Los componentes de los equipos de transición sugieren el tipo de «cambios» que prepara la nueva Administración
Biden ha nombrado a los llamados “agency review teams”, equipos que ponen al día las operaciones de cada agencia federal para que el dúo presidencial pueda comenzar a trabajar desde el primer día en que asuma el cargo. Son organismos encargados de asegurar una transición fluida entre administraciones y que, en gran medida, marcan lo que será la agenda de la que toma el relevo (…).
EVA LAGUNERO PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-
Es, de entrada, significativo que en los equipos de transición figure un buen elenco de personajes con vínculos en la industria armamentista, la Agencia de Seguridad Nacional y Wall Street, muchas de las cuales tuvieron cargos en la administración Obama. Destaca asimismo la buena representación de «señoras de la guerra» en esta nómina. Por ejemplo:
En el equipo del Departamento de Defensa está Lisa Sawyer, que fue directora de “asuntos estratégicos europeos y la OTAN” para el Consejo de Seguridad Nacional. Trabajó asimismo para JP Morgan Chase (Wall Street) como consejera de política exterior; formó parte del “Grupo de trabajo sobre el futuro de la política estatal de economía coercitiva de EE.UU”, perteneciente al Centro para una Nueva Seguridad Americana, lo que esencialmente significa que participó en reuniones donde se discutieron métodos de guerra económica para desestabilizar países que rehúsan asumir los dictados de Washington.
En el equipo del Departamento de Defensa está Lisa Sawyer, que fue directora de “asuntos estratégicos europeos y la OTAN” para el Consejo de Seguridad Nacional y trabajó también para JP Morgan Chase (Wall Street)
Lisa Sawyer cree que el gobierno estadounidense no hace lo suficiente para evitar la “agresión” rusa, que se debe incrementar la presencia de tropas de EE.UU en Europa así como los envíos de armas ofensivas a Ucrania, en violación de los Acuerdos de Minsk.
Como ha informado Sarah Lazare en In These Times,
“De las 23 personas que componen el equipo del Departamento de Defensa, ocho -más de un tercio- han estado empleados en organizaciones, think tanks o empresas que o bien reciben dinero de la industria armamentista, o son parte de esa industria”.
Esas empresas incluyen Raytheon, Northrop Grumman, General Dynamics y Lockheed Martin.
Para el equipo del Departamento de Estado se ha nombrado presidenta a Linda Thomas-Greenfield, ayudante de la Secretaría de Estado para los asuntos de África. Es una firme aliada de la ex-consejera de Seguridad Nacional, Susan Rice, que, entre otras cosas, promovió la guerra en Libia y apoyó la invasión de Irak. Como directora de la política de EE.UU en el África sub-sahariana, Thomas-Greenfield organizó el Millennium Challenge Account de George W. Bush, política neocolonial diseñada para privilegiar a las corporaciones estadounidenses y facilitar la explotación económica de las llamadas economías africanas emergentes. Ha sido también integrante del Albright Stonebridge Group, empresa consultora que es un lobby de la industria de defensa de la que es presidenta la ex-Secretaria de Estado con Bill Clinton, Madeleine Albright.
Para el equipo del Departamento de Estado se ha nombrado presidenta a Linda Thomas-Greenfield, ayudante de la Secretaría de Estado para los asuntos de África, relacionada con la guerra en Libia y la invasión de Irak
En este mismo equipo figura la ex-embajadora de EE.UU en México, Roberta Jacobson. Se vende como experta en “política comercial en América Latina” y ha trabajado también en el referido Albright Stonebridge Group. Jacobson contribuyó a la calificación de Venezuela como “amenaza a la seguridad nacional”, preparando el terreno para el bloqueo económico impuesto bajo Trump.
Junto a ella se halla Dana Stroul, miembro del neoconservador Instituto para la Política de Oriente Próximo de Washington, que financió originalmente a la AIPAC (American Israel Public Afflairs Committee). En 2019 los senadores demócratas la reclutaron para el “Grupo de Estudio de Siria”, que tiene por objeto planificar la siguiente fase de guerra sucia que allí lleva a cabo EE.UU. Stroul es partidaria de imponer más sanciones a Damasco y ha contribuido a cortar la ayuda para la reconstrucción, lo que ha provocado escasez de combustible y pan.
En el equipo del Consejo de Seguridad Nacional encontramos a Paula García Trufo, que fue miembro de este organismo bajo Obama, cuando el ex-presidente dijo que Venezuela era “una amenaza para la seguridad nacional”. García Trufo está a partir un piñón con el grupo de representantes de Juan Guaidó en Washington DC.
En este mismo equipo figura la ex-embajadora de EE.UU en México, Roberta Jacobson, quien contribuyó a la calificación de Venezuela como “amenaza a la seguridad nacional”
La acompaña en el equipo Kelly Magsamen, vice-presidenta de seguridad nacional y política internacional del Centro para el Progreso Americano, y ex-cargo del Pentágono y el Departamento de Estado. Cuando la congresista Ilhan Omar reprendió a Elliott Abrams, enviado especial para asuntos de Venezuela, Magsamen no tardó en salir en defensa de su ex-jefe afirmando que era un “feroz abogado de derechos humanos” (Abrams apoyó a los escuadrones de la muerte en Centroamérica en la década de 1980: la ferocidad es lo único que no se le pone en duda).
En este mismo grupo están también Derek Chollet y Ellison Laskowski, ambos directivos del German Marshall Fund, grupo de presión que aboga por una política estadounidense y europea más beligerante con Rusia, mientras apoya un dudoso proyecto de información llamado Hamilton 68. En su página web asegura que es capaz de identificar “las operaciones de influencia de Rusia” mientras confunde a personas reales con “bots rusos” y orquesta campañas difamatorias contra las protestas de Black Lives Matter afirmando que son instrumentos de la influencia encubierta de Rusia.
El equipo de Inteligencia de Biden-Harris tiene a Greg Vogle, ex-jefe de la estación de la CIA en Afganistán y ex-socio de la empresa consultora McChrystal Group, fundada por el ex-comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, Stanley McChrystal. Tanto este Comando como la CIA, así como las fuerzas paramilitares que entrenaron, han cometido crímenes de guerra en Afganistán.
Entre los miembros del equipo del Departamento de Justicia figura Marty Lederman, profesor de Derecho en Georgetown. Ayudó a redactar el “drone memo” que esbozaba las supuestas “bases legales” para ejecutar, sin cargos ni juicio, a Anwar al-Awlaki, sospechoso de ser miembro de un grupo filial de Al-Qaea, a pesar de que al-Awlaki era ciudadano estadounidense.
Dana Stroul, miembro del neoconservador Instituto para la Política de Oriente Próximo de Washington, es partidaria de imponer más sanciones a Siria y ha contribuido a cortar la ayuda para la reconstrucción
Junto a Lederman está Barbara McQuade, que estuvo relacionada con la cadena “progre” de TV MSNBC y fue fiscal del Distrito Este de Michigan, con jurisdicción sobre Dearborn, Detroit y Flint. Durante su cargo como fiscal jefe de Flint, McQuade pudo procesar a los responsables de la contaminación del agua de esa ciudad, pero no hizo nada para ponerlos ante la justicia. Su Oficina fue asimismo cómplice en la vigilancia de las comunidades árabes, musulmanas y sikh de Dearborn. Procesó a Rasmea Odeh, defensora de los derechos civiles de los palestino-estadounidenses de Chicago, deportándola a Jordania, donde fue torturada por fuerzas israelíes.
El equipo del Departamento de Trabajo tiene como director a Chris Lu, firme defensor del acuerdo de libre comercio tans-pacífico, siendo Secretario de Trabajo con Obama.
Una media docena de nombramientos tienen vínculos con los gigantes tecnológicos. Quizás la figura más significativa sea Seth Harris, que estuvo en el Departamento de Trabajo con Obama. Harris escribió un artículo para el neoliberal Hamilton Project, en el que dibujaba el marco de la Proposición 22 en California. Esta medida dejaba a Uber, Lyft y otras compañías similares exentas de pagar beneficios a sus empleados y cerraba a sus conductores la posibilidad de organizarse en sindicato.
Esta muestra da la medida del tipo de «cambios» que prepara la nueva administración estadounidense.
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