Suiza es famosa no solo por el robo (los bancos que guardan inmensas fortunas de todo tipo de depredadores), sino por el chocolate y el reloj. Ya hubo quien en 1949 se burló de una de esas cosas, como Orson Wells, en una fantástica secuencia de otra fantástica película, «El tercer hombre».
Solo quedan para burlarse los bancos, y eso es imposible, y el chocolate. Así que vamos con el chocolate. Porque lo que ha ocurrido con la famosa y pomposa «Conferencia de Paz en Ucrania», de la que os adelanté lo que iba a pasar, se puede resumir con una frase: «ni el chocolate del loro». Es una expresión típica castellana que quiere decir que ha ocurrido algo insignificante. Llevado un poco más allá, significa que se ha hecho tan mala gestión de algo pomposo que ha resultado en nada. Y eso es lo que ha pasado. Nada.
Ni siquiera el estercolero mediático occidental ha podido rascar algo para endulzar la mierda habitual. El fracaso ha sido descomunal puesto que ni uno solo de los países BRICS ha firmado el comunicado simplón (y otros que lo hicieron inicialmente han retirado su firma al final, como Jordania e Irak). Da igual quien participase, que los tenéis aquí y el nivel que representaban, porque ha quedado más que claro que Occidente no es nadie y que solo tiene un camino: la guerra. Por eso un día después del fracaso, del ni el chocolate del loro, el perro faldero mayor de EEUU, conocido como secretario general de la OTAN, ha dicho que «los países de la alianza están celebrando consultas sobre la necesidad de llevar las armas nucleares a un estado de preparación para el combate». Por cierto, tan nerviosos y asustados están que el perro faldero tuvo dos significativos lapsus cuando habló de todo esto: dijo que «la Fuerza Aérea de la OTAN recibirá pronto los F-16» y que «los pilotos de la OTAN volarán los F-16 en Ucrania». Luego rectificó. Pero ahí queda. Porque es la realidad.
Occidente está muerto: política, cultural y militarmente. Solo le queda la hegemonía económica, y eso solo hasta octubre y la cumbre de los BRICS. Pero amenazar con las armas nucleares, en lo que se supone que es «respuesta» a las maniobras nucleares rusas, un día después del fracaso en Suiza indica cómo de grande es este fracaso. Se suponía que lo iban a anunciar en la cumbre de la OTAN del mes que viene, pero no han resistido. No pueden esperar tanto tiempo. Porque Occidente, su hegemonía, está a punto de morir. Y quiere morir matando(nos).
Pronto veremos a todo el estercolero mediático hablar de que si Rusia vuelve a las andanzas nucleares, de que si China aumenta sus reservas nucleares (porque este es el gran objetivo), y cosas así. Pero a diferencia de Rusia y China, y así lo tienen escrito en sus doctrinas estratégicas, EEUU y la OTAN hablan de «ataque preventivo». Suiza ha sido el último intento de hacer algo parecido a la diplomacia. El fracaso indica que ya solo queda lo militar de forma abierta, y esa guerra solo puede ser nuclear si Occidente quiere tener alguna posibilidad de sobrevivir. Porque la paliza que está recibiendo en el país 404, antes conocido como Ucrania, está demostrando que las famosas «wunderwaffen», las armas maravillosas occidentales, son humo. Literalmente.
Por lo tanto, todos los países que han firmado ese comunicado en la farsa de Suiza son, ahora mismo, co-participantes en esta estrategia nuclear occidental. Occidente está cada vez más asustado, cada vez es más consciente de que hay medio mundo (por ser benévolo) que no quiere cuentas con él, que para ese medio mundo no es nadie. La brecha se agrandará aún más después de esto y solo psicópatas como Milei o descerebrados como Boric pueden seguir el rollo occidental.
Dicho esto, un poco más del «chocolate del loro» relatado por los propios participantes: el canciller austriaco dijo tras ver lo que había pasado que «la cumbre ha sido como una estratosfera occidental», que «Occidente no es todavía consciente de que sin Asia, sin África y sin media América del Sur no se podrá influir en Rusia».
¿Y por qué lo dijo? No solo por constatar la realidad, sino porque ni siquiera los propios occidentales dieron «sustento» a la cumbre: la vicepresidenta de EEUU y el canciller alemán solo estuvieron el primer día. El primer ministro japonés estuvo… ¡dos horas y media!
Pero se hacen la foto, y el estercolero difunde esa foto. Y parece que todos estaban de acuerdo y tan contentos. Para nada. La presidenta suiza tuvo que reconocer que «hay diferentes puntos de vista» y lo más sorprendente es que un día después no aparezca en la página oficial información alguna sobre el comunicado final, que no solo está muy rebajado de todo sino que es tan poca cosa que se han gastado un montón de pasta para nada. No obstante, si tenéis interés, está aquí. Para este viaje no hacían falta esas alforjas (otro típico refrán castellano que significa que se esperaba mucho y no ha salido nada).
Lo más curioso es que lo que se acuerda ya estaba en el plan de paz chino de hace un año, y que se reitera en el plan conjunto chino-brasileño de mayo de este año. Entonces ¿para qué tanta parafernalia? únicamente, para mayor gloria occidental, para que pareciese que hacen algo. Y les ha salido el tiro por la culata.
Lo sangrante es que tanto en un caso, el chino, como en el otro, el chino-brasileño, Occidente calificó ambos planes de paz como «vagos e imprecisos». Echad un vistazo a lo que se ha aprobado, si no lo habéis hecho, y comparad.
Occidente no tiene remedio. Su reloj está parado en el tiempo y su chocolate no gusta ni a los loros. Y si Suiza era el exponente de todo, ya ni eso.
P.D.- Putin visita mañana Corea del Norte y dentro de dos días Vietnam. El eje del mal se acrecienta. Este último país es muy interesante, no solo porque está en marcha una purga de pro-occidentales dentro del Partido Comunista, sino porque cada vez ve con más simpatía a los BRICS.
(Publicado en el blog del autor, el 17 de junuio de 2024)