ROJAVA.- La confrontación social con la masculinidad

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La cuestión de la liberación de la mujer debe ser un componente central de cualquier estrategia revolucionaria actual. Hablamos del siglo XXI como el siglo de las revoluciones de mujeres, y esta afirmación se ha confirmado en muchos momentos de los últimos años. El ejemplo más significativo es probablemente la revuelta popular en Irán, que comenzó como una revuelta de las mujeres: mujeres que se rebelaron contra su opresión sistemática y lucharon por un cambio fundamental. Fue desencadenada por el asesinato de la joven kurda Jîna Amini a manos del régimen islámico-político de los mulás. Las mujeres que iniciaron la revuelta se dieron cuenta de que los actos de violencia patriarcal no son actos aislados, ni accidentes trágicos, y que solo se pueden detener eliminando su raíz, revolucionando todo el sistema.
Este tipo de revueltas demuestran que la lucha de las mujeres ha alcanzado un nivel revolucionario. Una revuelta de mujeres puede ser el comienzo de una situación revolucionaria que abarque a toda la sociedad y que pueda suponer una amenaza real para el sistema capitalista patriarcal. Las mujeres, como sujetos políticos, tienen el potencial de llevar a cabo tales cambios revolucionarios. Debido a su doble opresión, también tienen un doble deseo de liberarse. En todo el mundo está creciendo la conciencia de género entre las mujeres, que se rebelan contra la injusticia que sufren. Sin embargo, también vemos que ninguna de las revueltas de mujeres ha conducido a una revolución exitosa. Sin duda, esto se debe a varias razones que todo revolucionario debería analizar en profundidad. Sin embargo, en este texto nos centramos en el problema de que los hombres comunistas no apoyan suficientemente la lucha por la liberación de las mujeres y, por lo tanto, consciente o inconscientemente deslegitiman el potencial que reside en la mujer como sujeto político. Estamos convencidos de que los hombres también deben asumir una responsabilidad activa en la cuestión de la liberación de la mujer. Será indispensable para el éxito de nuestra estrategia revolucionaria. La confrontación social con la masculinidad desempeña un papel importante en este sentido y es un método fundamental para que los comunistas masculinos contribuyan a la lucha por la liberación de la mujer.


¿Por qué es necesaria una confrontación social?
La contradicción cada vez más aguda en la que se encuentra atrapada la mujer proletaria en las condiciones actuales encierra al mismo tiempo el potencial para un cambio revolucionario. Las mujeres son explotadas doblemente por el sistema patriarcal-capitalista, pero también poseen el doble de fuerza explosiva, ya que aspiran a destruir ambos sistemas de opresión. La liberación se realizará en forma de una doble revolución, ya que tanto la revolución proletaria como la revolución de las mujeres solo pueden tener éxito juntas. Esto requiere, en primer lugar, que se cree una alianza estratégica entre las mujeres y los hombres proletarios y, en segundo lugar, que se comience a luchar activamente contra la opresión de la mujer. En el centro de esta lucha se encuentran las mujeres, que deben convertirse en sujetos políticos y líderes en la lucha por su propia liberación. Sin embargo, la segunda parte de la alianza, los hombres proletarios, no puede limitarse a desempeñar un papel pasivo de apoyo. Deben actuar activamente contra su propia masculinidad para debilitar el dominio social masculino. Deben estar dispuestos a apoyar activamente las luchas de las mujeres sin dominarlas.
El tratamiento del genocidio armenio es un ejemplo de la historia del movimiento obrero turco de izquierda que ilustra la importancia de que los opresores, y como tales también nos referimos a los hombres proletarios en nuestro contexto, se pongan del lado de los oprimidos. El genocidio armenio es uno de los mayores crímenes cometidos en nuestras tierras. Hasta hoy se sigue intentando borrar este cruel capítulo de la historia e impedir cualquier recuerdo del mismo. Con esta política de negación, el Estado tuvo éxito durante mucho tiempo, de modo que amplias masas de la población, incluso sectores más progresistas, defendían las mentiras negacionistas. El punto de inflexión se produjo tras el asesinato por parte del Estado del armenio Hrant Dink, que desencadenó una gran ola de protestas bajo el lema «Todos somos armenios». Esto también fue una forma de confrontación social que hizo que se cuestionara y combatiera el revisionismo histórico que practicaba el Estado y que, hasta cierto punto, era apoyado por las masas.
Es necesario un reconocimiento similar en las relaciones de género. En la sociedad actual, profundamente impregnada de una mentalidad patriarcal, se culpa a las mujeres de los delitos que sufren o no se reconocen como delitos. En caso de violación, se pregunta cómo iba vestida la víctima. En el caso de un marido violento, se pregunta qué ha hecho la mujer para enfurecerlo tanto. Este patrón se repite y, al mismo tiempo, la violencia patriarcal adquiere proporciones cada vez más desenfrenadas. Esto se ve reforzado por diversas agendas misóginas, como el Año de la Familia en Turquía. Al género masculino le cuesta confrontarse con su papel de agresor y opresor. Los hombres intentan buscar al menos parte de la culpa en las mujeres, desconfían de ellas y se sienten obligados a solidarizarse con otros hombres. Pero los hombres deben reconocer y comprender su papel en el sistema patriarcal-capitalista. Hay que conocer la realidad para poder cambiarla.


¿Por qué deben asumir responsibildad los hombres comunistas?
Los hombres comunistas deben asumir una responsabilidad especial en la lucha por la liberación de las mujeres, no a pesar de su posición dentro de la estructura de poder existente, sino precisamente por ella. Como la parte más progresista de su género, les corresponde un papel especial a la hora de no solo criticar las estructuras patriarcales, sino también superarlas activamente. Todo hombre comunista que pretenda formar parte de un movimiento revolucionario debe comprender que, mientras no cuestione su propia supremacía masculina, frenará la lucha común en lugar de impulsarla.
La lucha por la revolución de las mujeres está indisolublemente ligada a la lucha por la revolución proletaria. Por esta razón, los hombres comunistas tienen la tarea ineludible de contribuir de manera práctica a la lucha por la liberación de las mujeres. No basta con formarse teóricamente o simplemente reflexionar sobre el propio comportamiento. Los hombres comunistas deben dar el siguiente paso, pasar a la acción, convertir sus ideas en práctica política e involucrar a otros hombres en este proceso. Solo así podrá tener lugar a gran escala la necesaria confrontación social con la masculinidad.
La conexión entre la lucha por la liberación de las mujeres y la clase obrera garantiza que la primera no pueda seguir siendo una tarea exclusiva de las mujeres. Exige que los hombres comunistas que aspiran a cambiar esta sociedad desde sus cimientos asuman tareas en este campo de lucha. En concreto, esto significa que deben desaprender el comportamiento sexista, cuestionar críticamente los espacios dominados por los hombres, no tolerar los entornos sexistas, sino politizarlos y cambiarlos. No deben esconderse detrás del activismo simbólico, sino oponerse activamente a la dominación masculina cotidiana. Porque el patriarcado no solo es un ataque a las mujeres, sino que también divide al movimiento revolucionario y debilita la lucha de clases. Al igual que el socialchovinismo turco es un obstáculo central para la solidaridad entre los trabajadores turcos y kurdos, el chovinismo masculino también bloquea el avance conjunto de la clase obrera. Cuando los hombres comunistas toleran el comportamiento machista en sus propios círculos, no solo demuestran su propia debilidad ideológica, sino que al mismo tiempo debilitan la lucha por la liberación de la clase obrera.


Trabajos concretos para la confrontación social en Rojava
En Rojava, los comunistas patriotas ya han adquirido una valiosa experiencia al comenzar a confrontar su masculinidad. En una zona que todavía está muy marcada por mentalidades y tradiciones feudales, esto supone, naturalmente, un reto aún mayor. Sin embargo, Rojava es también la tierra de la revolución y de la revolución de las mujeres. Para mantener los logros ya alcanzados y seguir desarrollando la revolución, la confrontación con la masculinidad es inevitable.
Los comunistas patriotas han comenzado a desarrollar programas educativos que abordan la masculinidad social, la dominación masculina y los roles de género. En estos programas se deja claro que la masculinidad no es algo natural, sino un sistema que ha evolucionado históricamente y se reproduce de forma consciente, contra el que debemos luchar los comunistas de todos los géneros. La dominación masculina se desarrolló junto con el surgimiento de la propiedad privada y, hasta el día de hoy, hace que la relación entre hombres y mujeres ya no sea humana, sino más bien como la relación entre un esclavo y su amo. El hombre no ve a la mujer como un ser humano con los mismos derechos, sino como un objeto que puede poseer y sobre el que puede disponer. Como consecuencia, el hombre también se ha alejado de su propia masculinidad.
Este origen de la relación actual entre los sexos se ha tratado en los diferentes formaciones en Rojava. Sin embargo, no se trata solo de comprender la historia y la teoría, sino de aplicar concretamente estos conocimientos para cambiar la propia vida, la relación con las propias acciones y con las mujeres. Las autocríticas que, con razón, han hecho los comunistas y patriotas masculinos en los programas deben ir seguidas de acciones visibles. Así, también se debatieron métodos concretos para combatir los comportamientos patriarcales. En particular, se debatió en profundidad el tema de la violencia doméstica y la violencia masculina en general. La conclusión de estos primeros debates fue que la confrontación con la masculinidad social y los resultados que se derivarán de ella serán pilares fundamentales para la consolidación de la revolución de las mujeres y de todos los logros democráticos.

Mayo de 2025
Comité Central del MLKP

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