UCRANIA: «LA HORA DEL GRAN REPARTO» (VÍDEO)

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El histrión disruptivo de Donald Trump cuantifica los bimillonarios beneficios del gran negocio de la guerra de Ucrania

Trump vuelve a la carga dinamitando la versión oficial sobre la guerra en Ucrania. Sus explosivas declaraciones han sacudido a Occidente, exponiendo un conflicto que más que una «lucha por la democracia», ha sido un juego de poder y dinero donde las élites oligárquicas se han enriquecido mientras dos pueblos hermanos, el ruso y el ucraniano, fueron enviados al matadero.

POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

    Donald Trump, un personaje acostumbrado a generar titulares explosivos, volvió a sorprender a la opinión pública con una afirmación que descolocó tanto a sus partidarios como a sus detractores. En un tono despreocupado, como quien no quiere la cosa, el presidente estadounidense insinuó que la guerra en Ucrania:

      «Nunca debió comenzar» y que «un negociador podría haber llegado a un acuerdo hace años, sin la pérdida de muchas vidas y sin la pérdida de ciudades».

      Las palabras de Trump no solo no han pasado desapercibidas sino que, al entrar en flagrante contradicción con lo que los discursos oficiales de unos y otros han venido manteniendo, han provocado que todos, -tanto los tirios como los troyanos-, se estén sintiendo ofendidamente aludidos. 

  ¿Qué reveló Trump sobre Zelenski y el papel de Occidente en este conflicto?

    La marioneta ucraniana personificada en Volodímir Zelenski reaccionó con indignación, acusando a Trump de «vivir en una burbuja de desinformación» alimentada por el Kremlin.  A lo que el presidente estadounidense le contestó en las redes sociales que Zelenski no era más que

    «un dictador sin elecciones, que debería actuar rápido o se quedará sin país”.

    En cualquier caso, más allá del revuelo mediático y los posteriores tiras y aflojas, la declaración del mandatario estadounidense arroja una densa sombra sobre la narrativa oficial que Occidente había construido en torno a este conflicto. Pero,

    ¿y si la guerra no fue un destino inevitable? 

   ¿Y si los intereses de las grandes potencias han servido realmente no solo para provocarla, sino también para mantenerla viva mucho «más allá de lo necesario»?

     Por un momento, Trump, con la brutalidad característica de un irremediable y perfecto bocazas, parece haber dicho en voz alta lo que muchos sospechaban en privado. La guerra en Ucrania, presentada por los gobiernos occidentales como «una lucha heroica por la democracia», podría no ser más que otro capítulo sangriento en la larga historia de los enfrentamientos entre imperios, donde son los pueblos los que sirven como carne de cañón mientras las élites capitalistas acumulan poder y dividendos.

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GUERRAS QUE SE PARECEN DEMASIADO

     Hace ya más de un siglo, Lenin, el batallador bolchevique cuya interpretación sobre el fenómeno imperialista no ha perdido un ápice de vigencia cien años después de haber sido formulada, desnudó el verdadero rostro de la Primera Guerra Mundial en su obra «El imperialismo, fase superior del capitalismo». 

   En ella, desmontaba la idea de que aquel conflicto se estaba librando en aras de la «libertad» o por un enigmático destino de las naciones, y lo reducía a su auténtica esencia: «una disputa entre potencias capitalistas por mercados, recursos y zonas de influencia».

     Hoy, la «guerra en Ucrania» parece seguir el mismo patrón. Ni Estados Unidos ni Rusia están luchando allí por la autodeterminación de los pueblos

    No es una casualidad que el conflicto se esté desarrollando en una región inmensamente rica en recursos estratégicos: Ucrania posee vastas reservas de gas, petróleo y tierras raras esenciales para la industria tecnológica. Como sucediera en 1914, lo que está en juego no es la libertad, sino el control de estos bienes y el equilibrio de poder entre los dos bloques imperialistas.

¿Quiénes se han beneficiado realmente de la guerra en Ucrania ?

     En la Primera Guerra Mundial, las potencias se agruparon en alianzas enfrentadas: la Triple Entente (Reino Unido, Francia y Rusia) contra las Potencias Centrales (Alemania, Austria-Hungría y el Imperio Otomano). Hoy, el escenario es similar. De un lado, un conjunto de potencias capitalistasEstados Unidos, la OTAN y la Unión Europea han convertido a Ucrania en un baluarte contra Rusia. Del otro lado, también dos gigantescas potencias capitalistasRusia, con el apoyo de China en el plano económico, buscan resistir la expansión occidental y mantener sus respectivas esferas de influencia militar, económica y política.

       Pero hay algo todavía más inquietante en esta repetición de la historia. Entonces, como ahora, los muertos no los están poniendo los oligarcas, los banqueros ni los industriales que financian la guerra. No son los grandes accionistas de la industria armamentista los que se desangran en las trincheras. También, como en 1914, son los trabajadores y campesinos, en su mayor parte simples asalariados, quienes mueren, mientras las oligarquías acumulan gigantescos beneficios.

  UNA GUERRA QUE SE PUDO EVITAR

    Trump, en su estilo característico, no se ha limitado a reconocer que esta guerra se pudo evitar.  Habló también de la posibilidad de que la guerra hubiera podido terminar con un acuerdo, sugiriendo que las negociaciones pudieron haber evitado la devastación. Sus palabras implican que Occidente no solo no buscó la paz, sino que hizo todo lo posible por evitarla.

     Los hechos parecen darle la razón. En marzo de 2022, apenas un mes después del inicio de la invasión rusa, Ucrania y Rusia estuvieron a punto de alcanzar un acuerdo de paz en Estambul. Sin embargo, según múltiples reportes, el entonces primer ministro británico Boris Johnson visitó Kiev poco después para insistir en que no era momento de negociar

     Desde entonces, la guerra ha continuado con un costo humano que ni siquiera los que están en condiciones de hacerlo han sido capaces de publicitar, pero que la indiscreción del bocazas disruptivo que es Donald Trump ha cuantificado públicamente en la friolera de medio billón de dólares para las empresas armamentistas estadounidenses. Una cifra, por cierto, que el flanco europeo de sus aliados ha  contestado que es menor a la invertida por la UE. 

     O sea que, redondeandoen conjunto, los oligarcas,  banqueros, industriales occidentales que tan generosamente han defendido la «libertad» del pueblo ucraniano, han obtenido de beneficio un respetable billón de dólares por su participación indirecta en una operación militar que para EE.UU. ha durado 10 meses más que su intervención en la II Guerra Mundial  (1). 

     Ahora, cuando calle el ruido de los frentes de batalla, comenzarán a sonar las alegres campanillas de las Cajas registradoras, en las que se contabilizará el pago en diferido de los beneficios a través de «tierras raras», «planes de reconstrucción» y otros suculentos negocietes. 

    Jeffrey Sachs, economista y asesor de la ONU, ha sido uno de los pocos en denunciar abiertamente esta realidad:

  «La industria militar occidental es la gran ganadora de este conflicto. Mientras Ucrania es destruida, las acciones de Lockheed Martin y Raytheon alcanzan cifras récord».

EUROPA COMO CARNE DE CAÑÓN

      Otro aspecto inquietante de las declaraciones de Trump fue su mención al posible despliegue de tropas europeas en Ucrania.

    «No me opondría en absoluto» dijo-, pero agregando a continuación que Estados Unidos no enviaría soldados a Ucrania porque esta se encuentra demasiado lejos. 

    Sus palabras confirman lo que muchos ya sospechaban: Washington está dispuesto a que la Unión Europea cargue con el peso del conflicto sin arriesgarse demasiado. La estrategia de EE.UU. es clara: desgastar a Rusia utilizando a Ucrania y, de ser necesario, a los ejércitos europeos, mientras la propia América del Norte se mantiene al margen.

     El politólogo John Mearsheimer también lo expresó con crudeza: «Esta guerra no es por Ucrania, sino por la hegemonía estadounidense en Europa». Bajo esta lógica, la independencia de Kiev es secundaria. Lo importante es que Rusia sea debilitada y que la OTAN continúe expandiendo su influencia.

 

UN JUEGO DE GUERRA DONDE SOLO HAN PERDIDO  LOS PUEBLOS

     Las declaraciones de Trump han roto el velo de hipocresía que cubría esta guerra. Aunque no fuera esa su intención, sus palabras han puesto sobre la mesa una verdad que muchos, tozuda y peligrosamente, prefieren ignorar: 

    la guerra en Ucrania no es una lucha entre el bien y el mal, sino un conflicto imperialista que sigue la misma lógica que hace más de un siglo denunciara Lenin.

     Como sucediera en la Primera Guerra Mundiallos únicos que realmente pierden son los pueblos. Mientras las oligarquías de ambos bandos cosechan beneficios, los trabajadores de Ucrania y Rusia mueren en el campo de batalla. Mientras las fábricas de armas occidentales celebran sus ganancias, los hogares ucranianos se vacían de jóvenes que jamás regresarán.

    Sin desearlo, ese histriónico payaso que es Donald Trump ha expuesto la gran mentira del conflicto. Y con ello nos ha recordado que, como sucediera en 1914, la verdadera lucha no es entre países, sino entre clases sociales.

NOTAS:

     (1) La invasión rusa de Ucrania comenzó el 24 de febrero de 2022. Hoy es 19 de febrero de 2025, por lo que la guerra ha durado hasta ahora casi tres años (2 años y 11 meses). Estados Unidos entró en la Segunda Guerra Mundial el 7 de diciembre de 1941, tras el ataque japonés a Pearl Harbor. La guerra terminó el 2 de septiembre de 1945 con la rendición de Japón. Por lo tanto, la participación de EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial duró aproximadamente 3 años y 9 meses.

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LOS ANTECEDENTES: Cuando Putin quiso que Rusia entrara en la OTAN después de que la Alianza Atlántica destruyera Yugoslavia. 

https://canarias-semanal.org/art/37028/ucrania-la-hora-del-gran-reparto

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