![](https://canarias-semanal.org/upload/images/02_2025/3586_vuelve-al-club.jpg)
¿Cual es el origen y la naturaleza del G8? ¿Por qué fue Rusia expulsada en el 2014?
Desde su expulsión en 2014, Rusia había quedado fuera del G8, la institución que agrupa a los países capitalistas mas desarrollados del planeta. Pero este jueves Donald Trump ha invitado a Rusia a que regrese a su seno porque estima que su vuelta es necesaria para el equilibrio global. Mientras el G7 rechaza la propuesta y Putin mira hacia China, el debate deja en el aire una pregunta clave: ¿es posible la reincorporación de Rusia o se trata tan solo un movimiento estratégico?
POR MÁXIMO RELTI PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha vuelto a poner sobre la mesa un tema que lleva años generando controversia en el panorama internacional: la reincorporación de Rusia al Grupo de los Ocho (G8). En declaraciones recogidas por la agencia Reuters, y publicadas este mismo jueves por el diario ruso Izvestia, Trump afirmó que consideraba un error la exclusión de Rusia del bloque.
«Me gustaría que Rusia volviera. Pienso que fue un error excluirlos. Mira, no se trata de si te gusta Rusia o no. Fue el G8«, expresó el mandatario.
Las declaraciones del presidente estadounidense sugieren un cambio en la postura oficial de Washington, que desde 2014 ha mantenido una actitud hostil hacia Moscú en el marco de las sanciones impuestas por la anexión de Crimea. Con estas palabras, Trump vuelve a desmarcarse de la línea dura que tradicionalmente han seguido sus predecesores respecto a Rusia.
El Grupo de los Ocho se convirtió en el G7 tras la expulsión de Rusia en 2014, cuando los demás miembros del bloque –Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y Japón– decidieron excluir a Moscú como respuesta a la crisis en Ucrania. Desde entonces, Rusia ha reforzado su estrategia diplomática y comercial en otras direcciones, especialmente con China y otros países emergentes.
Además de esta propuesta de reincorporación, el encuentro entre Trump y su homólogo ruso, Vladimir Putin, abordó temas clave de la política internacional. Según Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, ambos líderes discutieron sobre el intercambio de prisioneros, la situación en Oriente Medio y el acuerdo nuclear iraní. Trump subrayó la importancia de la cooperación entre Moscú y Washington, asegurando que ambas naciones podrían obtener grandes beneficios trabajando juntas.
El debate sobre el retorno de Rusia al G8 abre interrogantes sobre las verdaderas intenciones de Trump. ¿Busca fortalecer sus lazos con Putin en un momento en el que su administración enfrenta tensiones con la Unión Europea? ¿O se trata de un intento de redefinir el equilibrio de poder global en un contexto de creciente confrontación con China?
El futuro del G7 y la posibilidad de que Rusia recupere su asiento en la mesa de negociaciones dependerán no solo de la voluntad de Washington y Moscú, sino también de la postura de los demás miembros del bloque, que hasta ahora han mostrado una posición más cautelosa ante este posible regreso.
EL ORIGEN, LA FORMACIÓN Y LA NATURALEZA DEL G8.
El Grupo de los Ocho (G8) fue una organización compuesta por las principales potencias capitalistas del mundo, cuya función central ha sido la coordinación de políticas económicas y geopolíticas para salvaguardar los intereses de las grandes burguesías nacionales e internacionales.
Su origen se remonta a la crisis capitalista de los años 70, cuando la inestabilidad económica y el agotamiento del modelo keynesiano llevaron a las principales potencias a buscar mecanismos de control y concertación.
En 1975, en un contexto de recesión económica, inflación descontrolada y crisis energética, los líderes de seis países —Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón— se reunieron en Rambouillet (Francia) para discutir estrategias comunes. Al año siguiente, Canadá se unió, formando el G7.
En 1998, tras el colapso de la Unión Soviética y la restauración del capitalismo en Rusia, este país fue integrado al grupo, convirtiéndolo en el G8.
El G8 no es, pues, más que un instrumento de coordinación entre las potencias imperialistas para garantizar la estabilidad del sistema capitalista y defender los intereses de las grandes corporaciones multinacionales.
Bajo la retórica de la cooperación internacional, estas naciones han utilizado el G8 para imponer políticas neoliberales, promover la desregulación de mercados y consolidar el dominio del capital financiero sobre los Estados nacionales y los pueblos del mundo.
A diferencia de otros foros como la ONU, donde participan países de distintas orientaciones políticas y niveles de desarrollo, el G8 ha funcionado como un club exclusivo de las potencias más desarrolladas, excluyendo deliberadamente a la mayoría del planeta de las decisiones económicas globales. Su estructura refleja la jerarquización del sistema capitalista mundial, donde un reducido grupo de países dicta las reglas del comercio, las finanzas y la política internacional.
No obstante, la crisis del capitalismo global ha erosionado la influencia del G8. Con el ascenso de China y otras potencias emergentes, el grupo fue perdiendo relevancia frente al G20, un foro más amplio que incluye economías como Brasil, India y Sudáfrica. La expulsión de Rusia en 2014, tras la anexión de Crimea, evidenció la pérdida de consenso entre sus miembros, lo que ha debilitado aún más su papel en la gobernanza global.