Cuando las élites de la UE y la OTAN llaman al rearme y la guerra, se hace imprescindible recuperar las iniciativas de oportunidad para la paz.
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La Conferencia Internacional por la Paz que se celebrará en Bruselas coincidiendo con la cumbre de la OTAN, la contracumbre organizada en la Haya y las iniciativas que realizará la Conferencia Internacional por la Paz en España, son una oportunidad para, desde distintas experiencias y propuestas de las organizaciones políticas y sociales, contribuir en la construcción de una alternativa a la seguridad militarizada.
La historia europea ha sido escenario de las guerras más sangrientas de la humanidad, de violencias bárbaras que asolaron a millones de europeas y europeas. Todos los intentos de promover escenarios que evitasen el uso de la guerra para dirimir conflictos, para iniciar periodos de oportunidad para la paz, fueron ahogados y eliminados por las armas. Pero esos intentos se produjeron y debemos analizarlos para extraer experiencias que pueden ser muy útiles ante la actual «fiebre del rearme» y los llamamientos «a prepararse para la guerra».
Analizar «los Periodos de Oportunidad para la Paz, POP» en diferentes escenarios históricos de los siglos XX y XXI puede ser útil para aproximarse a las posibles claves que determinan o provocan que acuerdos tomados para garantizar la paz y el desarme desemboquen en su incumplimiento y en conflictos o guerras:
En distintos periodos de la historia europea se produjeron alternativas para avanzar en acuerdos que garantizasen la paz sobre la base de condicionantes económicos, políticos, sociales, institucionales, culturales y discursivos. Esos condicionantes que pretendían garantizar una seguridad compartida fueron eliminados a partir de políticas de rearme que derivaron en conflictos, guerra y destrucción. Analicemos los distintos intentos históricos para promover esos periodos de paz:
—El pacto de Briand-Kellogg, firmado en 1928 por el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Aristide Briand, y el secretario de Estado de los Estados Unidos, Frank B. Kellogg, suscrito por quince Estados, se comprometían a no usar la guerra como mecanismo para la solución de controversias internacionales. En su artículo 2 establecía que «Las Altas Partes Contratantes reconocen que el arreglo o la solución de todas las controversias o conflictos, cualquiera sea su naturaleza u origen, que pudieran surgir entre ellos, no deberá jamás buscarse sino por medios pacíficos». Ese pacto, que se considera el inspirador del artículo 2.4 de la Carta de las Naciones Unidas que determina la prohibición del uso de la fuerza, no pudo evitar el inicio de la II Guerra Mundial.
—La Carta del Atlántico, suscrita por el presidente Roosevelt y el primer ministro Churchill en 1941, con un programa que garantizaba en su punto tres el derecho que tienen todos los países a escoger la forma de gobierno bajo la cual quieren vivir, y una paz para proporcionar a todos los hombres de todos los países una existencia libre, sin miedo ni pobreza.
—La Carta de las Naciones Unidas de 1945, que proclamaba en su preámbulo de forma solemne la prohibición de la guerra, que puede considerarse el principio constitutivo de la juridicidad del nuevo ordenamiento internacional. Ambas Cartas no evitaron el inicio de la «guerra fría» y los conflictos armados que se sucedieron en todos los continentes.
—El acta final de Helsinki de 1975 de la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa, rubricada en plena Guerra Fría por los bloques antagónicos del Este y Oeste sancionaba, entre otros puntos, la abstención de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza, el arreglo de las controversias por medios pacíficos, el respeto de los derechos inherentes a la soberanía o la inviolabilidad de las fronteras.
—La Carta de Paris de 1990, también de la Conferencia de Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) y en las siguientes declaraciones de la Organización de Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), se reiteraron los compromisos adquiridos en Helsinki, reafirmando el compromiso de arreglar las controversias por medios pacíficos, con mecanismos para la prevención y la solución de conflictos entre los Estados participantes, la apuesta por una Seguridad Integral Europea y el fomento del control de armas y el desarme. Ni el acta final de Helsinki ni la Carta de París evitaron la desintegración violenta de Yugoslavia y las guerras consiguientes hasta la actual guerra de Ucrania y los irresueltos conflictos del Sáhara Occidental y Palestina.
—Los acuerdos de Oslo de 1993, por el que las autoridades de Israel y la Autoridad Nacional Palestina se comprometían en un plazo de cinco años a alcanzar un acuerdo permanente sobre la base del reconocimiento mutuo. El fracaso de ese acuerdo, por el incumplimiento del Estado de Israel, ha precipitado un recrudecimiento de la violencia con las acciones terroristas de Hamas y el cerco y destrucción de la Franja de Gaza por parte del ejército israelí.
¿Qué tienen en común los Periodos de Oportunidad para la Paz señalados?
—La renuncia al uso de la fuerza para resolver las controversias o los conflictos (Pacto Briand-Kellog, art.2, 1928, Carta de NN.UU. capítulo VI,1945, Helsinki,1975 p.3, Carta de París, 1990, p.3).
—El derecho de los pueblos a elegir la forma de gobierno bajo el que quieren vivir (Carta del Atlántico, punto 3, 1941, Carta de las NN.UU. art.1.2, 1945, Helsinki capítulo I, 1975, Carta de Paris 1990, p.3).
—El derecho inherente a la soberanía y la inviolabilidad de las fronteras (Helsinki, capítulo III, 1975, Carta de París, asunción de los diez principios de Helsinki, 1990, Carta de las NN.UU. art.2.4. 1945).
—El fomento de la cooperación y el desarme (Helsinki, 1975, p.12, Carta de París(1990), p.3. Carta de las NN.UU. art.26, 1945).
—El respeto a los derechos humanos y de las libertades fundamentales (Carta de las NN.UU., art. 1.3, 1945, Helsinki, 1975, p.5 Carta de París, 1990 p.1).
—Asegurar a todos las mejoras de las condiciones de trabajo, el progreso económico y la protección social (Carta del Atlántico, punto 5, 1941, Carta de las NN.UU. preámbulo, 1945, Helsinki, capítulo IX, 1975, Carta de París, 1990, p.2).
—Cooperación y confianza mutuas entre los Estados (Carta de las NN.UU. art.1.3 1945, Helsinki capítulo IX, 1975, Carta de París, 1990, p.3).
—El ejercicio del poder político, económico y cultural, no como forma de dominio de unos Estados sobre otros Estados.
Los Periodos de Oportunidad para la Paz se han frustrado y derivado en conflictos cuando el discurso del poder se ha realizado con la voluntad de dominar determinados espacios regionales desde el punto de vista económico, político y cultural. Ese discurso de dominio es, entre otras razones, el responsable del naufragio de las Oportunidades para la Paz.
Y es ahora, en una coyuntura donde las élites de la Unión Europea y de la OTAN llaman al rearme y a prepararnos para la guerra, cuando se hace imprescindible recuperar las iniciativas de oportunidad para la paz antes descritas, para construir, con todas las organizaciones políticas, sociales, confesionales, culturales y los movimientos feministas y pacifistas contrarias al rearme y a la guerra, una Alternativa de Seguridad Compartida, Humana y Desmilitarizada.
La Alianza Atlántica se reunirá los días 24 y 25 de junio en la Haya para sancionar las políticas de rearme, ya no del 2% del PIB, sino hasta el 5%, tal y como ha propuesto el secretario de estado estadounidense Marco Rubio. Según el Instituto Internacional para la Paz de Estocolmo (SIPRI), en 2023, los 31 miembros de la OTAN gastaron 1,34 billones de dólares, lo que equivale al 55% del gasto militar mundial[1]. Sorprende la extraordinaria desproporción respecto a la ayuda al desarrollo. La OCDE estimaba que en 2023 los países donantes a la ayuda oficial al desarrollo (AOD) destinaron 223.300 millones de dólares, el 0,37% de la renta nacional bruta[2]. De los 32 países miembros de la OTAN, 22 pertenecen al Comité de Ayuda al Desarrollo y se caracterizan, al contrario que en la OTAN, por escatimar o incluso reducir el compromiso de dedicar el 0,7% del PIB a la ayuda al desarrollo.
La Conferencia Internacional por la Paz que se celebrará en Bruselas coincidiendo con la cumbre de la OTAN, la contracumbre organizada en la Haya y las iniciativas que realizará la Conferencia Internacional por la Paz en España, son una oportunidad para, desde distintas experiencias y propuestas de las organizaciones políticas y sociales, contribuir en la construcción de una alternativa a la seguridad militarizada.
Notas:
[1] https://www.sipri.org/sites/default/files/Milex%20Press%20Release%20ESP.pdf
[2] https://focus2030.org/Ligero-aumento-de-la-Ayuda-Oficial-para-el-Desarrollo-en-2023