
¿Por qué el “comodín de la productividad” se ha convertido en la maldición del Imperio estadounidense?
Este artículo de Joaquín Lucena analiza el ascenso y declive del poder imperial estadounidense, explorando el papel de la productividad, el libre comercio y la competencia entre grandes potencias. En un contexto de creciente multipolaridad, su autor examina las implicaciones geopolíticas y económicas de un mundo en transición.
Por JOAQUÍN LUCENA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Según la IA de DeepSeek cuando hablamos de Imperialismo nos estamos refiriendo al momento en que un Estado extiende su influencia o control sobre otros territorios, naciones o pueblos, ya sea mediante la fuerza militar, la dominación económica, la coerción política o la imposición cultural. Su objetivo suele ser la expansión territorial, el acceso a recursos, el aumento del poder geopolítico o la difusión de una ideología.
Según esta definición, los Imperios -al igual que el comercio o el Estado- aparecen en la historia mucho antes que el capitalismo y están íntimamente ligados a las sociedades divididas en clases.
Sin embargo, es bajo el capitalismo donde se da rienda suelta a toda la potencialidad de la figura “Imperio”, ya que con la aparición del Estado-Nación y la lógica del despliegue y el desarrollo de las propias leyes del valor se llega, pasado cierto tiempo, a una situación en que el mercado nacional se quede pequeño.
La clase obrera no está interesada en un mundo en donde domine tal o cual potencia. La única solución real, a pesar de que hoy por hoy no esté encima de la mesa, es un mundo sin naciones, con economía planificada y participativa,
De ahí, que todo país se convierta en Imperialista o aspire a serlo. La acumulación creciente de capital necesita de nuevas y lejanas fuentes de aprovisionamiento y de nuevos mercados para colocar las mercancías producidas. Pero todo esto no se sustenta en la voluntad, sino que, bajo las leyes capitalistas, toda necesidad solo se convierte en posibilidad si las condiciones materiales dan para ello. Y ¿cuáles son esas condiciones materiales? Son varias, pero la fundamental es la Productividad.
Y ¿qué es la Productividad? La capacidad de producir más mercancías en un mismo tiempo y a más bajo costo que sus competidores. De igual manera a como en el microcosmos del mercado nacional, los capitalistas pugnan por ser los que más plusvalor arranquen del saco total de las ganancias a través de mejores métodos de explotación de mano de obra a salariada; en el Orden Internacional, la nación que cuenta con la Industria más desarrollada es la que se lleva el gato al agua a la hora de repartirse el mundo y, a su vez, transmitir el Nuevo Modo de Producción allá donde se establezca.
«El bajo precio de sus mercancías es la artillería pesada con la que derrumba todas las murallas de la China, con la que obliga a capitular a las tribus bárbaras más ariscas en su odio contra el extranjero. Obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza.
El «Manifiesto Comunista», Marx y Engels
A “grosso modo” y obviando al Imperio español, al Austro-Húngaro, al Sacro Imperio Romano etc. en los orígenes del capitalismo, el capital comercial de Venecia y el Benelux (Bélgica, Nederland y Luxemburgo) dominaban los intercambios internacionales. La Revolución francesa puso en escena al país galo y la Revolución Industrial colocó a Gran Bretaña en la cima del Imperialismo durante gran parte del siglo XIX y principios del XX, pero lo que es innegable es que el Gran Imperio durante el siglo XX han sido los EE.UU.
Este país, de apenas 250 años de historia, comenzó su existencia con la independencia de 13 colonias del Imperio Británico y con la anexión de nuevos territorios mediante el uso de la fuerza contra otros Estados (México, España, Reino de Hawái etc) o arrebatando a los indígenas sus territorios, incluso tirando de talonario comprando La Florida a España, La Luisiana a Francia, Alaska a Rusia y está por ver si Groenlandia a Dinamarca.
Desde esa vasta plataforma territorial con grandes recursos naturales e incorporando los últimos adelantos para su explotación, unido a que los EEUU han sido tierra de aluvión de mano de obra sobrante en todas las partes del planeta, han facilitado una extraordinaria acumulación de Capital que los han convertido en una superpotencia económica.
No cabe duda de que a lo largo del siglo XX han sido los número 1 en casi todos los rubros económicos: en la industria pesada, automovilística, aeroespacial, tecnológica, química, agraria, alimentaria, cultural (cine, música, agencias informativas), energética, militar, financiera etc.
Han impuesto sus mercancías y han extraído materias primas del resto del mundo, bien por la fuerza (imposición del dólar como patrón monetario universal, extorsión, conspiración, presión diplomática, guerras, invasiones etc.), por la innovación tecnológica que representaban sus productos, por sus bajos precios o por una combinación de todas ellas.
Se han implantado toda una cohorte de organismos internacionales como el Banco Mundial, el FMI, la plataforma SWIFT etc. -todos ellos bajo el dominio USA- creando un medioambiente propicio para los intereses de EEUU, de ahí que estos hayan sido los máximos promotores del Libre Comercio en su triple vertiente:
1/ Libertad de exportación de sus mercancías a otro países en un mercado internacional donde impera el intercambio desigual,
2/ Libertad para obtener recursos naturales y materias primas allá donde se encuentren
y 3/ Libertad de explotar mano de obra asalariada por sus Empresas Multinacionales en cualquier parte del Planeta.
Como ya se dijo más arriba, todas las naciones aspiran a ser Imperialistas y, si bien el mundo unilateral al que aspiraban los USA ha dado paso a otro Mundo multilateral donde han ido surgiendo grandes potencias competidoras como China, India, Rusia y, otras medianas como Brasil, Turquía o Irán. Cualquiera de ellas no son precisamente satélites de EEUU al modo como lo eran los pequeños Estados de Europa Occidental más Japón, Taiwán y Korea del Sur. Este nuevo escenario no es más que el reflejo del declive del Imperio yankee. He ahí la razón de su “nueva” táctica de plegarse sobre sí mismo.
Hoy día, cualquier mercancía material, digital o virtual puede ser suministrada por China a más bajo precio e incluso de mejor calidad que las norteamericanas. Los BRICS están construyendo alternativas al dólar y a todo su entramado financiero. La tendencia es a seguir mejorando los canales de intercambio y a crecer cuantitativamente.
Los chantajes, sanciones, bloqueos, etc., solo pueden afectar a pequeñas naciones, pero no así a potencias emergentes, al contrario, esto sólo acarreará el efecto contrario. El conjunto de estas nuevas situaciones atenta directamente contra el liderazgo gringo, de ahí que ya no estén tan interesados en el “Libre Comercio”, entre otras cosas porque a través de este se están yendo a la ruina.
El nuevo dirigente de EEUU, Trump, al igual que Calígula, no puede andarse con eufemismos y tiene que practicar una política hostil y grosera que replantee el viejo Orden Mundial. Tiene que renunciar a su pretensión de dominar el mundo y centrarse en unas determinadas zonas de influencia. Quiere poner en práctica el proteccionismo como última baza para preservar su industria. Y, además, practica el matonismo arancelario para someter coercitivamente a sus, hasta ahora, aliados. De puertas hacia adentro, pretende mantener la ilusión de volver a una América fuerte a través del expansionismo territorial anexionándose Canadá y Groenlandia. Pero el conjunto de todo esto no es más que una huida hacia adelante, el canto del cisne de un Imperio herido de muerte que tan sólo puede amenazar con arrastrar a la humanidad a la hecatombe en su cada vez más acelerada caída. Y todo porque ha perdido su talismán: el comodín de la productividad.
Si el mundo en el que estábamos era un mundo conflictivo, lo que se avecina de ahora en adelante será mucho peor, un conflicto abierto entre las grandes potencias. Qué saldrá de ahí? Nada bueno, sobre todo a los que nada tenemos, ya que nos obligarán a pelear entre nosotros por la defensa de intereses espurios que nada tienen que ver con nosotros.
La clase obrera no está interesada en un mundo en donde domine tal o cual potencia, ni en la defensa de soberanías nacionales. Al contrario, la única solución real, a pesar de que hoy por hoy no esté encima de la mesa, es un mundo sin naciones, con economía planificada y participativa, donde la única soberanía sea la de la Asamblea Popular y el único imperativo sea el del bienestar humano en general.
El enemigo no está enfrente, el enemigo principal está en casa. No a la OTAN. Bases fuera.