¿Por qué los más poderosos ya no temen mostrarse como villanos? ¿Qué objetivos se esconden tras esa estrategia?
Asegura en este artículo nuestro colaborador Manuel Medina, que en tiempos no muy lejanos, los villanos se ocultaban el rostro, tratando de pasar desapercibidos. Ahora sucede todo lo contrario: presumen de su poder y exhiben sus latrocinios sin mostrar vergüenza alguna. Desde Trump hasta Elon Musk, pasando por los dueños de las grandes corporaciones propias y foráneas, han logrado convertir, con nuestra aquiescencia, la impunidad en un espectáculo en el que nosotros, los espectadores, aplaudimos.
Por MANUEL MEDINA (*) PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
El poder siempre ha fascinado a la humanidad. En las películas, los villanos más temibles suelen tener una presencia magnética: imponen respeto, controlan el juego y, muchas veces, parecen inalcanzables.
Pero lo que sucede en la ficción no es muy distinto a lo que ocurre en la realidad. Hoy, los grandes capitalistas y líderes políticos no se esconden. Más bien exhiben su poder con orgullo, casi como si fueran personajes de una película. Se presentan como genios incomprendidos, héroes de su propia historia y hasta «rebeldes» que luchan contra el sistema, cuando en realidad son quienes lo manejan.
Pero, ¿cómo hemos llegado a este punto? ¿Cómo es que el capitalismo no solo permite estas figuras, sino que las aplaude y las glorifica? Para entenderlo, hagamos un esfuercito e iniciemos un breve recorrido por la historia y la cultura que han moldeado nuestra actual percepción del poder.
EL PODER MÁS ALLÁ DE LA MORAL
Ya Karl Marx, en El Capital, dejó bien claro que la moral no es lo que define el sistema capitalista. No se trata de si los empresarios son «buenos» o «malos», sino de los mecanismos económicos que determinan su comportamiento.
En otras palabras, no importa si un patrón es amable o cruel con sus trabajadores, porque el sistema ya está diseñado para que busque maximizar su ganancia a costa del trabajo ajeno o, en caso contrario, sucumba ante la competencia de otros patrones.
Cuando observamos la historia podemos constatar hasta qué punto de extrema crueldad puede llegar este sistema. Durante la Revolución Industrial los obreros trabajaban jornadas de hasta 16 horas, los niños eran explotados en fábricas y se usaban castigos físicos para disciplinar a los trabajadores.
En la Comuna de París (1871) se enfrentaron dos mundos: los trabajadores que luchaban por un sistema más justo y una clase burguesa dispuesta a aplastarlos sin la menor piedad. Aquí ya podemos ver un patrón de funcionamiento: el poder no solo necesita mantenerse, sino que hay que hacerlo a través de la represión y la manipulación.
EL CAPITALISMO COMO UN SHOW DE VILLANOS
Si hay algo que el capitalismo ha aprendido con los años es que la violencia no siempre necesita ser explícita. A veces es más efectivo disfrazarla de entretenimiento. Lo que antes se veía como dominación brutal, hoy se disfraza de «libertad de mercado», «emprendeduría» y «meritocracia».
Pero detrás de esos términos elegantes, el juego sigue siendo el mismo: unos pocos acumulan poder y dinero, mientras la mayoría lucha por sobrevivir.
El cine ha reflejado este hecho de manera brillante. Un conocido director de cine italiano , por ejemplo, filmaba historias donde los poderosos eran representados sin filtros: no eran personas confundidas o con dilemas morales, sino individuos que sabían exactamente lo que hacían y se enorgullecían de su impunidad.
En estas películas, los líderes políticos y empresariales miraban a cámara y explicaban, sin vergüenza, cómo manipulaban a la sociedad.
Hoy, esa impunidad no solo sigue vigente, sino que ha evolucionado: los ricos y poderosos ya no se esconden en la sombra, sino que se presentan como modelos a seguir.
TRUMP, EL JOKER Y LA RISA DEL PODER
En la campaña electoral de 2016 en Estados Unidos, muchos intentaron ridiculizar a Donald Trump llamándolo «payaso» o «bufón». La idea era restarle seriedad, hacer creer que era un personaje cómico sin capacidad real de liderazgo. Esta estrategia falló rotundamente. Trump no solo ganó las elecciones, sino que además abrazó esa imagen que se estaba difundiendo de él: se convirtió en un villano carismático, en un pretendido outsider que prometía «destruir el sistema», aunque en realidad solo se estaba dedicando a reforzar el dominio de los más ricos.
La película «Joker» llevó esta idea a la cultura popular. En el film, un hombre marginado se convierte en símbolo de rebelión, y su maquillaje de payaso se transforma en una imagen poderosa. Curiosamente, esta representación ambigua fue aprovechada por sectores de extrema derecha que empezaron a identificarse con el personaje. El mensaje era claro: «la sociedad está podrida, hay que destruirla». Pero, ¿quiénes son los que deciden cuál es el significado de la expresión «destruir el sistema»? Pues muy fácil: en el caso al que nos referimos, y en otros muchos similares, los mismos que se están beneficiando de él.
No pocos de los ultraderechistas de nuestros días aparecen como ridículos bufones. Es cierto que, históricamente, este tipo de escenificaciones no son novedosas. Para confirmar su antigüedad nos bastaría con remontarnos a los espectáculos a mandíbula batiente que Mussolini montaba en sus discursos desde el balcón del Palacio de Venecia. O las espectaculares piruetas circenses con los que el Führer lograba enloquecer a un número nada despreciable de alemanes.
¿Cómo romper el endiablado ciclo en el que hemos quedado atrapados? La respuesta ya no puede estar ni en los héroes individuales, ni en las fantasías socialdemócratas consistentes en intentar «vencer al sistema desde adentro».
Pero lo cierto es que la frivolización de los nuevos «payasos» puede impedirnos apreciar el hecho de que tras los maquillajes bufonescos de los magnates-políticos se esconde, frecuentemente, un peligroso guerrero, ansioso por batirse en el campo de batalla de la lucha de clases contra unos enemigos que, si bien son numerosos, están desideologizados, desorganizados, desarmados y, lo que es peor, desmoralizados.
Y la cuestión más preocupante está siendo que la imagen del Joker está dejando de ser un simple abalorio de una «rebelión» que nunca fue, para convertirse en una poderosa herramienta de guerra para quienes hoy están defendiendo la desigualdad con el disfraz de la «libertad».
LA DISTOPÍA DEL PRESENTE
La cultura pop y la política se han fusionado en un espectáculo donde los ricos y los poderosos ya no necesitan esconderse.
Hasta hace relativamente poco tiempo, el capitalismo imponía su dominio desde la sombra. Ahora, a consecuencia de nuestra propia asepsia ideológica, no teme que hacerlo a plena luz del día, utilizando discursos «rompedores» de «libertad», «meritocracia» y «esfuerzo individual». Tratan de vender masivamente la idea de que hoy cualquiera puede ser millonario si es «suficientemente astuto«, cuando la realidad es que nunca la riqueza ha estado concentrada en menos manos.
Vivimos, pues, en una era donde el capitalismo no solo nos domina económicamente, sino que ha conquistado también nuestra imaginación, nuestras ideas. Nos ha convencido de que sus villanos son «rebeldes», que su violencia es «necesaria» y que la única salida es jugar bajo sus reglas. Aunque la historia demuestra que las reglas pueden cambiarse.
La gran pregunta que debe acuciarnos hoy es: ¿cómo romper el endiablado ciclo en el que hemos quedado atrapados?
La respuesta ya no puede estar ni en los héroes individuales, ni en las fantasías socialdemócratas consistentes en intentar «vencer al sistema desde adentro». Y mucho menos en esperar paliativos y chucherías de llamativos colorines que nos ayuden desde un incierto lejano Oriente.
La verdadera solución pasa necesariamente y sine qua non por la organización colectiva y por entender que el poder no es una cuestión de la astucia personal, sino de la existencia de unas estructuras económicas a las que aunque resulte duro de aceptar, hay que decidirse a desafiar.
¿Seguiremos aplaudiendo el espectáculo o nos decidiremos, por fin, a escribir un guión diferente?
MANUEL MEDINA (*) es profesor de Historia y divulgador de temas relacionados con esa materia