del-kke

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