SOCIALDEMÓCRATAS: «EL CORDÓN SANITARIO QUE AYUDARON A TEJER, AHORA LOS ESTÁ AHOGANDO»

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Cuando la socialdemocracia dejó de ser útil al capital y magicamente la convirtieron en la nueva «amenaza roja»

Durante años, los socialdemócratas y centristas de «izquierda» se emplearon a fondo en tratar de aislar a los comunistas y a los movimientos de la izquierda transformadora, creyendo que de esa forma se aseguraban un asiento en la suculenta mesa del poder. Pero ahora, los neoliberales han cambiado las reglas del juego y han puesto a estos mismos socialdemócratas en las listas negras de los «radicales indeseables». La ironía es tan brutal como predecible: el cordón sanitario que ellos ayudaron a tejer, ahora se anuda fuertemente en sus cuellos.

POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL

     La ironía es un plato que se sirve siempre frío. Y los socialdemócratas y centristas «de izquierda» en Europa lo están degustando a bocados. 

     Durante años, con aires de una dignidad impostada, participaron en la construcción de un cordón sanitario para aislar a los comunistas y a los movimientos de la izquierda transformadora, convencidos de que, con esa jugada, se ganaban un sitio respetable en la mesa del poder. 

    En nuestros días, el guion ha cambiado, y son ellos quienes están siendo declarados personas non gratas por sus antiguos aliados de la derecha, que los ven como una amenaza de «izquierda radical».

   «Los neoliberales no tienen amigos, solo intereses. Y la socialdemocracia ha dejado de serles útil.»

LOS ARQUITECTOS DEL MURO, AHORA ATRAPADOS DENTRO

    Los socialdemócratas europeos solían jugar un doble papel: por un lado, adoptaban tímidas políticas de bienestar para mantener su imagen atractiva y progresista; por otro, demonizaban a los comunistas y a la izquierda más combativa, colaborando con las derechas en la tarea de aislar cualquier propuesta realmente transformadora. ¿El resultado? Se aseguraban el papel de ser la «izquierda oficial y posible», la que no incomoda demasiado, la que puede sentarse a negociar con los grandes empresarios y los guardianes del neoliberalismo sin generar demasiado ruido.

       Pero resulta que los neoliberales no tienen amigos, solo intereses. Y cuando la crisis capitalista se hizo más profunda, cuando las élites empresariales decidieron que ya no necesitaban ni siquiera el barniz progresista de la socialdemocracia, comenzaron a empujar a estos centristas al mismo rincón donde antes habían arrinconado a los comunistas.

   «Si colaboras con la reacción para frenar a la izquierda, tarde o temprano te convertirás en su próxima víctima.»

    Los ejemplos estan a la vista.  En Austria, por ejemplo, los socialdemócratas del SPÖ fueron descartados como socios de gobierno porque su líder, supuestamente según la derecha, «ha cambiado a la retórica de la lucha de clases». ¡Horror! Y ya saben, nada asusta más a la burguesía que alguien que empieza a recordar que el conflicto de clases existe. 

   En FranciaMacron ha hecho malabares para evitar que una izquierda socialdemocratizada, gobierne, demonizando al Nuevo Frente Popular y prefiriendo flirtear con la extrema derecha.

 

¿QUIÉNES SON LOS NUEVOS «RADICALES»?

     Lo verdaderamente cómico es ver cómo la etiqueta de «extremismo» ha sido sometida a una suerte de lifting reconfigurador.  Lo que antes era una acusación contra los comunistas, hoy empieza a ser aplicado incluso a la socialdemocracia más moderada. ¿Defender impuestos progresivos? Radical. ¿Hablar de justicia social? Extremista. ¿Proponer políticas climáticas que incomoden a las grandes corporaciones? Terrorismo ecológico.

    Mientras tanto, la extrema derecha, esa que hasta hace bien poco era motivo de vergüenza en las democracias burguesas europeas, y la derecha de toda la vida le hacía «fooos»ahora está siendo gloriosamente normalizada. En nuestros días, sus jefes y líderes cenan con los políticos neoliberales, rubrican pactos en parlamentos y, en muchos  casos, están siendo vistos como una impecable «alternativa responsable» para la custodia del Sistema. Lo cual no deja de ser cierto.

     En Alemania, la CDU vota junto a la extrema derecha de AfD medidas contra la inmigración. 

     En Austria, los postnazis del FPÖ se perfilan como partido de gobierno. 

    En Francia, el macronismo ha asumido buena parte del discurso de Marine Le Pen.

    «Lo que antes era una acusación contra los comunistas, hoy se aplica incluso a la socialdemocracia moderada.»

      Y mientras tanto, aquellos respetables socialdemócratas, que ayudaron a criminalizar y aislar a la izquierda combativa, miran con cara de espanto cómo les estampan las puertas en las mismas narices. ¿No era esto lo que ellos mismos promovían cuando se trataba de excluir a los comunistas?

 

UN MUNDO AL REVÉS

    Lo que realmente resulta fascinante en este giro copernicano de acontecimientos es que confirma una vieja verdad: si colaboras con la reacción para frenar a la izquierda, tarde o temprano te convertirás en su próxima víctima.

    Lo estamos viendo  en toda Europa: los que ayer creían estar en el lado «correcto» del cordón sanitario, hoy ven espantados cómo los expulsan de mala manera de los salones donde solían sentirse muy seguros. 

      Y es que es la misma historia la que nos enseña que las cosas en la tensa correlación social de fuerzas, siempre suelen concluir  en la misma ecuación. Para comprobarlo nos bastaría con recurrir a las hemerotecas y zambullirnos un ratito en la década de los veinte y treinta del siglo pasado.

      La extrema derecha, que nunca ha ocultado su olímpico desprecio por cualquier tipo de valores democráticos, se ha convertido en un socio legítimo para los neoliberales– trumpistas o no-, mientras que la socialdemocracia continúa navegando, como siempre, sin rumbo y en la cuerda floja. El problema es que, después de años de haber debilitado a la izquierda real, ahora ni siquiera van a disponer ya de una base sólida en la que poderse apoyar. Y si no, tiempo al tiempo.

    Porque, seamos honestos de una vez: ¿quién va a salir a las calles a defender a aquellos que hace años decidieron alinearse con la derecha para marginar cualquier idea de transformación real? 

      La ironía ha cerrado definitivamente el círculo.

https://canarias-semanal.org/art/37232/socialdemocratas-el-cordon-sanitario-que-ayudaron-a-tejer-ahora-los-esta-ahogando

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