FRANCIA.- Izquierda: dos posibles reacciones al gobierno de Ursula Le Pen Barnier

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por Georges Gastaud – Agrupadas en el Nuevo Frente Popular, las izquierdas institucionales, ningún componente de las cuales se opone directamente a la UE, al euro o a la OTAN, luchan en la Asamblea Nacional para garantizar que los 60 mil millones de euros que deben sacar de los bolsillos de los Los franceses (ya sea mediante aumentos de impuestos directos o encubiertos, ya sea mediante una mayor desindexación de las pensiones en función de los precios, ya sea mediante el monstruoso colapso de la salud pública, las escuelas públicas, la función pública territorial, etc.) cobran un poco más sobre los ricos y una poco menos para las clases trabajadora y media. Mucho mejor y “es mejor que nada”. 

Pero claramente, eso no es suficiente. Porque para pagar la enorme deuda que “tenemos” con los usureros de las finanzas internacionales, esta deuda aún tendría que ser legítima. Todavía sería necesario que la UE y el BCE, que patrullan nuestros ministerios despreciando nuestra dignidad nacional, también fueran legítimos al dictar su política financiera y económica a los franceses, sabiendo que los 60 mil millones en impuestos arruinarían completamente a los débiles. crecimiento del país y asestar un golpe fatal a sectores ya muy inestables como la construcción o el equipamiento del automóvil. Aún sería necesario que mientras los recursos destinados a la escuela pública y al hospital, por no hablar de los ayuntamientos ya de capa caída (es decir, a las piscinas municipales, los centros de día infantiles, etc.) se vayan a (¡ya estaban en el hueso!), el gobierno no ha planeado, para complacer a la OTAN, casi duplicar el presupuesto militar para 2030. No para hacer la paz: “No estamos en guerra, pero ya no estamos en guerra”. paz”, acaba de declarar Lecornu, Ministro de las Fuerzas Armadas. En resumen, ¡para la MUERTE hay dinero! Aún tendríamos que cuestionar el origen profundo del déficit, que no es el “cueste lo que cueste” del COVID, sino el hecho estructural de que, bajo la égida de grandes empresarios traidores al país y al abrigo del “mercado” «una economía abierta al mundo donde la competencia es libre y no distorsionada», dichos grandes empresarios han destruido nuestras industrias, han trasladado la producción de plusvalía a países con bajos costos laborales, han hecho que millones de trabajadores, empleados y niños provengan de familias de clase trabajadora. desempleados o precarios, desestabilizó nuestra agricultura campesina, casi liquidó nuestra pesca artesanal y que en lugar de «producir en Francia», los muy ricos prefirieron aprovechar el dinero fácil de los rentistas resultante de las privatizaciones (autopistas, puertos, aeropuertos, etc.). Y pronto, si se lo permitimos, ¡Seguridad Social y pensiones de capitalización! ¿Cuántos docentes saben, por ejemplo, que el Ministerio de Educación Nacional ya lanzó una licitación que podría llevar a la expulsión del MGEN del “mercado” de la protección social docente (por supuesto, el MGEN, liderado por la socialdemocracia) es favorable a la UE y no lidera ninguna campaña contra este grave peligro). 

Pero la izquierda eurorreformista no dice nada sobre todo esto ya que, dogmáticamente, pretende cambiar Francia sin salir del capitalismo, y menos aún de la UE-Euro-OTAN que nos estrangula al menos desde el Tratado de Maastricht de 1992. ¡Gracias Mitterrand!

En estas condiciones, nos condenamos a corregir marginalmente la política capitalista, a ser quisquillosos con una determinada directiva europea, a PRETENDER que queremos cambiar las cosas, pero en el fondo sólo se trata de pulir las cadenas para que no dañen al esclavo. demasiado; y ya no cuestionamos ni la esclavitud nacional representada por la UE y el euro, ni la esclavitud imperial representada por la OTAN (y la marcha hacia la guerra mundial que alimenta), ni la esclavitud social que representa el capitalismo.

Y durante este tiempo, el Sr. Roussel posa estúpidamente junto a Roux de Bézieux, figura destacada de MEDEF, o participa en la campaña de colaboración de clases “¡Amo mi caja!” » sin que esto escandalice demasiado a los miembros de su partido… Mientras millones de franceses soportan condiciones de trabajo extremadamente duras para su salud o para su equilibrio moral dentro de dicha «caja». 

Conclusión: en nuestro tiempo, el “reformismo” dominado por Maastricht no es más que un CONTRArreformismo inconsciente, un acompañamiento rosado de las políticas capitalistas. La elección ya no es entre reformismo y revolución, sino entre un CONTRArreformismo más o menos “suave” y un Frexit progresista que conduzca a la decidida transformación socialista del país.

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