
¿Murió realmente Hitler en su bunker de Berlín? Una inquietante foto dada ahora a conocer por la CIA, sugiere que el dictador vivió entre Colombia y Argentina
Un informe secreto de la CIA, ahora desclasificado por decisión de Donald Trump, una fotografía perturbadora y décadas de rumores, reviven una de las teorías más explosivas del siglo XX: ¿logró escapar Hitler a Sudamérica? ¿Residió en la aislada mansión de los Winter, en la isla de Fuerteventura. De Tunja a Bariloche, pasando por Jandia, la sombra del dictador alemán, continúa generando miedo, morbo… y algunas preguntas sin respuesta.
POR ADAY QUESADA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
Durante décadas, la historia oficial ha sostenido que Adolf Hitler, el dictador nazi responsable del exterminio de millones de personas, se quitó la vida el 30 de abril de 1945 en su búnker subterráneo de Berlín.
Esta versión, respaldada por testimonios de sus colaboradores más cercanos, la recuperación de restos supuestamente suyos por parte del Ejército soviético y su identificación a través de registros dentales, ha sido la más ampliamente aceptada por la comunidad académica e historiográfica.
Ahora, sin embargo, la desclasificación de un número de documentos por parte de la CIA, ha avivado una de las teorías más persistentes y perturbadoras del siglo XX: la posibilidad de que Hitler no se suicidara, sino que hubiera logrado huir a Sudamérica.
UN INFORME SECRETO Y UNA FOTOGRAFÍA SOSPECHOSA
El detonante ha sido un archivo de la CIA, correspondiente al año 1955, hecho público por orden del actual presidente estadounidense Donald Trump, que hace referencia al testimonio de un exoficial de las SS llamado Phillip Citroen.
En el informe en cuestión, Citroen sostiene que estuvo en contacto con Hitler una década después del fin de la guerra, bajo una nueva identidad: “Adolf Schrittelmayor”. Según esa declaración, Hitler habría residido en Colombia, en la ciudad de Tunja, entre 1954 y 1955, antes de trasladarse a Argentina. Como respaldo de su testimonio, Citroen habría presentado una fotografía en la que aparece junto al supuesto Führer posando junto a un automóvil de la marca Citroën.
LOS SUPUESTOS MOVIMIENTOS DE HITLER: DE CANARIAS A SUDAMÉRICA
El agente de la CIA, identificado como Cimelody-3 transmitió esta información en octubre de 1955 a sus superiores. Aunque el informe deja claro que la agencia no pudo verificar la autenticidad del testimonio ni de la fotografía, la existencia misma del documento —incluido en los archivos desclasificados por la CIA— ha dado combustible a una narrativa que, aunque rechazada por el consenso historiográfico, sigue generando un inusitado interés mediático y político. ¿Por qué persistir en una teoría sin pruebas sólidas? ¿Qué intereses están detrás de su supervivencia en el imaginario colectivo?
TESTIMONIOS QUE APOYAN LA TEORÍA DE LA FUGA NAZI
A lo largo de los años, numerosas voces han alimentado la idea de que Hitler escapó de Alemania al final de la guerra. Argentina ha sido el país más señalado como su posible refugio. Las razones no son menores. Bajo la presidencia de Perón, este país sudamericano acogió a numerosos criminales nazis, como Adolf Eichmann y Josef Mengele, facilitados por una red de evasión —la célebre “ruta de las ratas”— con ayuda de sectores del Vaticano y estructuras simpatizantes del nazismo en España e Italia. No resulta descabellado pensar que, de haber huido, Hitler habría utilizado la misma vía.
Durante décadas en el Archipiélago canario, se sostuvo también que en el curso de la segunda mitad de los años cuarenta del pasado siglo, el führer habia permanecido refugiado en un paraje, entonces inaccesible de la península de Jandía, en el sur de la isla de Fuerteventura, refugiado en una mansion aislada propiedad de un súbdito alemán, de apellido Winter, de claras simpatías ideológicas pronazis.
Testimonios de residentes en la Patagonia argentina afirmaron también durante años, haber visto a un hombre extremadamente parecido a Hitler en las cercanías de Bariloche, ciudad con una significativa colonia alemana. Estas afirmaciones fueron retomadas por documentales como Hunting Hitler, emitido por el canal History Channel, que, pese a no presentar evidencias concluyentes, contribuyeron a mantener viva la teoría. Según algunos de estos relatos, Hitler habría vivido hasta bien entrada la década de 1960 en alguna región aislada del sur argentino, protegido por una red de antiguos nazis.
También se han presentado testimonios menos conocidos, como el de ciertos ex militares colombianos que afirmaron haber escuchado rumores sobre la presencia de un misterioso “alemán importante” viviendo en Tunja durante los años cincuenta.
Si bien la mayoría de estas declaraciones son meras anécdotas sin pruebas documentales o físicas que las respalden, su recurrencia ha mantenido abierta una puerta en la imaginación colectiva.
LA VERSIÓN OFICIAL Y SUS RESPALDOS
Pero frente a estos relatos se alza la postura firme de la historiografía seria y rigurosa. Investigadores como Hugh Trevor-Roper, encargado por el MI6 de investigar la muerte de Hitler tras el final de la guerra, concluyeron tras extensos interrogatorios que el dictador se suicidó en su búnker. Sus conclusiones fueron corroboradas por hallazgos de restos carbonizados y por el análisis forense de la mandíbula de Hitler, conservada por los soviéticos y comparada con registros dentales, que confirmaron su identidad.
Más allá de las pruebas físicas, hay un elemento político y simbólico que resulta crucial para comprender por qué la historia oficial sigue teniendo más peso: aceptar que Hitler pudo escapar supondría una monumental falla del aparato aliado de justicia y seguridad, una herida histórica abierta que cuestionaría no solo la eficacia de la persecución de criminales de guerra, sino también la narrativa de justicia que los vencedores quisieron construir tras la guerra.
EL CONTEXTO DE LA GUERRA FRÍA Y LA POSIBLE DESINFORMACIÓN
Además, no se puede ignorar el contexto geopolítico de la Guerra Fría. La CIA, en plena expansión de su red de espionaje internacional durante los años cincuenta, recopilaba enormes cantidades de información, muchas veces sin verificar. La urgencia por anticiparse a la posible propagación del comunismo en América Latina llevó a la agencia a establecer presencia en ciudades como Buenos Aires, Caracas, Ciudad de México y Bogotá. Es en este contexto que se produce el informe sobre Citroen: como una posible pista más en un mar de rumores, no como una afirmación definitiva.
Tampoco puede excluirse que estas teorías respondan a estrategias de desinformación. Durante el conflicto entre Estados Unidos y la Unión Soviética, fueron puestas en marcha campañas psicológicas para manipular la opinión pública.
Alimentar dudas sobre la muerte de Hitler pudo haber servido para desprestigiar a sus enemigos, mantener a los nazis en la mira como amenaza latente o incluso justificar políticas de vigilancia y represión en América Latina.
UNA LECTURA CRÍTICA SOBRE EL USO DE LA MEMORIA HISTÓRICA
En última instancia, las teorías sobre la huida de Hitler no han sido refutadas con pruebas absolutas, pero tampoco han sido corroboradas con evidencias contundentes. En el terreno del análisis histórico, lo relevante no es tanto si Hitler vivió en Colombia, estuvo escondido en Canarias o murió en Berlín, sino lo que esta persistente teoría revela sobre el uso de la memoria histórica.
Las clases dominantes han utilizado durante décadas el pasado nazi como un comodín para justificar medidas de control, crear cortinas de humo o desviar el foco de otras injusticias contemporáneas. La fetichización de la figura de Hitler y su posible fuga permite despolitizar el verdadero legado del fascismo y omitir las responsabilidades estructurales que posibilitaron su ascenso y expansión.
Así, mientras los documentos de la CIA reavivan el debate, la historia sigue esperando respuestas más allá del sensacionalismo. El verdadero peligro no está en que Hitler haya huido, sino en que su ideología no fuera erradicada, y que continúe presente a través de múltiples formas, bajo nuevos nombres, símbolos y rostros, en las estructuras del poder capitalista global.