
¿Por qué Israel teme tanto a una flotilla con pañales y harina?
Una flotilla internacional cargada con ayuda humanitaria ha sido interceptada en aguas internacionales por el ejército israelí. A bordo viajaban activistas como Greta Thunberg, periodistas y cooperantes que buscaban romper el bloqueo sobre Gaza. La reacción israelí ha sido inmediata y contundente: detención, deportación y propaganda de guerra. Pero el gesto político de la flotilla sigue resonando como un desafío directo al asedio y la impunidad.
REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.COM
La Flotilla de la Libertad es una iniciativa internacional nacida de la Coalición de la Flotilla de la Libertad (Freedom Flotilla Coalition – FFC), con el objetivo de romper el bloqueo naval impuesto por Israel sobre Gaza desde 2007.
Este bloqueo ha sido denunciado en numerosas ocasiones como una restricción extrema de ayuda humanitaria en un territorio asediado.
Después del incidente del barco Conscience en mayo de 2025, atacado con drones en aguas internacionales frente a Malta (sin víctimas, pero con daños estructurales), la FFC lanzó una nueva misión.
El barco Madleen – llamado así en homenaje a la primera pescadora palestina, Madleen Culab – zarpó de Catania (Sicilia) el 1 de junio, llevando víveres básicos: leche infantil, harina, arroz, pañales, productos sanitarios femeninos, material médico y equipos de desalinización.
A bordo viajaban 12 personas: activistas, periodistas y figuras públicas como Greta Thunberg, el actor Liam Cunningham, la eurodiputada Rima Hassan, y el activista español Sergio Toribio. Además, rescataron a cuatro migrantes sudaneses en alta mar, entregándolos luego a Frontex.
EL MOMENTO CRÍTICO: INTERCEPTACIÓN EN AGUAS INTERNACIONALES
En la noche del 8 al 9 de junio, mientras el Madleen se encontraba a unos 185 km de Gaza, fue rodeado y abordado por las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) . Esto ocurrió en aguas internacionales, donde los activistas denuncian que fue una acción “pirata” y violatoria del derecho internacional.
Israel presentó la intervención como legal, recordando que mantiene un bloqueo naval aprobado por la ONU para impedir contrabando de armas, e indicó que el cargamento, considerado simbólico, sería trasbordado por canales oficiales. El ministro de Defensa israelí Israel Katz calificó a los activistas, incluida Thunberg, de “propagandistas de Hamás”, y anunció que obligarían a los detenidos a ver un vídeo sobre los ataques del 7 de octubre, antes de su expulsión .
Las autoridades israelíes incautaron comunicaciones y suministros y ordenaron a la tripulación arrojar sus teléfonos por la borda. Posteriormente, fueron trasladados al puerto de Asdod, sometidos a exámenes médicos y se espera su deportación.
REACCIONES Y TENSIÓN DIPLOMÁTICA
El abordaje provocó una oleada de reacciones internacionales. En Turquía lo calificaron de “inhumano” y “piratería”, instando a Israel a respetar el derecho internacional marítimo.
Brasil exigió la liberación de sus ciudadanos. Desde España se convocó al encargado de negocios israelí y se expresó indignación por el cooperante Sergio Toribio . En Australia se convocaron protestas en ciudades como Brisbane, Melbourne y Sídney exigiendo la liberación de los 12 detenidos.
Organizaciones como Amnistía Internacional denunciaron “una violación flagrante del derecho internacional”, pidiendo la liberación inmediata de los activistas. La presión internacional aumenta cuando defienden que los detenidos son civiles no violentos que actuaban en solidaridad humanitaria.
ANALIZANDO LA DINÁMICA GLOBAL
Este nuevo episodio muestra la encrucijada entre la actuación militar israelí y la ruptura simbólica propuesta por la flotilla. Desde la perspectiva de clase, es un choque entre la lógica del bloqueo –control capitalista de la circulación y el suministro– y la acción solidaria desde abajo, que pretende desbordar el monopolio estatal de la “legalidad”.
La flotilla intenta asaltar un sistema que restringe no sólo alimentos y medicinas, sino también la movilidad y el contacto humano. Si ya en los años 2010 con el atentado al Mavi Marmara se puso en evidencia el carácter militarizado del bloqueo, hoy sigue evidenciándose la estrategia de contención: intercepciones, ataques con drones y presiones diplomáticas para neutralizar la protesta civil.
Ese conflicto también subraya la contradicción entre la difusión ideológica y la violencia estatal. La acción no violenta, la denuncia y la politización llevan su peso simbólico, enfrentándose al cerco material con una movilización transnacional que articula solidaridad.
MIRANDO HACIA ADELANTE
Por ahora, los activistas están en territorio israelí, con viaje de retorno pendiente y con fuerte presión mediática. La ayuda cargada en el Madleen será entregada a Gaza, aunque no por ellos. La flotilla ha logrado no solo visibilizar la crisis humanitaria, sino reforzar internacionalmente la narrativa de una población sometida a condiciones de vida críticas, potencialmente de “castigo colectivo”.
Desde un enfoque estratégico, esta movilización es expresión de una resistencia global, que vincula movimientos sociales, activistas climáticos y grupos de solidaridad con Palestina, aprovechando medios digitales y conciencia pública para desafiar la dominación.
La Flotilla de la Libertad 2025 se ha convertido en un nuevo flashpoint del bloqueo israelí: una expresión simbólica de solidaridad y una acción directa que expone las tensiones entre poder militar, legalidad internacional y movilización social.
Llegó al momento más peligroso de su historia: interceptada en aguas internacionales, con su tripulación expuesta a detenciones, presiones y propaganda oficial. Pero también logró visibilizar una red de apoyo global que seguirá cuestionando el bloqueo y promoviendo vías autónomas de auxilio.
Sea como protesta simbólica o como emergencia humanitaria, la flotilla ha revitalizado el espacio de acción colectiva y muestra que las acciones desde los márgenes pueden, aunque sea parcialmente, confrontar estructuras de asedio con profunda carga política.