
¿Cómo enfrentar la maquinaria ideológica del capitalismo sin renunciar a los principios?
¿Por qué las izquierdas no logran movilizar a las masas como antes? se pregunta el conocido sociólogo argentino. ¿Qué se ha perdido en el camino? Marcelo Colussi analiza con crudeza los errores, las contradicciones y los desafíos del campo popular, sin renunciar a la esperanza de transformación. «El sindicalismo – asegura- ha sido cooptado por burocracias complacientes, las juventudes son captadas por discursos vacíos pero seductores..,» ¿Qué es lo que está sucediendo?
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
¿Qué ha pasado con la izquierda transformadora? ¿Por qué sus mensajes ya no movilizan como antes? ¿Se han perdido los ideales revolucionarios o han sido sepultados por la avalancha mediática capitalista?
En un artículo publicado por Marcelo Colussi (1) en su blog personal “mcolussi.blogspot.com” con el título «¿Qué estamos haciendo mal en la izquierda?», el sociólogo se plantea con crudeza y autocrítica el desconcierto, las fracturas y los límites actuales de las fuerzas de izquierda a nivel mundial.
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Desde una postura comprometida, Colussi no se excluye de la crítica. Muy al contrario, arranca su texto señalando que el error de muchos militantes es hablar de “la izquierda” en tercera persona, como si fuera una entidad externa, y no asumir que todas y todos quienes se identifican con ese campo político forman parte activa de los problemas que lo aquejan.
Según afirma el autor, la izquierda no solo ha perdido eficacia en sus propuestas, sino que ha sido sobrepasada por una derecha que ha sabido imponerse con habilidad en todos los frentes: ideológico, cultural, comunicacional, político y hasta simbólico.
De acuerdo a lo expresado por Colussi, uno de los grandes puntos de inflexión fue la desintegración del campo socialista europeo y la caída de la Unión Soviética. Este evento marcó, a su juicio, una orfandad política y teórica para las izquierdas del mundo, que no han sabido cómo reconstruir una alternativa sólida, autocrítica y viable al modelo capitalista.
Pero advierte que esto no debe convertirse en una excusa, ni mucho menos, para desechar la idea socialista, sino en un punto de partida para repensar críticamente las limitaciones de las experiencias pasadas.
El autor subraya que el socialismo no fracasó porque sí, ni puede despacharse con comparaciones simplistas como “Stalin fue igual que Hitler”. Según Colussi, lo que ocurrió en varios procesos revolucionarios del siglo XX fue una reproducción de las lógicas de poder heredadas del capitalismo, expresadas en nuevas burocracias, prácticas corruptas y retrocesos ideológicos. Por eso, señala que la construcción de una nueva sociedad requiere más que tomar el poder: exige una transformación cultural profunda, algo que –según él mismo sostiene– es “infinitamente más complicado”.
Para Colussi, el drama fundamental de las izquierdas contemporáneas es que no están logrando articular propuestas que conecten con los malestares reales de la gente. La maquinaria ideológica capitalista ha conseguido que el “éxito” se mida en términos de dinero, lo que lleva, por ejemplo, a considerar que un ingeniero cubano mal pagado es un “fracaso del socialismo”, sin cuestionar los valores de fondo que sustentan esa mirada.
Tal como plantea el autor, los valores del capitalismo están tan incrustados en las sociedades actuales que incluso quienes se consideran revolucionarios los reproducen sin darse cuenta.
En su análisis, Colussi sostiene que los cambios sociales auténticos son procesos largos, complejos, contradictorios y que siempre arrastran elementos del pasado. Cita a Gramsci para ilustrarlo: “Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer”. Este fenómeno, según explica, hace que incluso en contextos de revoluciones triunfantes sigan perviviendo el patriarcado, el racismo, el autoritarismo y otras formas de dominación que dificultan la consolidación de un verdadero sujeto transformador.
Según afirma el autor, no basta con señalar los errores de las izquierdas históricas ni con flagelarse por ellos. Lo que hace falta es una autocrítica profunda, pero no paralizante ni moralista. Colussi insiste en que los militantes y cuadros revolucionarios son seres humanos moldeados por el mismo sistema que combaten, y que esperar conductas “cheguevaristas” sin contradicciones es desconocer la complejidad de la condición humana. Por ello, considera fundamental establecer políticas públicas sostenidas que apunten, poco a poco, a la formación del “hombre nuevo”, sabiendo que esto llevará generaciones.
Colussi identifica con claridad que la derecha ha ganado terreno a través de la guerra ideológica y la hegemonía mediática. Las ideas socialistas no han perdido vigencia, sostiene, pero han sido sepultadas bajo un aluvión de mensajes capitalistas que moldean el sentido común. De acuerdo a lo expresado por el autor, el desafío actual es cómo reconstruir ese ideario en medio de un contexto donde la superficialidad mediática y el individualismo neoliberal han anestesiado a las masas, especialmente a la juventud.
Asimismo, señala que muchos de los métodos tradicionales de lucha ya no resultan eficaces. El sindicalismo ha sido cooptado por burocracias complacientes, las juventudes son captadas por discursos vacíos pero seductores, y las formas clásicas de agitación –como panfletos o pintadas– pierden efectividad en una era dominada por las redes sociales y el entretenimiento digital. Aun así, advierte que no se puede caer en la lógica de manipulación y mentira propia del enemigo: la ética de la izquierda debe mantenerse intacta.
En su análisis, Colussi se pregunta si los tiempos actuales permiten siquiera pensar en avances revolucionarios. Ante la creciente derechización electoral y el desinterés popular, plantea que quizá estemos en un ciclo de reflujo. Pero, en lugar de rendirse, apuesta por seguir buscando caminos nuevos, sin caer en el derrotismo ni en la autoindulgencia. Como afirma, “construir alternativas reales al capitalismo es cada vez más difícil, pero no imposible”.
En definitiva, el texto de Colussi no ofrece fórmulas mágicas ni respuestas acabadas. Pero sí una interpelación honesta, autocrítica y necesaria que invita a repensar las formas en que la izquierda se enfrenta a los desafíos del presente. Y, sobre todo, a asumir que el primer paso para cambiar la realidad pasa por entender profundamente nuestras propias limitaciones y contradicciones. ¿Estamos dispuestos a hacerlo?
(1) Marcelo Colussi es un sociólogo y analista político argentino, radicado en Guatemala desde hace años. Es conocido por sus escritos críticos desde una perspectiva marxista, centrados en temas de geopolítica, capitalismo, imperialismo, medios de comunicación y poder. Colabora habitualmente con medios alternativos y es autor de varios artículos y ensayos que abordan los procesos políticos en América Latina y el mundo, siempre con un enfoque anticapitalista y emancipador.