Dentro de la lucha interna que la UOC (mlm) libra para combatir las manifestaciones de opresión a la mujer, cuenta con el boletín Mujeres de Vanguardia. Compartimos apartes de un escrito elaborado por una camarada, debatiendo sobre una cuestión que existe no solamente dentro de las organizaciones políticas, sino que se presenta en otros ámbitos de la sociedad, pero que claro está, dentro de las organizaciones revolucionarias, debe exigirse una actuación, no religiosa, pero sí de respeto por los principios que se pregonan en dichas organizaciones.
Las cuestiones de la moral y de la opresión de la mujer, no pueden pasarse por alto, pues ocasionan serios problemas en el trabajo de vinculación a las masas, inadmisibles en una organización política que se ha propuesto la construcción de una nueva sociedad y a la que está llamando al pueblo a luchar y hasta morir por ella. Esperamos que dichas notas sirvan para el debate y sobre todo para transformar a los revolucionarios en medio del combate por transformar la sociedad.
Considero importante hacer un análisis materialista sobre la infidelidad, para que aquellos compañeros que incurren en estas prácticas comprendan de manera científica el problema y conscientemente se disponga a corregir. Necesariamente debemos remitirnos a las explicaciones que Engels dio sobre el surgimiento de la familia y el amor, siguiendo el trabajo investigativo que había realizado Morgan.
Lo primero que deja claro Engels, es que la idea de familia, amor, y relaciones entre los hombres ha variado desde que nos separamos de los animales. La familia que hoy conocemos fue producto de un desarrollo de las fuerzas productivas, que propició un excedente de riqueza, dando origen a la propiedad privada; y junto a esto una forma de familia llamada monogámica, garante de esta nueva forma de apropiación de los recursos de la sociedad; esta forma de familia se convirtió en una unidad económica, donde la mujer fue sometida a la más estricta fidelidad para garantizar el derecho paterno; y por tanto no nació como resultado del amor. La familia monogámica se fue perfeccionando cada vez más convirtiéndose en lo que hoy conocemos en el ideario social, como mamá, papá e hijos que deben estar unidos por siempre; en especial las religiones y el Estado son quienes la exaltan y con razón, puesto que en el caso de las clases dominantes se sustenta su porvenir en mantener esa farsa de familia.
Engels aclara, que esta forma de familia no obvió costumbres que la humanidad venía practicando en sus inicios primitivos; como la poligamia por parte de los hombres y la poliandría de parte de las mujeres; y claro, puesto que esta familia, como se decía antes, no surgió como producto del amor; por tanto, los hombres seguían teniendo otras mujeres; de hecho, la poligamia se fue transformando en una muestra de poder y virilidad; que debía dejarse expresa públicamente.
En el caso de la mujeres la poliandría era menor, no solo porque se estableció una represión contra ellas, sino por un asunto, que parece de poca monta, pero en mi opinión es muy importante; mucho antes de establecerse la familia monogámica, las mujeres habían dado el salto de abandonar el matrimonio por grupos, hacia la escogencia de un hombre, es decir, fue en ellas donde surgió el sentimiento del Amor; ya no era simplemente una actuación reproductiva, sino que decidieron dejar de ser objetos sexuales y exigir la convivencia con un solo hombre, que por determinado tiempo estuviera junto a ella; de hecho, esta fue la base de apoyo para la familia monogámica.
Engels dice que las mujeres fueron las primeras en entender que el matrimonio por grupos las envilecía, al igual que a los hombres; pero éstos, hasta el sol de hoy, no han podido, ni querido comprender, que esta práctica del devaneo es un rezago de cuando estábamos más cerca a los animales; en ese sentido le corresponde —dice Engels— a las mujeres la responsabilidad de educarlos sobre este aspecto y en general sobre su comportamiento machista.
Y es tal vez la cosa que más molesta, ¡lo confieso!, puesto que hemos sido las víctimas del machismo por siglos y quisiéramos simplemente que se transformara únicamente con la denuncia, pero no es así. Espontáneamente los hombres no van a cambiar las costumbres machistas tan arraigadas por siglos, lo que exige una labor larga y paciente de propaganda, pero necesariamente acompañada de acciones concretas que son parte de esta reeducación; en mi opinión éstas serían algunas para adoptar, aunque supongo que hay más:
- Frente a la infidelidad, decisiones firmes que no den cabida para que ellos crean que sus devaneos no tienen consecuencias.
- Solidaridad de género, las mujeres conscientes no podemos prestarnos para comenzar una relación sin exigir que la otra relación haya sido terminada.
- Criticar enérgicamente cualquier maltrato psicológico y no permitir en absoluto el maltrato físico el cual debe cortarse de inmediato.
Retomando a Engels nuevamente, hay una idea que me parece importante tener en cuenta y es que en la clase obrera, se puede apreciar la nueva forma de familia hacia donde tiende la sociedad moderna; y es el amor sexual individual; como entre los obreros somos libres en el sentido de la propiedad, no tenemos bienes que heredar, nos unimos por el enamoramiento, pero no del tipo de Don Quijote y Dulcinea sino del más materialista; la atracción sexual, base materialque sostiene este tipo de familia; y por tanto cuando ya no existe, el rompimiento de una relación debiera ser muy sencillo; por un lado si se entiende que la pareja no es de su propiedad, y por otro, el hecho de no contar con bienes que se deban heredar.
Infortunadamente en el capitalismo, el divorcio es todo un drama, en especial para las mujeres del proletariado, que por las limitaciones económicas y el tener que resolver de forma individual el cuidado de los hijos, una separación es muy difícil; por tanto, muchas veces se ven sometidas a aguantar a hombres promiscuos, maltratadores; aunado al machismo que se acentúa cada vez más, producto de la propiedad privada y la descomposición del imperialismo; convirtiendo a los hombres en asesinos de sus compañeras e hijos. En el Socialismo un divorcio no pasará del despecho por un tiempo, pero se quitarán todas las trabas materiales que entorpecen una separación.
Es importante entender que la lucha contra el machismo y la opresión son de largo aliento, ni siquiera en el Socialismo podremos erradicar en absoluto todos estos comportamientos; solo se crean las bases económicas y sociales con la abolición de la propiedad privada y la participación de las mujeres en todos los asuntos sociales y del Estado, premisas importantes; pero se debe continuar una lucha permanente en lo ideológico hasta que con la abolición de las clases sociales los nuevos hombres y mujeres podrán ser uno solo.
¿Y mientras estamos en el capitalismo? y además somos comunistas, ¿cómo se lidia con estos problemas?
Lo primero que debemos comprender es que estos problemas se seguirán presentando, los hombres y mujeres que ingresan al Partido no quedan vacunados contra las costumbres más apestosas del mundo burgués; es importante tenerlo claro, para poder enfrentar el problema, en vez de renegar o renunciar, lo que facilita que estas actuaciones avancen y se afiancen; necesitamos como materialistas dialecticos que somos, admitir la realidad tal como es, trazar los planes para transformarla, llevándolos a cabo hasta el final y haciendo síntesis para corregir lo que haya impedido el objetivo de la transformación.
Con respecto al caso de infidelidad, es un asunto en el terreno de la moral; al respecto los comunistas hemos trazado una línea de comportamiento que obedece a nuestro objetivo político de la toma del poder y establecer el nuevo Estado Socialista; no tiene que ver con el moralismo burgués y pequeño burgués mojigato, y cuasi religioso de todas las sectas, que por cierto, casi siempre es de doble moral; entre más “mojigatos” más depravados.
Decimos que nuestra moral obedece a un objetivo político, puesto que nos debemos a las masas que son las que educamos, dirigimos hacia este objetivo; y por tanto todo lo que atente con su vinculación, va en contra de nuestra moral.
Decía Mao que el comunista debía ser sincero y franco leal y activo, poner los intereses de la revolución por encima de su propia vida y subordinar sus intereses personales a los de la revolución. En cualquier momento y dondequiera que esté, ha de adherirse a los principios justos y luchar infatigablemente contra todas las ideas y acciones erróneas, a fin de consolidar la vida colectiva del Partido y su ligazón con las masas; ha de preocuparse más por el Partido y las masas que por ningún individuo, y más por los demás que por sí mismo. Solo una persona así es digna de llamarse comunista.
Y si estamos convencidos de nuestro objetivo, ser francos, leales, debe ser un esfuerzo consciente de todos nosotros. Los compañeros que han infringido esta actuación con sus compañeras, olvidan que ellas hacen parte de las masas, lo mínimo que se espera de todos los militantes es que actúen con lealtad, y tener una aventura, callarse ante ella y no tratar la contradicción que existe en esa relación, no corresponde a la actuación de un comunista.
Ligado a ello, las implicaciones que tiene esa actuación en la relación con las masas, puesto que los hombres organizados en el Partido son la representación de una organización que lucha por convencer al proletariado en Colombia de hacer una revolución y ser su vanguardia. Aquellos compañeros que han incurrido en esos devaneos no han sopesado lo que representan ante las masas, y si lo han hecho, entonces no están convencidos del objetivo político y en ese caso estarían en el lugar equivocado.
A esto se suma el caso de esos compañeros infieles que además se molestan porque las compañeras deciden romper la relación. Consideran a la compañera como de su propiedad, que no va a perder así tenga otras nuevas conquistas; típica manifestación de machismo. Con el argumento que las siguen queriendo, pero en el sentido de su propiedad que no quiere perder, es un claro ejemplo de cómo está concebida la familia monogámica; la mujer es propiedad del hombre, debe cumplir con la más estricta fidelidad y hacerse cargo del hogar, mientras el hombre continúa con sus devaneos.
A estos compañeros los conmino a que examinen concienzudamente sus actuaciones tanto morales como de opresión a la mujer, a repasar y hacer consiente la línea proletaria al respecto de la cuestión femenina y a rectificar de inmediato.
A las compañeras que pasan por esta situación les expreso mi solidaridad puesto que entiendo que este tipo de situaciones son dolorosas. Pero me siento en la obligación de acuerdo a lo que he expuesto más arriba, de llamar la atención en algunos asuntos, que van encaminados a que aprendamos a luchar bien contra las manifestaciones de opresión a la mujer y nos fortalezcamos como mujeres revolucionarias, estando en primera fila.
Debemos luchar contra todas estas manifestaciones de opresión a la mujer, las invito a aferrarse a la organización, pues ésta ha dado ejemplo de dar la lucha contra las manifestaciones de opresión a la mujer, sin temor a que algunos compañeros no hayan podido entenderla y prefirieron retirarse; sin temor a confesar públicamente que existe en las filas de la organización hombres machistas y que está dispuesta a no dar tregua contra toda estas manifestaciones; en ese sentido no es correcto que expresemos querer renunciar, porque se presentan estos casos; es aquí donde tenemos todas las posibilidades de dar esta lucha; por fuera no hay mucho a que aferrarnos; ¿en los trabajos?, ¿en las universidades?, ¿en las otras organizaciones revolucionarias?, ¿en las organizaciones feministas? no hay mucho de qué escoger; estamos en el lugar correcto, luchemos porque la UOC (mlm) se vuelva un ejemplo de cómo trata correctamente la cuestión de la mujer.
En ese sentido, ha sido un error abandonar por periodos Mujeres de Vanguardia, y no mantener una propaganda sistemática en nuestras herramientas, pues así no lograremos arrinconar el machismo y ganar para nuestras filas más mujeres.