¿PODRÁ LA IZQUIERDA REVOLUCIONARIA RECUPERAR SU LUGAR FRENTE AL TSUNAMI POPULISTA?

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Elecciones europeas: un llamado a la acción para la izquierda anticapitalista

Las recientes elecciones al Parlamento Europeo han sorprendido a los partidos convencionales europeos y a sus aliados internacionales. La creciente insatisfacción con el capitalismo del siglo XXI ha dado lugar a una ola de populismo de derecha, que ha encontrado eco en la desesperación y el descontento de los trabajadores europeos. Ante esta realidad, Greg Godels pone en su articulo de relieve la necesidad urgente de que la izquierda recupere sus principios y su liderazgo para ofrecer respuestas reales a los problemas sociales y económicos.

POR GREG GÖDELS (*)

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Las recientes elecciones al Parlamento Europeo han provocado la sorpresa mayúscula de los partidos  europeos y a sus aliados internacionales. 

      Desde su creación, la UE ha mostrado una cara estable y confiable del dominio capitalista, organizado en torno al fundamentalismo de mercado, menospreciando la intervención en el mercado y frenando, e incluso revirtiendo, el crecimiento del sector público. Los amplios partidos de centro-derecha y centro-izquierda, -tradicionales pro empresariales, liberales y socialdemócratas-, se unieron con objeto de asegurar esa agenda.

     Con la desmoralización o el declive de la izquierda anticapitalista, ha habido poca resistencia al avance del programa de la Unión Europea.

   En el vacío dejado por una izquierda anticapitalista, marginal o endeble, surgió una nueva ola de populistas de derecha dispuestos a explotar la creciente insatisfacción masiva con el capitalismo del siglo XXI y sus guardianes políticos. Los reveses económicos, los estándares de vida estancados o en declive, la seguridad social y laboral inadecuada, la desigualdad, el conflicto social y el desplazamiento sufrido por los trabajadores europeos estaban clamando por una expresión política. Los oportunistas de derecha respondieron gustosamente a estas demandas con un nacionalismo vacío, culpas y vergüenzas mal dirigidas, y anti-elitismo cultural.

     En toda Europanuevos partidos o partidos renovados como el Partido de la Libertad de Austria, el Reagrupamiento Nacional de Francia, Alternativa para Alemania, el Partido Fidesz de Hungría, la Liga y Hermanos de Italia, el Partido por la Libertad de los Países Bajos, Vox de España, y otros muchos, compiten por llenar el espacio radical de oposición abandonado o descuidado por la izquierda anticapitalista.

     Donde los Partidos comunistas europeos siempre podían contar con un voto de protesta mucho más robusto más allá de su membresía central, el voto de protesta ahora va a la derecha populista por defecto.

     A lo largo de los últimos años, y con la intención de frenar la marea populista de derechanuevos estrategas han estado tratando de ingeniar nuevas alianzas, acuerdos de reparto de poder, e incluso gobiernos tecnocráticos. Partidos populistas con el cuño de un supuesto “izquierdismo” Syriza, PODEMOS o la «Francia Insumisa» de Mélenchon– han aparecido en el escenario político europeo con el propósito de intentar atraer el apoyo de la misma ira y frustración masiva que ahora trata de explotar la derecha populista.

«Ninguna de estas supuestas respuestas al populismo de derecha ha tenido éxito en contener o revertir su avance».

     Pero ninguna de estas supuestas respuestas al populismo de derecha ha tenido éxito en contener o revertir su avance. Las elecciones parlamentarias europeas del pasado mes de junio han marcado, en muchos aspectos, un nuevo punto álgido para el populismo de derecha. Tanto en Francia como en Alemania -los dos pilares del proyecto del Euro— la derecha ha logrado ganancias espectaculares.

    De manera más dramática, el Reagrupamiento Nacional (RN) francés —el histórico partido de la familia Le Pen— ganó más del doble de votos (más del 31%) que el partido gobernante de Macron. En un acto de frustración y, quizás, desesperación, Macron convocó las elecciones nacionales anticipadas para finales de junio. Sin duda, esperaba clamar por un “frente unido” contra la amenaza de un gobierno de derecha, como ha hecho con éxito en el pasado. Asumía que su partido y el RN ganarían en la primera ronda y que la izquierda no tendría más remedio que apoyarlo en la segunda vuelta.

    Mientras tanto, la tasa de aprobación de Macron en Francia ha alcanzado un mínimo histórico del 5.5%. Y comenzó su campaña atacando tanto a la izquierda como a la derecha (“la fiebre de los extremos”), lo cual difícilmente podía ser una fórmula para atraer a la izquierda en la segunda ronda de votación.

    Pero los partidos de izquierda moderada —Francia Insumisa, el Partido Comunista, los Socialistas y los Verdes— formaron su propio “frente unido” precario para hacer un impacto en la primera ronda. La pregunta interesante era si el partido de Macron devolvería el favor y apoyaría este esfuerzo en una segunda ronda contra el RN. Dudo que lo hagan. La “solidaridad” burguesa solo suele llegar hasta cierto punto.

    En Alemania, el partido de extrema derecha, semi-populista, Alternativa para Alemania (AfD) se convirtió en el segundo partido más grande detrás de los Demócratas Cristianos, obteniendo más votos que cualquiera de los partidos individuales en la coalición gobernante. El Partido Verde, obsesionado con emprender la guerra, sufrió un golpe especialmente duro en esta elección, perdiendo nueve escaños.

   “Un 44% votó por la «Alianza por Alemania» por decepción con otros partidos”.

    Aunque la AfD ha hecho menos que el RN para intentar limpiar su imagen de detritus fascistas, atrae mucho apoyo de los votantes de protesta de la clase trabajadora. Las encuestas de ARD en Alemania encontraron que “un 44% completo votó por la AfD por decepción con otros partidos”.

     Y así es como se debe entender gran parte del apoyo electoral a la derecha populista. La derecha tradicional ha atraído su apoyo desde hace mucho tiempo de la burguesía, las pequeñas empresas, los estratos profesionales: aquellos que protegen su estatus en una sociedad capitalista.

   La derecha populista, llevando ese enfoque un paso más allá —a través de la nostalgia, la culpa equivocada, el falso anti-elitismo y la falsa promesa de un cambio que alterará la vida— apela a las masas: aquellos alienados de una sociedad capitalista. A menos que uno quiera descartar cínicamente a la gente por sus malas elecciones o regañarlos pomposamente por su mal juicio, debe concluir que los partidos de izquierda existentes han fallado a las masas, han perdido su credibilidad y han entregado el liderazgo en los temas populares, permitiendo que la derecha populista llene el vacío.

   «Ninguna de estas supuestas respuestas al populismo de derecha ha tenido éxito en contener o revertir su avance».

     ¿Se puede imaginar a Le Pen o incluso a Macron ganando los votos de los trabajadores de Francia del Partido Comunista de la posguerra, de Thorez, Duclos y Rochet, el partido estimado por su papel contra el fascismo y el partido que prometía el socialismo?

     ¿Se puede imaginar a Berlusconi, la Liga, el Movimiento Cinco Estrellas, Hermanos de Italia atrayendo a la clase trabajadora italiana lejos del Partido Comunista de Togliatti, el partido que lideró la lucha antifascista, el partido que ofreció a los trabajadores italianos una lucha digna contra el capital?

     ¿Se puede imaginar a la AfD floreciendo en la RDA, esa parte de Alemania que hoy suministra el mayor número de votos a la AfD?

    Lo hacen hoy porque el Partido Comunista Francés ha abandonado su papel histórico como el campeón de la clase trabajadora y ni escucha a los trabajadores ni pone sus intereses entre las prioridades de su agenda.

    El Partido Comunista italiano se disolvió hace treinta y cinco años y allanó el camino para décadas de farsa política y populismo falso en la política italiana.

     Y el saqueo capitalista de la antigua República Democrática Alemana socialista plantó las semillas de la desesperación que han crecido en la AfD.

     «Pero no tiene por qué ser así. La historia no contada de las elecciones parlamentarias europeas revela un mundo de posibilidades. El Partido Comunista Griego,  el PC de Austria y el Partido de los Trabajadores de Bélgica»

     Deliberadamente pasados por alto por los medios de comunicación fueron los impresionantes avances de la izquierda en Grecia y Alemania. En ambos casos, el partidismo de la clase trabajadora, el socialismo con principios y el antiimperialismo militante y la promesa de paz atrajeron a los votantes. Donde la débil izquierda descafeinada hizo campaña por el miedo a la derecha y la defensa de la política exterior de la Unión Europea, el Partido Comunista Griego y un nuevo partido radical alemán  han sorprendido a los observadores con ganancias electorales significativas.

     El Partido Comunista Griego (KKEcasi duplicó su porcentaje de votos respecto a las elecciones parlamentarias europeas anteriores celebradas en 2019. Los resultados superaron sustancialmente también los porcentajes parlamentarios del año pasado. Su fortaleza se mostró especialmente en Ática y en áreas urbanas y de clase trabajadora. Estos avances se lograron debido a la postura de defensa de los principios del KKE y a pesar de nadar contra la corriente capitalista y bélica de la UE compartida por todos los demás partidos. El KKE muestra que derrotar al populismo de derecha es posible al dar respuestas reales, audaces y radicales a la desesperación de los trabajadores.

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     En Alemania, el ala izquierda del Partido Die Linke —el ala orientada a la clase trabajadora, antiimperialista— finalmente se separó y ha creado un nuevo Partido abiertamente opuesto a la agenda de la Unión Europea, su capitalismo institucionalizado y sus políticas de guerra. Liderado por la independiente Sara Wagenknecht, el nuevo partido se organizó rápidamente hace cinco meses, pero obtuvo el 6.2% de los votos en las elecciones parlamentarias europeas. Die Linke, que persistía en comprometerse y orientarse hacia el centro, fue aplastado, reducido al 2.7% de los votos. Las encuestas de ARD muestran que el nuevo partido atrajo 400.000 votos de Die Linke, 500.000 votos de los Socialdemócratas y 140.000 votos de la AfD. En algunas partes del Este de Alemania, el nuevo partido —donde aún no se ha implantado con nombre conocido — obtuvo hasta el 15% de los votos.

     Tal vez mejor que cualquier resultado, el nuevo partido dio un golpe impactante a la idea de que se debe detener al populismo de derecha reuniéndose en el centro en defensa de un capitalismo moribundo. Como nos recordaba Lenin:

   “Dos cuestiones ahora tienen prioridad sobre todas las demás cuestiones políticas: la cuestión del pan y la cuestión de la paz”.

    El nuevo partido de Wagenknecht dio prioridad a estas cuestiones, atacando la crisis económica e inflación de Alemania, así como la guerra mortal en Ucrania. Pero debemos seguir con atención la evolución política que pueda seguir ese nuevo partido.

     Al atender a los intereses de la clase trabajadora, el Partido Comunista de Austria y el Partido de los Trabajadores de Bélgica también han logrado avances contra la ola populista de derecha.

     Todo ello nos pone de manifiesto que la táctica vacía de oponerse al populismo de derecha ayudando a empujar los vagones  de los partidos centristas convencionales está demostrando ser un fracaso. La percepción de que se puede lograr alejar a los votantes de los impostores populistas de la derecha con un enfoque de constituir un “frente unido contra los chicos malos” no ha logrado ganar a la gente con una necesidad desesperada de pan y paz.

     Estos ejemplos están mostrando ser un enfoque probado para enfrentar el problema del populismo de derecha, un enfoque que no recurre a una retirada al centro o a un “frente unido” falso, insostenible e ineficaz. La sed de cambio sigue estando ahí.

https://canarias-semanal.org/art/36479/podra-la-izquierda-revolucionaria-recuperar-su-lugar-frente-al-tsunami-populista

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