Observatorio en Comunicación y Democracia (OCD) – Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) | 27/12/2024 | América Latina y Caribe, EE.UU.
Fuentes: CLAE
Estados Unidos mantiene 6.000 bases militares en su territorio y unas 800 fuera de sus fronteras, de las cuales 76 están en América Latina y el Caribe. La intervención desmedida amenaza ecosistemas, soberanías y arrastra a la región a una imprudente confrontación con Rusia y China.
El Comando Sur de Estados Unidos es uno de los diez comandos de combate unificado del departamento de Defensa de Estados Unidos, y su jurisdicción comprende los países de América Latina, con excepción de México, que pertenece al Comando Norte , y 12 islas entre los meridianos 30° y 92° oeste. Tiene su sede en Miami, Florida,
El nuevo jefe del Comando Sur, el almirante Alvin Holsey, asumió el cargo a comienzos de noviembre con la promesa de reforzar las alianzas con América Latina y el Caribe. “Nuestros adversarios han establecido una fuerte presencia, poniendo en peligro la seguridad y la estabilidad en todo el continente americano”, alertó Holsey, en referencia a los continuos esfuerzos de Rusia y China por ganar influencia en la región.
La anterior jefa del Comando Sur, Laura Richardson, clausuró a mediados de agosto los ejercicios tácticos conjuntos Panamax24, un ejercicio bienal multinacional americano, y volvió a referirse a los graves peligros que supone la presencia china y rusa en la región, pese a que las únicas experiencias de golpes e invasiones militares sufridas fueron planificadas, impulsadas, avaladas o promovidas desde Washington.
Y habló de la creación de una fuerza multinacional “que requiere coordinación humana, técnica y de procedimientos, para llevar a cabo sus operaciones con eficacia”. Más de 1500 efectivos de las Fuerzas Armadas de EEUU, el Ejército Sur; las Fuerzas Aéreas del Sur; las Fuerzas del Cuerpo de Infantería de Marina, Sur; las Fuerzas Navales del Comando Sur; y el Comando de Operaciones Especiales, participaron en el ejercicio.
Estados Unidos mantiene 6.000 bases militares en su territorio y unas 800 fuera de sus fronteras, de las cuales 76 están en América Latina y el Caribe. La intervención desmedida amenaza ecosistemas, soberanías y arrastra a la región a una imprudente confrontación con Rusia y China.
Entre abril y junio de 2024, se reactivó la Misión Naval Southern Seas, liderada por EEUU, en la que oficiales de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, compartieron un viaje a bordo del portaviones nuclear USS George Washington, con el pretexto de una acción en favor de la «protección ambiental» y “lucha contra la criminalidad transnacional”. Su verdadera intención era otra: consolidar su control militar en la región.
En abril, el libertario presidente de Argentina, Javier Milei se reunió en Ushuaia, la ciudad más austral del mundo, con la generala Richardson, donde reafirmó su compromiso con la alianza estratégica con EEUU. en defensa de «la vida, la libertad y la propiedad privada». Y anunció la construcción de una base naval conjunta en Ushuaia, un gasto que ya incluyó Milei para el presupuesto 2025.
Uno de los casos más alarmantes del paso de la militarización estadounidense en América Latina es la Isla Gorgona, en Colombia: 61.685 hectáreas de área protegida, hogar de 381 especies de peces, 155 de aves, 35 de reptiles, siete de anfibios y 430 tipos de plantas. Este santuario natural está bajo amenaza por la construcción de una base militar estadounidense, con un muelle de 170 metros y una torre de comunicación, con innumerables riesgos potenciales para la fauna local.
En agosto, en el desierto de Atacama, 200 miembros del ejército estadounidense capacitaron a 400 militares de Chile y Argentina, en el marco de ejercicios llamados Southern Fénix 2024, donde estrenaron el sistema de cohetes M 142 Himars, prólogo de la firma de un acuerdo de 106 puntos entre los ejércitos de EEUU y Chile para la capacitación militar de parte de EEUU y ejercicios de entrenamiento bilaterales y multinacionales, como el que tuvo lugar en el desierto de Tarapacá, donde por primera vez se desplegaron los sistemas de artillería M142 Himars en América Latina.
El 14 de diciembre de 2024, el gobierno ecuatoriano del ultraderechista Daniel Noboa autorizó que Estados Unidos instale una base militar en las islas Galápagos. Este acuerdo permite la presencia de buques, submarinos y personal militar con la justificación de combatir el narcotráfico, la pesca ilegal y otras actividades ilícitas marítimas. Sin embargo, las fuerzas estadounidenses están exentas de pagar tasas administrativas y reciben inmunidades diplomáticas similares a las del personal de embajadas, lo que genera controversias legales y éticas.
A pesar de la prohibición constitucional de bases extranjeras desde 2008, el gobierno de Noboa impulsa una reforma parcial para eliminar esta restricción. La de Galápagos sustituirá a la base estadounidense en Manta, que operó entre 1999 y 2009 hasta ser cerrada por el presidente Rafael Correa. Críticos calificaron la decisión como un “servilismo colonial” que ignora los intereses nacionales y la soberanía de Ecuador
Desde Panamá se ha confirmado un gran incremento de la actividad militar de Estados Unidos en la región que está utilizando al país como base de operaciones estratégicas. La Central Nacional de Trabajadores de Panamá (CNTP) denunció públicamente la presencia de aeronaves militares estadounidenses- C-17 Globemaster III, helicópteros Sikorsky UH-60 Black Hawk y Bell UH-1h- en el aeropuerto Howard, ubicado en las afueras de la capital panameña y en el aeropuerto internacional Panamá Pacífico.
El Comando Sur sostienen que América Latina no se beneficia de los recursos que China extrae de la región y destacó la importancia de la competencia en la construcción y operación de infraestructura crítica con los países vecinos para combatir el crimen organizado. Recordó que 21 países de la región firmaron distintas iniciativas de acuerdo con China.
El objetivo central del Comando Sur para la región es el de impulsar guerras regionales (proxy) contra quienes defienden valores soberanos, con el propósito de desmembrar los vínculos de estos países con los BRICS+. En forma concomitante, es preciso fracturar o debilitar la configuración de un nuevo orden internacional autónomo del globalismo financiarista afín al injerencismo comandado por OTAN, el G7 y el FMI. Y por ello aparece como prioritaria la demonización de China, que ha superado el PBI de EEUU.
En diciembre de 2023, cinco jefes de agencias de inteligencia y la generala Richardson abordaron los retos que representa la influencia china en la gobernanza y la infraestructura de los países latinoamericanos. Para Estados Unidos, la infraestructura crítica, como los megapuertos y los sistemas de tecnología de información, necesita «ser protegida de influencias extranjeras” que podrían tener intenciones ulteriores, preservando así la autonomía y la seguridad regionales en un mundo cada vez más interconectado. Quizá no saben que para Latinoamérica, EEUU es un país extranjero.
Washington ha instado a las empresas estadounidenses a competir con China por estos contratos internacionales, destacando la importancia de participar activamente en el mercado global para asegurar inversiones y presencia en proyectos estratégicos. Otro aspecto crucial en esta discusión es la relación entre seguridad económica y seguridad nacional.
En el proyecto de presupuesto nacional destinado a financiar al Pentágono durante el año 2025–presentado en julio en el Senado–, se incluye un significativo incremento de las partidas para el Comando Sur y especialmente para la Dirección de Apoyo Técnico de la Guerra Irregular. Los senadores solicitaron un plan pormenorizado y específico por parte del Secretario de Defensa, sobre las políticas y doctrinas que aplicará el Pentágono en relación con las “operaciones subterráneas”,
Por operaciones subterráneas se entienden los rotundos fracasos militares en las operaciones armadas y las invasiones llevadas a cabo por Washington en el último medio siglo (Vietnam, Afganistán, Libia y Siria, por ejemplo). Tras la seguidilla de fracasos se ha generado una nueva doctrina castrense que combina acciones complementarias (conocidas como proxy) de bloqueos económicos, sanciones unilaterales, operaciones cognitivas y combates subsidiarios.
La preocupación no se limita únicamente a la extracción de recursos, sino que se extiende a la seguridad cibernética y la protección de datos. América Latina, como otras regiones, fue y es blanco de ataques cibernéticos, incluyendo ransomware, que debilitaron las redes de información críticas.
Según la analista del Comando Sur, Julieta Pelcastre, el presidente chino Xi Jinping es el «responsable de socavar las democracias en Latinoamérica». Según los informes difundidos por el portal del Comando Sur, “China busca transformar la información de la región para favorecer su cosmovisión y, en última instancia, socavar los principios democráticos.” Para el Comando Sur, los servidores informáticos del lejano Oriente cumplen con el designio de liderar la vigilancia masiva y la censura de contenidos.
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