¡QUÉ RAZÓN TENÍA CHOMSKY!: SOBRE EL SISTEMA POLÍTICO ESTADOUNIDENSE Y SUS FALLAS ESTRUCTURALES

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¿Por qué Estados Unidos no aprende nunca de sus errores? ¿Por qué las instituciones estadounidenses parecen diseñadas para fracasar?

Noam Chomsky ha sido un crítico persistente del sistema político y las instituciones estadounidenses, argumentando que están estructuradas para proteger intereses de las élites . Su visión, antes condenada a la marginalidad, es ahora reconocida incluso por académicos como Stephen Walt, quienes admiten que «Chomsky tenía razón». ¿Qué es lo que podemos aprender de este diagnóstico «chomskiano» sobre la política exterior y las fallas del poder estadounidense?

POR CÁNDIDO GÁLVEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

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    Desde hace décadas, Noam Chomsky ha sido una figura central en el debate político e intelectual, cuestionando las bases del sistema político y económico de Estados Unidos.

    En su libro más reciente, The Myth of American Idealismescrito junto a Nathan Robinson, Chomsky reitera una de sus tesis más duraderas: las instituciones estadounidenses están estructuralmente diseñadas para perseverar en los errores y concentrar poder, dejando de lado los principios democráticos y éticos que proclaman defender.

     En este artículo exploraremos las ideas centrales del libro, apoyadas en reflexiones de académicos como Stephen Walt y las implicaciones más amplias para el sistema político estadounidense.

  ¿POR QUÉ LAS INSTITUCIONES ESTADOUNIDENSES PARECEN DISEÑADAS PARA FRACASAR?

     Chomsky ha señalado, desde sus primeros trabajos políticos, que la política exterior de Estados Unidos no se guía por ideales democráticos, sino por intereses estratégicos y económicos. Stephen Walt, catedrático de Harvard, quien inicialmente se mostraba escéptico frente a las posturas de Chomsky, reconoce ahora que los errores en las políticas de Washington no son casuales ni aislados, sino parte de un patrón continuo. Walt resume esta idea con contundencia:

   “Los mismos errores se cometen una y otra vez por las mismas personas, sin que nadie pague un precio por ello”.

     Esto no solo señala una falla sistémica en el aprendizaje institucional, sino que sugiere algo más profundo: una resistencia estructural al cambio. Las instituciones estadounidenses parecen expresamente diseñadas para proteger un statu quo en el que las élites políticas y económicas se benefician, mientras los costos recaen sobre la población general y los países afectados por su política exterior.

   ¿POR QUÉ OTROS TARDARON TANTO EN VER LO QUE CHOMSKY VIO?

    Stephen Walt sugiere que Chomsky tenía dos ventajas clave que le permitieron desafiar al establishment desde el principio. En primer lugar, su formación como lingüista, y no como político o diplomático, le dio una independencia inusual frente a los centros de poder. No necesitaba construir su carrera como asesor o funcionario, lo que le permitió hablar con una libertad que pocos académicos se permiten. En segundo lugar, su posición en el MIT, una institución con una fuerte tradición de pensamiento independiente, le permitió mantenerse alejado de las presiones políticas directas.

      La resistencia a aceptar las verdades incómodas que Chomsky señalaba también tiene una dimensión social. Walt explica que «desmarcarte de las opiniones predominantes en tu entorno es socialmente incómodo».

      Este fenómeno, combinado con las aspiraciones de muchos intelectuales de ser parte del poder, crea una barrera casi impenetrable para la crítica radical. Chomsky, al no depender de estas redes para su reconocimiento, pudo cuestionar frontalmente al establishment.

    ERRORES REPETIDOS Y LA FALTA DE RENDICIÓN DE CUENTAS

    Uno de los puntos más inquietantes del análisis de Chomsky es la incapacidad del sistema político estadounidense para aprender de sus errores. Esto se refleja, por ejemplo, en las políticas de Oriente Medio. Desde la invasión de Irak en 2003 hasta la reciente retirada de Afganistán, los fracasos han sido evidentes. Sin embargo, los mismos actores políticos y sus ideas centrales siguen dominando el discurso. Walt, coautor del libro The Israel Lobby junto a John Mearsheimer, señaló en 2006 cómo las influencias de ciertos grupos de presión, como el lobby israelí, perpetúan políticas desastrosas en la región.

    La falta de rendición de cuentas es otro aspecto central. En lugar de enfrentar consecuencias, los responsables de decisiones fallidas suelen pasar a ocupar puestos lucrativos en corporaciones o think tanks. Esta «puerta giratoria» entre el gobierno y el sector privado asegura que los errores no solo se repitan, sino que se institucionalicen.

    Testimonios como el de Daniel Ellsberg, el analista que filtró los Papeles del Pentágono, revelan que estas dinámicas no son nuevas. Ellsberg pasó de ser un insider cercano a figuras como Henry Kissinger a convertirse en un crítico feroz del sistema cuando entendió la profundidad de sus fallas.

BIPARTIDISMO Y CONSENSO EN POLÍTICA EXTERIOR. 

      Uno de los elementos más llamativos del análisis de Chomsky es su crítica al consenso bipartidista en política exterior. Aunque demócratas y republicanos se presentan como supuestos adversarios ideológicos, en temas clave como el papel de Estados Unidos en el mundo, la promoción del libre mercado y el intervencionismo militar, ambos partidos están notablemente alineados.

     Walt recuerda que la mayoría de los demócratas apoyaron la invasión de Irak en 2003, y que las administraciones de Clinton, Bush, Obama, Trump y Biden han mostrado más continuidades que rupturas en su enfoque global. Este consenso, conocido como The Blob por críticos como Ben Rhodes, representa una ortodoxia bien arraigada que deja poco espacio para el pensamiento crítico.

¿HAY ESPACIO PARA NUEVAS IDEAS?

     A pesar de estas dinámicas, algunos ven señales de cambio. La llegada de Donald Trump, aunque polémica y cargada de problemas, abrió una brecha en el consenso tradicional. Al adoptar posturas heterodoxas –aunque muchas veces poco fundamentadas–, Trump permitió que emergieran nuevas preguntas sobre el papel de Estados Unidos en el mundo.

    Organizaciones como el Quincy Institute for Responsible Statecraft, en cuyo consejo figura Walt, buscan promover una política exterior más realista y menos intervencionista. Sin embargo, estos esfuerzos aún están en sus primeras etapas y enfrentan la resistencia de un sistema profundamente arraigado.

REFLEXIONES FINALES: ¿HACIA DÓNDE VAMOS?

     El análisis de Chomsky sigue siendo relevante porque apunta a problemas estructurales que trascienden gobiernos y generaciones. Como bien señala Walt,

     “hay algo fundamentalmente podrido en algunas de las instituciones de Estados Unidos”.

     Esta podredumbre no se limita a la política exterior; afecta a la economía, la justicia y otros pilares de la sociedad estadounidense.

     Los testimonios de figuras como Ellsberg, Walt y Mearsheimer nos recuerdan que cuestionar el poder tiene un costo personal, pero también una gran importancia histórica. En un mundo cada vez más interconectado, las decisiones de Estados Unidos tienen repercusiones globales, y el fracaso de sus instituciones no es solo un problema interno, sino una amenaza para la estabilidad internacional.

    La pregunta ahora es si el sistema político estadounidense tendrá capacidad para reformarse desde dentro o si continuará repitiendo los errores del pasado. Chomsky, como siempre, nos insta a no aceptar respuestas fáciles y a cuestionar las narrativas dominantes.


Fuentes consultadas:

  1. Foreign Policy – Stephen Walt sobre Chomsky
  2. The Quincy Institute
  3. London Review of Books – Walt y Mearsheimer

https://canarias-semanal.org/art/37232/que-razon-tenia-chomsky-sobre-el-sistema-politico-estadounidense-y-sus-fallas-estructurales

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