
Fuentes: Voces del Mundo [Foto: la Torre Harmony de la ciudad de Gaza bombardeada por el ejército israel el 10 de septiembre de 2025 (Said M. M. T. Jaras – Agencia Anadolu)]
El mundo no ha olvidado el 11 de septiembre de 2001. Las imágenes de los aviones estrellándose contra las Torres Gemelas en Nueva York, el humo, el derrumbe de los edificios y las miles de vidas perdidas en un solo día quedaron grabadas para siempre en nuestra memoria colectiva.
Fue una tragedia inmediata, brutal y retransmitida en directo por televisión, que conmocionó a personas de todos los continentes. Desde entonces se ha convertido en una referencia universal del horror, la violencia política y la vulnerabilidad humana ante la guerra y el terrorismo.
Sin embargo, mientras que ese único día de destrucción se convirtió en un símbolo del trauma global, en la Franja de Gaza se repite a diario el mismo horror con retransmisiones en directo. No se trata de un hecho aislado, sino de una realidad prolongada que ya suma más de 706 días de masacres, bombardeos, uso del hambre como arma de guerra y desplazamientos forzados.
Desde el 7 de octubre de 2023, cuando Israel inició su ofensiva militar en respuesta a los ataques de la operación «Inundación de Al-Aqsa» liderada por Hamás, la Franja de Gaza se ha transformado en un escenario de devastación y muerte sin precedentes.
Lo que comenzó como una campaña de represalia se ha convertido en una guerra de exterminio contra una población civil de más de dos millones de personas confinadas en solo 365 kilómetros cuadrados, sin vías de escape y bajo un bloqueo aéreo, marítimo y terrestre.
Hoy en día más de 200.000 palestinos han sido asesinados por «Israel», la mayoría de ellos mujeres y niños, según la prestigiosa revista científica The Lancet. Decenas de miles siguen desaparecidos bajo los escombros, mientras que los hospitales que quedan se derrumban y las fosas comunes sustituyen a los cementerios debido al gran número de cadáveres.
Los atentados del 11 de septiembre en Nueva York se convirtieron en un pretexto para una nueva era de persecución, en la que comunidades enteras fueron vigiladas, criminalizadas y tratadas como sospechosas. Esto alimentó un ciclo de islamofobia y demonización cultural que aún hoy legitima las guerras, las ocupaciones y las violaciones de los derechos humanos.
Los atentados se utilizaron para justificar la invasión y destrucción de Afganistán e Iraq bajo la retórica de la «guerra contra el terrorismo», que finalmente se convirtió en una guerra contra los pueblos árabes y musulmanes.
La comparación con Gaza es inevitable. Si Estados Unidos perdió unas 3.000 vidas en pocas horas el 11 de septiembre, «Israel» lo está haciendo a diario con «una crueldad exacerbada y visible». Mientras tanto, las potencias occidentales no están tomando ninguna medida, más allá de la retórica, para detener el genocidio y garantizar el respeto del derecho internacional humanitario.
Con cada nuevo bombardeo de escuelas, campos de refugiados, hospitales o mezquitas e iglesias, se repiten las imágenes de niños ensangrentados, familias enterradas y supervivientes caminando entre las ruinas. Lo que para Occidente fue una excepción trágica e irrepetible se ha convertido en una rutina para los palestinos.
Sin embargo, la tragedia de Gaza no se limita a los siniestros acontecimientos ocurridos desde octubre de 2023. Forma parte de un proceso histórico más largo que dura ya 77 años, desde la Nakba de 1948. En aquel momento cientos de miles de palestinos fueron expulsados de sus tierras para la creación de la entidad sionista que denominaron «Estado de Israel».
Desde entonces generaciones enteras de palestinos han nacido y muerto en campos de refugiados, sometidos a la ocupación militar, bloqueos económicos, confiscación de tierras y operaciones militares periódicas que destruyen lo poco que se reconstruye. El genocidio actual es la cara más brutal de la política «israelí» de limpieza étnica que nunca ha cesado.
Ante esta situación, resuena una pregunta: ¿Por qué el 11 de septiembre fue reconocido inmediatamente como un crimen contra la humanidad y un ataque al orden internacional, mientras que Gaza no merece el mismo rechazo global?
¿Por qué el dolor de miles de palestinos no moviliza a los gobiernos, los tribunales y las organizaciones con la misma intensidad que el dolor de los estadounidenses en 2001?
La respuesta reside en la selectividad moral de la política internacional. Cuando las víctimas son palestinas, la indignación se diluye con justificaciones estratégicas, cálculos geopolíticos y la retórica de la «guerra contra el terrorismo» que legitima lo inaceptable.
«Cada día es un 11 de septiembre en Gaza». No se trata de mera retórica, sino de una constatación de los hechos. Lo que en Estados Unidos fue una excepción, en Palestina es la norma. Cada mañana trae consigo un nuevo duelo, cada noche termina en nuevos escombros.
La diferencia es que, a diferencia del ataque en Nueva York, Gaza no genera una respuesta global de solidaridad, sino más bien un «silencio cómplice». Es como si la humanidad hubiera normalizado el genocidio palestino y permitido que se sumaran más de 706 días de horror a 77 años de ocupación sin reconocer plenamente la naturaleza criminal de este proceso.
Mientras tanto, con cada bomba estadounidense que «Israel» lanza sobre Gaza, la herida en la conciencia humana se hace más profunda y nos , recuerda que el valor de la vida, para muchos gobiernos, sigue dependiendo del pasaporte y la identidad étnica de la persona que la pierde.
Sayid Marcos Tenório es historiador, especialista en relaciones internacionales, fundador y vicepresidente del Instituto Brasil-Palestina (Ibraspal). Autor del libro Palestina: do mito da terra prometida à terra da resistencia (Anita Garibaldi/Ibraspal).
Texto en inglés: Middle East Monitor, traducido por Sinfo Fernández.
Fuente: https://vocesdelmundoes.com/2025/09/11/cada-dia-es-11-de-septiembre-en-gaza/