Prisioneros a bajo costo: Trump sugiere enviar criminales a cárceles extranjeras
Donald Trump ha propuesto un plan que plantea tantas preguntas como controversias: enviar criminales estadounidenses reincidentes a cárceles en el extranjero para «ahorrar costos». ¿Es esta una solución efectiva o un simple movimiento populista?
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
En un nuevo capítulo de su conocida y enloquecida retórica en torno a la seguridad nacional y la migración, el presidente Donald Trump planteó esta misma semana una controvertida propuesta: enviar a criminales estadounidenses reincidentes a cárceles extranjeras como una forma de ahorrar costos para el gobierno federal.
Trump ya había esbozado con anterioridad en una conferencia republicana en Miami, la idea, que ha despertado una mezcla de críticas y el apoyo entre sectores políticos ultraconservadores.
El núcleo de su plan consiste en alcanzar acuerdos con gobiernos extranjeros para que estos acepten a prisioneros estadounidenses reincidentes a cambio de un pago, descrito por Trump como una “pequeña tarifa”.
Según el expresidente, mantener a los presos en cárceles estadounidenses resulta demasiado costoso, tanto en las instalaciones públicas como en las privadas, mientras que enviar a los criminales al extranjero podría ser más económico. La medida, según él, representaría un alivio financiero para Estados Unidos y una forma de liberar recursos que podrían destinarse a otras prioridades.
¿Un problema económico o de soberanía?
La argumentación de Trump está arraigada en una visión economicista del sistema penitenciario. Mantener a un preso en una cárcel estadounidense tiene un costo promedio que oscila entre $31,000 y $60,000 al año, dependiendo del estado y el tipo de prisión. Este gasto incluye salarios del personal, atención médica, alimentación y programas de rehabilitación. Para Trump, la posibilidad de pagar “una pequeña tarifa” a otros países constituiría, según el un ahorro considerable.
Sin embargo, la propuesta enfrenta un gran escollo: la soberanía. ¿Qué países aceptarían alojar a delincuentes estadounidenses? Trump insinuó que naciones con sistemas penitenciarios más estrictos, como El Salvador, podrían ser candidatas, particularmente por la relación que el presidente ha mantenido con Nayib Bukele, presidente salvadoreño, quien ha liderado una agresiva estrategia contra las pandillas como la MS-13.
El Salvador, con su política de “mano dura” y cárceles de máxima seguridad, podría convertirse según algunos opinadores, en el socio ideal de Washington para este plan. Durante una conversación entre Trump y Bukele, se discutió incluso la posibilidad de enviar a integrantes de bandas peligrosas como el Tren de Aragua, una organización criminal venezolana, a las cárceles salvadoreñas.
Esta relación muestra de qué manera el presidente de los Estados Unidos interpreta la cooperación internacional en materia de seguridad. Algunos analistas advierten que trasladar delincuentes a países extranjeros podría abrir la puerta a fuertes tensiones diplomáticas y violaciones de derechos humanos, si el hecho de ese tipo de «exportaciones» no constituyera ya de por sí mismo una violación de esos derechos.
Implicaciones legales y éticas
El traslado de presos estadounidenses a cárceles extranjeras plantea toda una constelación de cuestiones legales y éticas. Desde el punto de vista jurídico, surge el problema de la extradición inversa: mientras la mayoría de los acuerdos de extradición entre países se enfocan en entregar a personas acusadas de delitos para enfrentar juicios, este plan implicaría el envío de ciudadanos ya condenados a purgar su condena en prisiones extranjeras.
Por otro lado, algunos críticos señalan que este enfoque trata de “exportar la delincuencia” y podría implicar que Estados Unidos evade su responsabilidad sobre los problemas internos que alimentan la criminalidad, como la desigualdad, el racismo sistémico y la falta de acceso a programas de rehabilitación efectivos. En lugar de abordar las causas estructurales del delito, la propuesta se centra en desplazar sus consecuencias a otros países.
¿Qué podría significar para América Latina?
De implementarse, esta medida tendría implicaciones significativas para América Latina, que históricamente ha enfrentado los efectos de las políticas de seguridad de Estados Unidos. La región ya lidia con altos niveles de violencia, pobreza y sistemas penitenciarios colapsados. Aceptar prisioneros estadounidenses reincidentes podría agravar estas problemáticas, convirtiendo a los países receptores en “depósitos” de criminales internacionales.
¿Una solución viable o puro «populismo punitivo»?
La propuesta de Donald Trump de enviar a criminales reincidentes a cárceles extranjeras representa, en esencia, una solución superficial a un problema realmente complejo. Aunque tal operación podría significar «ahorros» a corto plazo para el sistema penitenciario estadounidense, plantea serios problemas legales, éticos y diplomáticos.
En última instancia, abordar la delincuencia requiere un enfoque integral que ataque las causas estructurales del crimen y no solo sus consecuencias.
Desplazar a los presos al extranjero es más una táctica de populismo punitivo que una solución sostenible y efectiva.
