
El 8 de marzo pasado, en la fachada del instituto Numància colgaba una pancarta que decía: “El 8 de marzo no es una fiesta, es una protesta. COMISION FEMINISTA”. Creada por alumnas y alumnos de Santa Coloma de Gramenet, conscientes de que el camino es la lucha y que hay que organizarla. Necesitamos que estas acciones vanguardistas no solo se mantengan, sino que evolucionen, que den ejemplo, y despierten conciencias. Porque tenemos el mundo que nos han robado por conquistar.
El postmodernismo y toda la propaganda capitalista han conseguido desposeernos de nuestra conciencia colectiva como clase obrera. La base sobre la que tiene que estructurarse el feminismo de clase que nos conduzca al socialismo. Que nos permita, a la inmensa mayoría de la población mundial, reconocer y unirnos a nuestras iguales contra nuestros antagónicos e irreconciliables enemigos de clase. Parece que esa falta de conciencia junto a las muchas violencias que ejercen, permite a las oligarquías del mundo, a la clase dominante, al capital; seguir perpetuando la represión, la explotación, el fraude, la contaminación, la desinformación, el exterminio y la acumulación a través del expolio de materias primas y el negocio de la muerte. Por suerte un grupo de irreductibles jóvenes estudiantes lo tiene claro.
Alrededor de la primera década del siglo pasado y finales del XIX, Clara Zetkin y Alexandra Kollontai, entre otras muchas luchadoras comunistas, nos enseñaron la diferencia entre feminismo burgués y feminismo proletario, y que su corta andadura juntas solo tuvo que ver con la fundamental e irrenunciable demanda y posterior conquista del voto femenino. Las feministas burguesas buscaban la igualdad de derechos con los hombres a través de reformas, dentro del marco de relaciones de producción capitalistas, es decir, luchan por privilegios para ellas mismas y consideraban que: “Los hombres son el principal enemigo, se han apropiado injustamente de todos los derechos y privilegios, dejando a las mujeres solamente cadenas y obligaciones”. Poder entrar en los parlamentos burgueses y a su vez poder explotar fuerza de trabajo proletaria “igual que hacían los hombres (sus maridos, padres y hermanos) para ellas era una victoria, un fin en sí mismo”.
Por otro lado, las obreras socialistas tenían “estrechas conexiones con el proletariado, y sus demandas de liberación abarcan una solución completa a la cuestión de la mujer. Ellas no ven a los hombres como el opresor… piensan en los hombres como sus compañeros de rutina diaria y de lucha por la eliminación de la sociedad burguesa y patriarcal que las esclaviza y por un futuro mejor. A la mujer obrera le es indiferente si su patrón es hombre o mujer… Fueron las obreras de San Petersburgo quienes comenzaron en 1917 la gran revolución de febrero. Fueron ellas las primeras en levantar la bandera de oposición al Zar y sus compinches”.
A pesar de que el contexto histórico actual es otro, podemos seguir observando como los partidos socialdemócratas (de los demás ni hablamos) abrazan al feminismo burgués sin ningún reparo. Estos partidos de manera hipócrita llevan en su ideario político, e incluso en sus siglas, palabras como socialista, obrero, marxista o republicano. Pero tienen a ultraconservadores como Espadaler o directamente a fascistas como Grande-Marlaska o Margarita Robles en sus filas. Partidos que practican sin escrúpulos el neoliberalismo, ya en fase terminal, dictado por los Yanquis.
La CIBA de Santa Coloma de Gramenet, un espacio de “recursos para mujeres”, donde el feminismo burgués campa a sus anchas es un claro ejemplo. En la fachada e interior del edificio, o navegando por su página web, no encontraremos los rostros de Clara Zetkin (comunista y fundadora del 8M), de Kollontai, Krúpskaya o la misma Angela Davis. Pero sí de sufragistas burguesas y de personalidades de diferentes ámbitos, que sin pretender denostar sus logros, los consiguieron sin duda gracias a su posición de clase. O de mujeres que sufrieron nefastas y condenables experiencias producidas y a la vez rentabilizadas por el capitalismo patriarcal. El mismo que en sus estructuras lleva intrínseca la brutal violencia contra las mujeres. Tampoco encontramos palabras o conceptos (base para crear cualquier recurso) como socialismo, mujer trabajadora y menos aún obrera. La CIBA es un “equipamiento pionero en la creación de políticas públicas de igualdad real y efectiva de todas las mujeres”. ¿También para las mujeres que trabajan en condiciones de explotación en servicios municipales privatizados por el mismo ayuntamiento? ¿O solo para mujeres con ánimo de emprender, eufemismo de explotar dentro del marco de producción capitalista? Creo que las preguntas se responden solas.
Las políticas que desarrolla la socialdemocracia, siguiendo la estela reaccionaria, se basan en la privatización de todo lo público. Se dedican a llenar los bolsillos de una inmensa minoría a costa de precarizar servicios y explotar a trabajadoras con salarios y condiciones laborales de miseria. Además de estas coyunturas, en nuestra ciudad, hay miles de obreras y obreros pensionistas en peor situación. Por no hablar de las trabajadoras migrantes: Ciudadanas de segunda sin ni siquiera derecho a voto. El día que ejerzan sus derechos (humanos por cierto) será el día en el que los mismos que se los niegan y privatizan lo público ya no podrán seguir parasitando.
Así pues, de feminismo nos habla de manera “subliminal” el consistorio. Pero ni las alumnas del IES Numància, las trabajadoras “externalizadas”, ni las mujeres obreras migrantes tienen cabida en la CIBA. Ni se las nombra. Ni se las espera. Porque saben que, al contrario de lo que cita Francesca Cavallo, bajo el yugo capitalista (machista, racista, explotador, belicista e irreformable) no podrán convertirse en lo que ellas quieran. Sin embargo no todo está perdido. Hay semillas de libertad plantadas en el IES Numància y están floreciendo.
No puedo acabar sin antes mencionar a la heroica resistencia del Pueblo Palestino y a todas las resistencias que luchan contra el neocolonialismo, la OTAN, el imperialismo anglo sionista y contra la terrorista organización genocida del ente israelí. Con quien el Estado español junto a todos los gobiernos hasta la fecha, no han dejado de traficar armamento que sirve para que se asesina diariamente con total impunidad. Son cómplices directos de genocidio y tienen las manos manchadas de sangre inocente. No lo digo yo. Lo dicen los hechos. En este cercano 8 de Marzo conviene resaltar que el 70% de las víctimas son mujeres y niñas y niños.
La imprescindible feminista y revolucionaria Rosa Luxemburgo, antes de ser asesinada por la socialdemocracia, nos dejó una brillante síntesis a modo de proclama: “¡SOCIALISMO O BARBARIE!”
Jordi Bueno