¿Puede existir un antiimperialismo sin anticapitalismo? ¿Por qué las rivalidades interimperialistas agravan la crisis global?
¿Qué es lo que significa realmente el imperialismo en el siglo XXI? ¿Son China, Rusia y los BRICS alternativas antiimperialistas o nuevos actores del mismo sistema explotador? Mientras la izquierda global debate sin consenso, las tensiones entre grandes potencias capitalistas siguen afectando a la clase trabajadora. ¿Es posible una solución socialista en un mundo multipolar?
Hace apenas un par de semanas, Greg Godels (*) publicaba en el magazine digital que dirige, – «ML Today» -, un artículo titulado «Some clarity on Imperialism today». Como ha sucedido en otras ocasiones, dada su extensión nos hemos visto obligados a resumirlo. No obstante, a todos aquellos lectores que deseen conocer el artículo en su integridad les bastará con pulsar en el enlace que adjuntamos al final de este texto (*) para poder acceder al original en castellano.
POR GREG GODELS(*) / MLTODAY
«El imperialismo no es creación de un solo Estado o grupo de Estados. Es el producto de una etapa particular de maduración en el desarrollo mundial del capital, una condición intrínsecamente internacional, un todo indivisible, que solo puede reconocerse en todas sus relaciones y del cual ninguna nación puede apartarse a voluntad…»
Rosa Luxemburgo, 1916. «La Crisis de la Socialdemocracia
Los debates dentro de la izquierda sobre el imperialismo y su naturaleza —si países como China o Rusia son o no son imperialistas o capitalistas, si los BRICS constituyen un movimiento antiimperialista o si la «marea rosa» en América Latina representa un avance socialista— se vuelven cada vez más acalorados.
Estos debates tienden a alejarse de las experiencias de la clase trabajadora y los movimientos populares, quedando atrapados en ámbitos académicos especializados. Sin embargo, estas cuestiones son y siguen siendo relevantes y merecen un análisis profundo.
Una entrevista reciente a Steve Ellner (*), publicada en International Journal of Socialist Renewal, ofrece una perspectiva interesante para abordar estas disputas. Ellner, un académico con una larga trayectoria en el análisis sobre América Latina desde una óptica de izquierda, reflexiona sobre la teoría del imperialismo de Lenin, así como sobre las interpretaciones contemporáneas de este fenómeno.
LA TEORÍA DEL IMPERIALISMO DE LENIN Y SUS CARACTERÍSTICAS FUNDAMENTALES
Lenin definió el imperialismo como una etapa del capitalismo marcada por cinco características esenciales:
– la dominación del capital monopolista,
– la fusión del capital financiero e industrial,
– la exportación de capital,
– la internacionalización del capital monopolista,
– y la división del mundo entre las grandes potencias capitalistas.
Para Lenin, el imperialismo no era un fenómeno político-militar aislado ni meramente económico, sino un sistema integral que combinaba ambos aspectos.
Ellner, junto con el teórico John Bellamy Foster, critica las interpretaciones unilaterales que privilegian ya sea lo político-militar (la competencia territorial entre grandes potencias) o lo económico (la dominación del capital global) como el núcleo del imperialismo.
Según Ellner, estas lecturas fragmentadas conducen a malentendidos, como asociar el imperialismo únicamente con la hegemonía militar de Estados Unidos o desvincularlo del capitalismo, en contra de la propuesta leninista.
Por un lado, Ellner rechaza la visión político-militar que separa el imperialismo del capitalismo, como ocurre en las teorías de Leo Panitch y Sam Gindin, quienes lo asocian exclusivamente con el dominio militar de Estados Unidos. Según Ellner, esta interpretación no explica la relación estructural entre imperialismo y capitalismo, llevando a analogías históricas erróneas que lo comparan con imperios premodernos como el de Alejandro Magno.
Por otro lado, aborda las teorías que minimizan el papel del estado-nación, como las de William I. Robinson, quien postuló que el desarrollo de una Clase Capitalista Transnacional durante la globalización hacía obsoleto al estado-nación. Ellner señala que estas teorías fueron refutadas por los hechos, ya que el auge del nacionalismo económico, las guerras del siglo XXI y las recientes crisis globales han reforzado el protagonismo del estado-nación en el sistema imperialista.
EL CAPITALISMO MONOPOLISTA DE ESTADO: CLAVE PARA ENTENDER EL IMPERIALISMO
Ellner critica el desdén de muchos académicos occidentales hacia el concepto leninista de capitalismo monopolista de Estado, que explica cómo el estado-nación y el capital monopolista se fusionan para sustentar el imperialismo. Según él, este marco es esencial para entender fenómenos contemporáneos como las guerras energéticas entre Rusia y Estados Unidos o los conflictos tecnológicos entre China y Occidente. Sin embargo, mientras este concepto ha sido relegado en círculos marxistas, otras nociones ambiguas como la del «Estado profundo» han ganado aceptación, aunque carecen del rigor analítico del capitalismo monopolista de Estado.
LA REPÚBLICA POPULAR CHINA: ¿ANTIIMPERIALISTA O NUEVO ACTOR IMPERIALISTA?
La relación de China con el imperialismo es una cuestión central en los debates actuales. Ellner argumenta que la República Popular China (RPC) no se ajusta fácilmente al modelo imperialista tradicional. Señala que China no impone sanciones de forma sistemática, no despliega bases militares en todo el mundo y evita intervenciones directas en otros países.
Sin embargo, este análisis omite aspectos clave del sistema neocolonial ya descritos por Kwame Nkrumah, quien definió el neocolonialismo como una forma de imperialismo basada en el control económico en lugar de la dominación militar directa.
China participa activamente en el mercado capitalista global y ha desarrollado una política económica internacional que, si bien no se declara imperialista, reproduce dinámicas de explotación similares a las de otras potencias.
Proyectos como la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI) recuerdan iniciativas históricas como el Plan Marshall, que, bajo la apariencia de cooperación, consolidaron la hegemonía económica de Estados Unidos en Europa. Aunque China presenta la BRI como un proyecto de beneficio mutuo, esta estrategia beneficia principalmente a sus propias corporaciones y refuerza su influencia global, una dinámica típica del imperialismo.
Además, Ellner critica la ausencia de un marco ideológico basado en la lucha de clases en la política internacional de China. Los discursos oficiales del Partido Comunista de China (PCCh) se centran en conceptos como «desarrollo equitativo», «multilateralismo» y «prosperidad común», pero omiten referencias a la explotación capitalista o a la lucha de clases, lo que genera dudas sobre su papel en el sistema imperialista.
AMÉRICA LATINA Y LOS DESAFÍOS DEL ANTIIMPERIALISMO
En América Latina, los debates sobre el antiimperialismo también están marcados por contradicciones. Ellner menciona el conflicto entre el gobierno de Nicolás Maduro y el Partido Comunista de Venezuela (PCV), que acusa al Ejecutivo venezolano de abandonar la lucha por el socialismo y traicionar a la clase trabajadora.
Desde esta perspectiva, no puede haber un verdadero antiimperialismo sin anticapitalismo, ya que el imperialismo es una expresión del capitalismo. La ruptura entre el PCV y el gobierno de Maduro refleja esta tensión entre el antiimperialismo y la lucha de clases.
Por otro lado, algunos sectores de la izquierda occidental apoyan acríticamente al gobierno de Maduro, argumentando que es necesario defenderlo frente al imperialismo estadounidense. Según Ellner, este razonamiento subordina los intereses de la clase trabajadora a los de un Estado burgués, replicando una lógica nacionalista que Lenin y otros líderes revolucionarios rechazaron durante la Primera Guerra Mundial.
ANTIIMPERIALISMO Y MULTIPOLARIDAD: UN DESAFÍO PARA LA IZQUIERDA
Ellner también cuestiona la tendencia de algunos sectores de la izquierda a priorizar la crítica al imperialismo estadounidense mientras ignoran las dinámicas de otras potencias. Este enfoque puede llevar a alianzas problemáticas con gobiernos capitalistas que, aunque se opongan a Estados Unidos, potencian la explotación y las desigualdades estructurales.
La izquierda debe evitar caer en la ilusión de que un mundo multipolar capitalista será menos imperialista que el actual sistema unipolar dominado por Estados Unidos. La historia demuestra que las rivalidades entre potencias capitalistas solo intensifican los conflictos inter-imperialistas. Por lo tanto, la lucha contra el imperialismo debe estar vinculada a la construcción de un proyecto socialista que ataque las raíces del sistema: el capitalismo.
CONCLUSIÓN: UN ANTIIMPERIALISMO CLASISTA Y ANTICAPITALISTA
El análisis de Ellner destaca la necesidad de un antiimperialismo que no solo critique a Estados Unidos, sino que también confronte las dinámicas capitalistas globales. Para la izquierda, esto implica abandonar estrategias políticas basadas en el «mal menor» y centrarse en construir un movimiento internacional que vincule la lucha contra el imperialismo con la lucha por el socialismo.
Ellner subraya que la única forma de derrotar al imperialismo es reemplazar el capitalismo por el socialismo. Mientras los países que forman coaliciones antiimperialistas sigan participando en el mercado capitalista global, continuarán reforzando el sistema imperialista. La izquierda debe tener claro que un verdadero antiimperialismo no puede separarse de un compromiso con la lucha de clases y la transformación socialista.
(*) Steve Ellner ,1946, es profesor de historia económica y ciencias políticas en la Universidad de Oriente en Puerto La Cruz, Venezuela desde 1977. Es autor de numerosos libros y artículos en revistas académicas sobre la historia y política venezolana, específicamente en el área de los partidos políticos y movimiento obrero.
(*) Pinche aquí para leer el artículo íntegro de Greg Godels «Some clarity on Imperialism today».