GENOCIDIO.- Primer genocidio del Siglo XX.- El genocidio de los armenios: el conflicto

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A propósito de genocidio en el Siglo XXI. Fueron asesinados mas de un millón de armenios por los turcos y todo quedó impune

Genocidio de Dersim. Crédito: Armenian Genocide Museum-Institute

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Memoria

El genocidio de los armenios: el conflicto

Los armenios, junto con otros pueblos, formaban parte del Imperio otomano, que perduró por más de 600 años y dominó un inmenso territorio que abarcó 3 continentes: una parte de Europa, Asia y el norte de África. Los armenios fueron el primer pueblo cristiano en el mundo, pues había cerca de 2 millones de ellos y destacaban por su lealtad al gobierno. Aunque eran vistos como ciudadanos de segunda clase, estaban obligados a pagar más impuestos y a vivir en contención.

Crédito: Armin T. Wegner, Wallstein Verlag

A principios del siglo XX, un partido nacionalista que estaba en contra de la monarquía, conocido como Comité de Unión y Progreso o “Jóvenes turcos”,  llegó al poder. En aquellos años, varias regiones cristianas europeas se independizaron del dominio otomano, lo que incrementó las tensiones entre las facciones políticas y religiosas.

Al estallar la Primera Guerra Mundial, Rusia invadió al Imperio otomano y unos cuantos armenios radicados en Anatolia aprovecharon la situación para buscar su independencia y se unieron a los rusos. Ese suceso, junto con el levantamiento armenio que tuvo lugar en la ciudad de Van, llevó al gobierno otomano a implementar medidas en contra de la población armenia.

A pesar de que solo un pequeño sector de armenios apoyaba a Rusia y realizaba actividades en contra del Imperio, éste decidió reubicar a todos los armenios de la región, ya que suponía que representaban un “peligro” para la estabilidad del gobierno, razón por la que se ordenaron ataques contra toda la población civil. Con el argumento de “prevenir” cualquier levantamiento, se realizaron deportaciones masivas conocidas como Caravanas de la muerte, que consistían en largas caminatas en las cuales murieron cientos de miles de armenios a causa del hambre, el clima extremo y la violencia. Aquellos que lograron llegar a los lugares de reubicación en Siria e Iraq fueron aniquilados. 1 millón y medio de armenios, de los 2 millones que había en esa zona, fueron exterminados. Estas caravanas estaban conformadas, en su mayoría, por civiles, incluyendo mujeres, ancianos y niños. Para el gobierno imperial, las Caravanas de la muerte eran una medida desesperada en “tiempos de guerra” cuyo fin exclusivo era “proteger a la población”. Después de cientos de años de convivencia, el armenio promedio se había convertido en un “enemigo provocador” que buscaba separar al Imperio, apoyando a Rusia y a la expansión británica.

Siria, Alepo. Mujer armenia arrodillada junto a un niño muerto en el campo. Crédito: United States Library Congress, EUA. Dominio Público

Crédito: Armenian Genocide Museum-Institute

Sin saber cuál sería su destino, los deportados, quienes habían perdido sus casas y sus tierras, se desplazaron entre caminos plagados de cadáveres sin sepultura, soportando las imágenes de niños que lloraban por comida y agua. Varios grupos de ancianos y mujeres murieron a causa de pestes, cólera y tifus; para centenares de armenios, el desierto se convirtió en un cementerio de desolación donde los contados sobrevivientes jamás pudieron recuperar los cuerpos de sus familiares fallecidos.   

Crédito: Armenian Genocide Museum-Institute

   Luego de haberlos deportado, el Imperio otomano buscó la forma de legitimar la reubicación de los armenios. Una ley suplementaria que se promulgó el 10 de junio de 1915 instruía sobre la manera de registrar los bienes de las víctimas; explicaba cómo salvaguardarlos y el uso que se les debía dar: se aconsejaron subastas públicas y la protección de los ingresos a favor del fortalecimiento económico del Imperio.

El gobierno clasificó los bienes como “abandonados”; mas los armenios, no los habían abandonado voluntariamente, sino que fueron forzados a dejar sus hogares para ser masacrados. Aunado a lo anterior, iglesias, monasterios y demás construcciones eclesiales fueron destruidas con el fin de borrar para siempre la presencia armenia en lo que hoy es Turquía.

Por otro lado, tras el estallido de la Guerra, aquellos armenios que formaban parte del ejército otomano tuvieron que cumplir con el compromiso cívico en defensa de la patria; por lo que, sin importar su estatus migratorio (es decir, si habían sido o no deportados), el gobierno les transformó en soldados-obreros (amele taburi) cuya principal labor era la construcción de caminos y la ampliación de rutas ferroviarias.

Una vez terminadas sus tareas, eran aniquilados en la retaguardia de los convoyes militares; otros tantos fueron fusilados en trincheras construidas por ellos mismos como parte del 8vo mandamiento de la Carta de Instrucción del Comité Unión y Progreso, publicada en el diario Türkçe Istanbul, en donde se leía el postulado “Aniquilaremos a los hombres en servicio del ejército de una manera apropiada”.

El embajador estadounidense en Turquía, Henry Morgenthau, escribió que los soldados armenios fueron obligados “a cavar sus tumbas antes de ser fusilados”. El objetivo final era dejar únicamente a mujeres, niños y ancianos para que fuera mínima la resistencia a las deportaciones y masacres.

Bibliografía

Dayán A, J., Herrera, R., Galico, M. y Cortés Minjares, V. (2011). Museo Memoria y Tolerancia. México, D.F.: Memoria y Tolerancia A.C.   

Armenia: Una Herida Abierta. A 100 Años Del Genocidio Armenio.. Ciudad de México: Museo Memoria y Tolerancia/Ford Foundation, 2015.

https://www.myt.org.mx/memoria_url/genocidio-de-los-armenios

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