¿Está la Unión Europea preparando la guerra o desmantelando el Estado social?
¿La militarización de Europa es una respuesta a amenazas reales o una excusa para liquidar derechos sociales? ¿Puede el declive del imperio norteamericano abrir el camino al socialismo o solo a una nueva hegemonía? ¿Es China una alternativa real o solo otro engranaje del sistema de explotación?
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG
En un artículo firmado Oscar López, más conocido en la red por el seudónimo de «Marat«, publicó en el blog de su autoría, bajo el título “¿El mundo ante el abismo? Tragedia y farsa”, su autor ofrece una lectura lúcida, crítica, así como profundamente incómoda, sobre la actual coyuntura política internacional.
En su análisis, Marat desmenuza lo que considera una escenificación global que mezcla gestos de poder, declive económico y manipulaciones geopolíticas sin una dirección clara, salvo el de la preservación del orden capitalista en descomposición.
Según afirma Marat, la elección de Donald Trump para un segundo mandato no ha representado una amenaza bélica global directa como en otros momentos históricos, pero sí refleja una deriva peligrosa en la manera en que las potencias capitalistas utilizan la provocación y la amenaza como instrumentos de control económico y político.
El autor establece un paralelismo con la «crisis de los misiles de 1962», subrayando que, como entonces, se trata más de una «pantomima» que de una confrontación real, aunque en esta ocasión el escenario es eminentemente económico: la lucha de EEUU contra Europa y el resto del mundo para mantener su hegemonía.
De acuerdo a lo expresado por el autor, Europa no actúa como un bloque autónomo, sino como una suerte de entelequia sumisa que se ha vendido al dominio estadounidense desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
En lugar de desafiar a su verdadero amo imperial —EE.UU.—, los gobiernos europeos vuelcan su hostilidad contra Rusia, el actual “socio ocasional” de Trump, en una clara maniobra de distracción.
Esa supuesta tensión militar, señala Marat, no es otra cosa que
una excusa para avanzar en un proyecto de militarización que sirve como coartada para desmontar los derechos sociales conquistados por las clases trabajadoras.
En efecto, el autor denuncia que detrás del discurso belicista de la Unión Europea no hay voluntad real de guerra, sino un plan deliberado para justificar el aumento del gasto militar a costa de derechos fundamentales como las pensiones, la sanidad, la educación o el derecho a una vivienda digna.
La OTAN europea, arguye Marat, no es más que una tapadera ideológica para recortar los recursos sociales. En esta lógica, señala directamente a todos los gobiernos de la UE, incluido el de Pedro Sánchez, como enemigos de clase.
Respecto a Donald Trump, Marat lo describe con crudeza como un “matón”, cuya retórica agresiva es reflejo del carácter decadente de un país “lamentable en origen”. El autor sostiene que la élite empresarial ya empieza a deshacerse de él, porque ya no resulta lo suficientemente rentable: los grandes capitalistas como Elon Musk, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg estarían registrando fuertes pérdidas.
Incluso medios como Forbes y el propio índice Standard & Poor’s mostrarían señales de agotamiento del capital norteamericano, lo que indica que el “trumpismo” estaría cerca de llegar a su fin.
Sin embargo, para Marat, ese final no traerá ninguna solución: la victoria de un presidente demócrata será celebrada por quienes sólo ven en el fascismo un pequeño “incordio”, sin entender que el mal mayor persiste más allá de las formas políticas.
El autor también introduce el papel de China como un actor emergente y alude a una cuestión de fondo: ¿Es China realmente un país comunista o una economía capitalista que mantiene la explotación del trabajo asalariado?
Según Marat, quienes defienden sin matices el modelo chino deberían preguntarse si en su estructura económica funciona la ley del valor explicada por Karl Marx. Si es así, estaríamos hablando de un país que también extrae plusvalía y, por lo tanto, explota y sobreexplota a sus trabajadores.
En su reflexión final, Marat advierte que el fin de la hegemonía capitalista norteamericana no debe dar paso a otra hegemonía —aunque sea menos violenta—, sino a un verdadero cambio de paradigma: el inicio de una era de bienestar que solo puede garantizar el socialismo.
Para el autor, el socialismo es no solo necesario, sino inevitable, si la humanidad no desea perecer agotando los recursos del planeta. En su análisis se percibe una urgencia histórica: abandonar las farsas del capital y avanzar hacia un sistema que responda a las necesidades de las mayorías y no a los beneficios de una élite en decadencia.
