EL CONFLICTO DE KAZAJISTÁN: MUCHO MÁS DE LO QUE NOS CUENTAN

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«Para entender los que sucede es conveniente profundizar en los intensos conflictos laborales que se vienen produciendo desde hace una década»

Los violentos disturbios desatados el 2 de enero de 2022 en Kazajistán, país de Asia Central rico en recursos minerales, hay que entenderlos en el contexto de unos conflictos laborales de hondo calado, en lucha contra un Estado capitalista y un gobierno anti-comunista contrario a la independencia sindical. Que haya habido o no injerencia occidental es otra cuestión que quizás sea todavía prematuro valorar.

   Por EVA LAGUNERO PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

   Kazajistán, el gran país de Asia Central, tiene una nutrida presencia de empresas multinacionales, muchas de las cuales explotan su riqueza minera, especialmente los hidrocarburos.

   Para entender el conflicto desatado el pasado 2 de enero de 2022, es conveniente profundizar en un aspecto que ha sido ocultado tanto por los principales medios “pro-occidentales” como por los “pro-rusos”: los intensos conflictos laborales que desde hace una década se vienen produciendo en el país kazajo contra las empresas multinacionales (francesas, chinas, estadounidenses, italianas, británicas…) y las de propiedad nominalmente estatal, aunque, en realidad, de la familia de Nursultan Nazarbayev, primer presidente de Kazajistán de la era post-soviética.

   Las masivas protestas iniciadas el 2 de enero no han sido consecuencia directa del descontento popular por la subida del precio del gas, como han alegado los grandes medios. Esa fue solo la chispa que inflamó la lucha latente de los trabajadores kazajos por la mejora de sus condiciones laborales y vitales, que se han visto aún más deterioradas, como en muchos otros países, por la pandemia de Covid-19.

   Esta lucha se retrotrae a mayo de 2011, cuando los obreros del pozo petrolífero de Ozenmunaigás, en la ciudad de Janaozén, hicieron huelga exigiendo las compensaciones no pagadas por trabajos peligrosos y un aumento de salarios. La huelga fue declarada ilegal por las autoridades y se despidió a un millar de trabajadores.

   La indignación de los despedidos por lo que consideraron una violación de sus derechos laborales y de negociación colectiva, se plasmó en una serie de movilizaciones que incluyeron concentraciones en la plaza principal de la ciudad. La protesta fue creciendo y el 16 de diciembre de 2011, Día de la Independencia, hubo choques con la policía, que disparó contra los manifestantes desarmados causando al menos 11 muertos (lo que se conoce como la masacre de Janaozén).

«Que  EE.UU. y sus  aliados esté tratando de instrumentalizar estos conflictos laborales para desgastar a Rusia es muy posible, pero es la  injusticia social que genera el capitalismo la que posibilita estas maniobras de desestabilización» 

   Estos hechos encendieron aún más las protestas, que se extendieron a otras ciudades del país. En junio de 2012, el Estado, entonces presidido por Nursultan Nazarbayevimpusolargas condenas de prisión a los obreros que identificó como principales cabecillas de las revueltas (a los que se llamó “bandidos”).

   A ello siguió la promulgación en 2014 de una nueva ley sindical que condujo a la prohibición de los sindicatos independientes, reforzando con ello el monopolio de los pro-gubernamentales. Al año siguiente el Partido Comunista también fue prohibido y en enero de 2017, el poder judicial hizo lo propio con la Confederación de Sindicatos Independientes de Kazajistán.

   A finales de 2020las luchas obreras comenzaron a multiplicarse en todo el país. Hubo huelgas exitosas en demanda de aumentos salariales en las empresas KM Tranco (propiedad de la familia de Nazarbaev) y la petrolera china CNPC, en la región de Kyzil-Orda.

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   En enero de 2021, también se pusieron en huelga por los mismos motivos los trabajadores de la multinacional italiana de hidrocarburos Bonatti S.p.A, en Karachaganak, los mineros de la mina de oro de Aktobe, perteneciente al grupo kazajo Altynex; los de la petrolera china Si Bou, en la región de Mangistau, y la también petrolera china KMK Mounai, seguida de otra del mismo sector y propietario en Janaozén.

   Por supuesto, esta ola huelguística causó preocupación en el gobierno. El 5 de febrero de 2021, el actual presidente Kassym-Jomart Tokayev (protegido del ex-mandatario Nazarbayev) pedía al millonario británico de origen indio Lakshmi Mittal, de la Mittal Steel Company, que hiciera algo para aminorar los accidentes laborales en el sector industrial y eliminara la diferencia salarial entre trabajadores extranjeros y nacionales.

«Los conflictos laborales no se limitan al sector industrial. También ha habido huelgas en los sectores del transporte público, los hospitales y el de la llamada gig economy (falsos autónomos de plataformas digitales tipo Deliveroo»

   No obstante, los conflictos laborales no se limitan al sector industrial. También ha habido huelgas en los sectores del transporte público, los hospitales y el de la llamada gig economy (falsos autónomos de plataformas digitales tipo Deliveroo).

   Toda esta sucinta cronología de conflictos laborales, que no sólo han incluido reivindicaciones económicas sino también de la formación de sindicatos y partidos políticos propios, habla por sí misma.

   Lo que ocurrió el 2 de enero de 2022 es que, de nuevo en Janaozén, estallaron masivas protestas tras el anuncio del gobierno de que doblaría el precio del gas. Los trabajadores levantaron barricadas en la ciudad para defenderse de los primeros intentos de represión policial.

   Entre el 3 y el 4 de enero se inició una huelga en las petroleras de Tengiz, extendiéndose a las regiones vecinas. Los focos principales estuvieron en Janaozén y Aktau, las dos mayores ciudades industriales. A ellos se sumaron trabajadores llegados de Alma Ata o Almaty, la mayor ciudad y antigua capital de Kazajistán.

   El 5 de enero, el presidente Tokayev decretó el estado de excepción en dichas regiones, aceptó la renuncia del gobiernoy propuso rebajar la subida del carburante del 100% al 50%. Poco después anunció la destitución de Nazarbayev al frente del Consejo de Seguridad del país. Voces como la de Ainur Kurmanov, del Movimiento Socialista de Kajazistán, en el exilio, hablan aquí de disputas inter-oligárquicas entre el actual mandatario y Nazarbayev.

   Tras reconocer que las protestas se habían extendido a más de la mitad del país, Tokayev declaró que se trataba de unas cuantas docenas de “alborotadores” a los que habían “liquidado” e identificado. A pesar de la represión, los manifestantes siguieron protestando frente al ayuntamiento de Alma Ata, superando a las fuerzas policiales. El edificio acabó en llamas y hubo concentraciones también frente a la Fiscalía General del Estado y la residencia oficial del Presidente. También en Aktobe, otro gran foco insurreccional, se intentó sin éxito asaltar el edificio del gobierno.

   Para hacer frente al colapso producido por las protestas, Tokayev solicitó a los jefes de los Estados de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTCS) que enviaran tropas al país, para ayudar a combatir la “amenaza terrorista”promovida por bandas extranjeras. Merece señalar, en este sentido, que la OTCS -compuesta por Armenia, Bielorusia, Kazajistán, Rusia, Kirguistán y Tayikistán- es una alianza de defensa que no incluye conflictos internos de cada país asociado.

   Aunque nominalmente aliado de Rusia, el gobierno deKazajistán ha mantenido un equilibrio diplomático entre las potencias de Occidente (Europa-EE.UU), China y Turquía. De hecho, realiza anualmente ejercicios militares junto con la OTAN, algo que no es del agrado del Kremlin.

«Los actuales disturbios en Kazajistán no se pueden reducir enteramente a injerencias extranjeras. Según Sergei Kozhemyakin, corresponsal del periódico Pravda en Asia Central, es evidente que tanto fuerzas internas como externa intentan instrumentalizar la protesta»

   Según Dimitri Trenin, director del Centro Carnegie de Moscú, Rusia tiene en Kazajistán el mismo problema que en Bielorusia: su elite gobernante ha logrado aislar y reemplazar a todo sospechoso de contactos abiertos con Moscú. Además, el gobierno ruso, para preservar las relaciones estables con su importante aliado, socio y vecino, hace la vista gorda al aumento del nacionalismo kazajo, promovido por el gobierno, y los informes que le llegan sobre la discriminación de la etnia rusa(unos 3,5 millones en un país de 19 millones de habitantes). El mismo Trenin señala que la intervención militar de Rusia en Kazajistán no está exenta de riesgos. Los primeros sondeos realizados al respecto dentro de Rusia señalan que quienes se oponen a dicha intervención doblan a quienes la apoyan.

   Las escenas de extrema violencia desatada durante estos días de disturbios, en las que ha habido víctimas mortales entre manifestantes y policías, ha hecho pensar en escenarios anteriores de intervención de potencias occidentales en ex-repúblicas soviéticas como el caso de Ucrania.

  Lo cierto es que es todavía pronto para saber con exactitud quiénes se encuentran tras la organización de las protestas. Durante los 30 años de capitalismo desbocado en el país kazajo, con la oposición comunista y los sindicatos independientes liquidadosel movimiento obrero se encuentra descabezado, no tiene una dirección organizada y fuerte capaz de tomar el poder, aunque al parecer se está intentando crear una especie de coordinadora que elabore tablas reivindicativas.

   Que Occidente (léase EE.UU y sus países aliados) esté tratando de instrumentalizar estos conflictos laborales para desgastar a Rusia es muy posible. La injusticia social que genera el capitalismo es lo que posibilita maniobrar para desestabilizar. De hecho, a comienzos de 2022 en Kazajistán se contabilizan varios miles de ONG’s, algunas de las cuales están vinculadas a la Open Society Foundation de George Soros y al poder blando de Turquía.

   Ha habido incluso algún intento por parte de los medios occidentales de presentar a supuestos candidatos favorables a los intereses de Occidente para la presidencia de Kazajistán. Es decir, una suerte de Guaidó kazajo.

   La agencia Reuters publicó una entrevista con Mukhtar Ablyazov, banquero y ex-ministro del gobierno de Kazajistándurante la presidencia de Nazarbayev, quien ahora lidera el movimiento opositor llamado Opción Democrática de Kazajistán. Fue sentenciado en este país -aunque en ausencia- por fraude, desfalco y organizar un asesinato, logrando refugio en Francia donde todavía reside.

   En dicha entrevista, Ablayazov dijo que Occidente necesitaba entrar en el conflicto; porque, si no, “Kazajistán se convertirá en otra Bielorusia y Putin impondrá su programa -la recreación de una estructura como la Unión Soviética”. Esto, por supuesto, es una completa falacia.

   En conclusión, los actuales disturbios en Kazajistán no se pueden reducir enteramente a injerencias extranjeras. Según Sergei Kozhemyakin, doctor en Ciencias Políticas y corresponsal del periódico Pravda en Asia Central, es evidente que tanto fuerzas internas como externas [se ha hablado incluso de grupos yihadistas llegados de otros países de la región] intentan instrumentalizar la protesta y utilizarla para sus propios fines. Aunque, según Kozhemyakina Estados Unidos el gobierno actual le conviene por completo.

https://canarias-semanal.org/art/31919/el-conflicto-de-kazajistan-mucho-mas-de-lo-que-nos-cuentan
 

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