El PCCH de 1921-1976 cumple 100 años (2)

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REVOLUCIÓN OBRERA 

El PCCH de 1921-1976 cumple 100 años (2) 1

En nuestro anterior artículo sobre el centenario de la fundación del Partido Comunista de China, se dio introducción a la significativa realización del primer congreso, que cohesionó las fuerzas dispersas de revolucionarios en torno a lo que se debía realizar en China para derrotar a los enemigos del pueblo chino.

Pensar que unirse es tarea fácil, no es tener en cuenta el mundo en que se vivía. Durante este congreso se presentaron posiciones diversas que fueron discutidas y combatidas ideológica y políticamente las posiciones erróneas ya que se trataban de discusiones en el seno del pueblo. Entre ellas, la propuesta derechista de hacer del partido una organización legal que se lanzara a concretar un programa representativo tipo parlamentario, colocando el mote de “revolucionario” a un programa reformista que buscaba solo concesiones y participación local en algunos distritos. La otra posición, la del “izquierdismo”, que bajo una apariencia radical condenaba todo tipo de alianzas con fuerzas progresistas y democráticas, pues las consideraba un obstáculo para el avance de la lucha revolucionaria. Ambas posiciones erróneas fueron objeto de discusión y estudio no solo durante el congreso, sino en la lucha práctica durante gran parte de la vida del partido, puesto que cambiaban de forma y de representantes, pero sirvieron para dotar al partido de una posición acertada en momentos muy críticos.

Los logros del periodo de los primeros congresos fueron: guiarse por una misma ideología e interpretación de la misma, unificar la dirección de las fuerzas revolucionarias comunistas, centralizar una dirección antes dispersa, concretar mínimos de organización en unos estatutos iniciales, concretar el apoyo de los revolucionarios chinos que se encontraban en otros países y establecer alianzas generales (guiadas internacionalmente por la Internacional Comunista en su segundo y tercer congreso) con los nacionalistas chinos representados en el Kuomintang que entonces era dirigido por el revolucionario Sun Yat-sen, lo que posibilitaba la unidad nacional contra los partidarios de la dominación extranjera, quienes a través de las concesiones y con el apoyo de los señores feudales de la guerra explotaban al pueblo chino.

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La alianza o colaboración con el Kuomintang (1924 a 1927) permitió una victoria política de los comunistas ya que radicalizó a un sector que se convirtió con el tiempo en el “ala izquierda” de los nacionalistas; por otro lado, en el plano organizativo, a los comunistas les permitió adquirir experiencia en la gestión administrativa y organización gubernamental en algunas provincias, distritos, ciudades y aldeas; finalmente, en el terreno de la propaganda y trabajo de masas posibilitó una lucha más amplia que permitió engrosar sus filas (de 57 miembros en 1921 a 57.963 para 1927) debido a su radical participación en huelgas y movilizaciones, labor facilitada por la campaña de agitación anti-extranjera conocida como el Movimiento del 30 de mayo de 1925. Debe notarse que dicho acuerdo fue una alianza más no una unidad o fusión, ya que ambos partidos representaban clases diferentes que se encontraban políticamente para luchar contra los dos males que aquejaban a China en ese momento: la dominación extranjera y el feudalismo, si bien hubo comunistas en algunos puestos de dirección del Kuomintang 1 ello no implico una renuncia a su programa ni a su ideología.

1 En enero de 1924 hubo tres comunistas entre los 24 miembros del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang: Li Ta-chao, T´an P´ing-shan y Yü Shu-te y otros seis entre los diecisiete suplentes entre ellos Mao Tse-tung. Unos ocultaron su afiliación comunista para evitar represalias de los elementos del Kuomintang proclives a la no cooperación. Para 1926 en el II congreso del Kuomintang fueron elegidos 7 comunistas entre los 36 miembros del comité ejecutivo central, convirtiéndose en esa época Mao Tse-tung en director del departamento de propaganda.

Ideológicamente dentro del partido a raíz de la práctica cotidiana y de una más profunda comprensión del marxismo, se desarrolló una lucha contra el dogmatismo, el cual se caracteriza por copiar modelos de revoluciones anteriores en todos los aspectos sin tener en cuenta las condiciones cambiantes, en una falta de interpretación y estudio de la realidad concreta y en una aparente ortodoxia en la ciencia de la revolución que al final reduce todo análisis a fórmulas preestablecidas. A partir del Cuarto Congreso (1925) el partido comienza a referirse a la importancia de la cuestión campesina, dado que la experiencia en la construcción de ligas y asociaciones de este carácter, posibilitaron aprender a contrastar las ideas con la realidad concreta, cuestión de crucial importancia para China donde la gran masa poblacional se encontraba en el campo bajo condiciones de vida y sometimiento aterradoras.

Deviene luego la lucha contra los militaristas chinos conocida como La expedición al Norte (1926 a 1927); dichos jefes militares eran financiados por las potencias extranjeras, entre ellas Inglaterra y pretendían sofocar y derrotar la revolución. En dicha expedición el ejército nacionalista del Kuomintang y las fuerzas comunistas actuaron unidos contra los tres grandes y modernos ejércitos del norte logrando vencerlos gracias a la desunión en sus filas y en sus mandos, a la unidad y valentía en el combate de los revolucionarios, a las grandes deserciones que sufrieron los pro-imperialistas con cada derrota, entre otras causas; dicha campaña reforzó la postura reaccionaria del ala derecha del Kuomintang representada por Chiang Kai-shek (quien aprovechando la muerte de Sun Yat-sen realizó un golpe el 20 de marzo de 1926 deteniendo a los miembros reconocidos del partido comunista y los delegados soviéticos, lo que llevó a ser el jefe indiscutido del Kuomintang en la dirección de las tropas en la Campaña del Norte.

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El triunfo de la Campaña del Norte le dio confianza en su propia fuerza a Chiang Kai-shek para querer eliminar de una vez a su aliado, el Partido Comunista. Aprovechando los éxitos de la campaña para beneficio personal, el 12 de abril de 1927 desata una sangrienta represión en los principales centros de agitación y organización comunista, como Shangai. Estos actos fueron condenados por un sector del comité ejecutivo central lo que llevó a su expulsión del partido nacionalista el 17 de abril; al siguiente día organiza su centro de operaciones en Nanking con lo que se distanció de sus viejos compañeros de armas quienes ya tenían su centro administrativo en Wuhan, el cual continuó dando apoyo a los aliados comunistas. Esta actitud de Chiang Kai-shek apoyado por potencias que decía combatir generó una serie de guerras que duraría hasta la entrada en el escenario de la invasión japonesa en 1931, y posibilitó el surgimiento de una línea política de derecha expresada en el V Congreso del Partido Comunista (27 de abril de 1927) que proclamaba mejor dejar que el Kuomintang fuese quien dirigiera la revolución ante las derrotas ocasionadas a los comunistas (su representante fue C´hen Tu-shiu).

En la historia hay dogmáticos e “izquierdistas” quienes critican la actitud del partido de continuar la alianza con el Kuomintang y de la Internacional Comunista ante los sucesos, condenándolos de seguidismo y falta de carácter ante la traición, pero olvidan precisar que se debía considerar al Kuomintang como un partido burgués que agrupaba en su seno muchos sectores susceptibles de alianzas y compromisos para el avance del movimiento revolucionario. Renunciar a ello hubiera significado el aislamiento del Partido y su inminente desaparición, igualmente, era considerar al Partido nacionalista como un bloque unido y solido cuando en realidad estaba debilitado y dividido, lo que posibilitaba realizar acuerdos con varios integrantes y fracciones del mismo para ampliar y profundizar la revolución.

Finalmente, en julio de 1927 a pocos meses de continuar con los acuerdos, el Kuomintang toma la decisión de expulsar definitivamente a los comunistas y terminar la colaboración. El partido nacionalista anteriormente dividido inicia su reunificación que concluye en diciembre de ese año con la supremacía de la línea política proimperialista de Chiang Kai-shek.

Los comunistas durante este breve periodo lideran varios levantamientos contra los terratenientes, entre ellos los más importantes fueron el Levantamiento de Nanchan en agosto y el de la Insurrección de la Cosecha de Otoño en septiembre, que no tuvieron éxito, debido entre otras razones, al repliegue del movimiento campesino. Este periodo de lucha en el campo es conocido como el periodo de Kiangsi (por la provincia donde se desarrollaron los hechos) operiodo de la segunda guerra civil revolucionaria que va desde agosto de 1927 a octubre de 1934 cuando inicia la Larga Marcha.

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Estos levantamientos lograron sentar las bases para la ocupación en octubre de 1927 de los centros de Lufeng y de Haifeng, donde se celebró el Primer Congreso de Soviets creando así un gobierno soviético. La dirección del partido de ese momento sobrevaloró sus triunfos y menosprecio sus derrotas al considerar que ya estaban listos para una ofensiva teniendo en cuenta que Chiang Kai-shek se había retirado momentáneamente de la dirección del Kuomintang y que este partido se encontraba en una indefinición y lucha interna, por lo que adoptó una posición de “izquierda” y aventurera que lo llevó a empresas que terminaron en derrota comoLa comuna de Cantón, que si bien militarmente fue tomada, posteriormente fue derrotada y aplastada por las fuerzas del Kuomintang en ausencia principalmente del apoyo político del proletariado de esa ciudad comercial, lo que disminuyó el número de efectivos del partido.

Los acuerdos con el Kuomintang y las causas de la derrota en Cantón, fueron objeto de análisis en el Cuarto Congreso del Partido Comunista de China (1928) que se desarrolló por ese entonces en Moscú, el cual concluyó que la falta de preparación de tales levantamientos fueron la causa de su derrota, pues no habían sido organizados con suficiente antelación para ganar el apoyo popular; se dejó el campo abierto al dogmatismo reflejado en un desconocimiento de la sociedad china para basarse en lo que se conocía y funcionaba en otros países; se dio paso libre al “izquierdismo”, manifiesto en contar solo con el empuje de la fuerza organizada para mover a las fuerzas en las ciudades que se quería tomar, sin tener en cuenta las contradicciones propias de dichos lugares y su posterior mantenimiento, por lo que basados en deseos y no en datos concretos sobre la sociedad china, amparados en la experiencia, pero ciegos ante las condiciones reales del movimiento revolucionario llevaron al partido al borde de ser exterminado.

La línea política “izquierdista” que asumió la dirección del partido descubrió sus mejores elementos en las zonas urbanas, lo que posibilitó a la reacción una mayor efectividad en la neutralización de elementos revolucionarios, la captura de militantes clave en los sindicatos, asociaciones, artistas y enlaces con otras zonas dejando incomunicado al partido entre regiones; la centralización del trabajo en las ciudades llevó a minimizar la fuerza de organización en el campo lo que condujo a una crisis de unidad que amenazaba con acabar el partido, asediado por cinco campañas de cerco y aniquilamiento que reducían el campo de acción revolucionaria y el número de efectivos para la lucha, lo que llevó finalmente en octubre de 1934 a abandonar posiciones con el objetivo de salvaguardar las fuerzas ya templadas de revolucionarios con el firme propósito de reagruparse, consolidar posiciones y continuar la lucha, hazaña conocida como “La Larga Marcha”.

Continuará….

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