CLAUDIO KATZ: COMPRENDER A LA DERECHA PARA DERROTARLA

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«Aunque esta ultraderecha no reproduce el fascismo clásico, comparte con él elementos clave»

La actual oleada ultraderechista – escribe el economista argentino Claudio Katz – expande el autoritarismo reaccionario e incluye rasgos de fascistización. Involucra a los enemigos principales y no a los adversarios corrientes de la izquierda. Trump encabeza ese lote, con agresiones que amoldan la acción militar a la confrontación económica y exigen la total subordinación de América Latina. Hay que combinar la lucha callejera y electoral, gestando alternativas globales a la Internacional derechista y promoviendo programas contrapuestos. Con audacia y decisión se puede triunfar.

       Dada la extensión del artículo original de Claudio Katz, se ha procedido a realizar un resumen para facilitar su lectura y comprensión.

     No obstante, invitamos a los lectores interesados en explorar el contenido completo a disfrutar de la lectura de este interesante  artículo. Podrán acceder a todos los detalles y análisis directamente desde el enlace proporcionado al final de esta misma página. 

Por CLAUDIO KATZ PARA CANARIAS-SEMANAL.ORG.-

    La oleada ultraderechista contemporánea, caracterizada como autoritarismo reaccionario, se erige como una amenaza global que busca sofocar las conquistas democráticas, criminalizar las protestas populares y someter a los opositores mediante políticas represivas y discursos de odio. Figuras como Donald Trump y Javier Milei lideran este movimiento, el cual, aunque no reproduce exactamente el fascismo clásico del siglo XX, sí exhibe claros indicios de fascistización en sus métodos y objetivos.

El autoritarismo de Trump y Milei

      Donald Trump representa un claro ejemplo de esta deriva autoritaria. Durante su mandato y en su plan futuro, denominado “Proyecto 2025”, propone concentrar el poder políticoreforzar el control sobre las instituciones clave y priorizar los intereses de las élites económicas estadounidenses.

     Su regreso a la Casa Blanca, de materializarse, contará con un control consolidado sobre el Senado, la Corte Suprema y el Partido Republicano, lo que facilitará su agenda reaccionaria. Además, ha demostrado su capacidad para movilizar a masas ultraderechistas, como ocurrió durante la toma del Capitolio, y para utilizar el sistema judicial como herramienta de intimidación y control.

     En Argentina, Javier Milei, en un contexto de inestabilidad emocional y política evidente, avanza con un programa tiránico que incluye gobernar por decretosometer a la Justicia y maniobrar el Congreso a su favor mediante alianzas oportunistas. Su narrativa exalta una visión nostálgica de principios del siglo XX, un período que benefició a la oligarquía pero consolidó el subdesarrollo para las mayorías.

     Milei presenta así una agenda regresiva que amenaza con desmantelar los logros democráticos y sociales alcanzados en las últimas décadas.

     Ambos líderes comparten una visión profundamente regresiva y autoritaria, que justifica sus acciones bajo ideales nacionalistas y un supuesto retorno a épocas “doradas” que benefician a las élites, pero que excluyen y reprimen a las mayorías.

     Mientras Trump promete «hacer América grande otra vez»Milei exalta un pasado oligárquico en Argentina, caracterizado por la desigualdad estructural y la explotación económica.

Fascistización y violencia

       Aunque esta ultraderecha no reproduce el fascismo clásico, comparte con él elementos clave, como la exaltación de liderazgos autoritarios, el uso de discursos que fomentan la violencia y la creación de enemigos internos. En Estados Unidos, bandas paramilitares y milicias de extrema derecha han ejecutado atentados, mientras que en ArgentinaMilei fomenta una violencia simbólica y física contra sus detractores.

      Estas acciones no surgen espontáneamente: cuentan con el respaldo financiero de grandes sectores capitalistas que ven en la ultraderecha una oportunidad para consolidar su dominio, al tiempo que justifican su ideología con lemas reaccionarios como “Dios, patria y familia”.

     La fascistización no se limita a actos violentos; también incluye el uso de narrativas de odio que deshumanizan a los opositores políticos y fomentan divisiones sociales. Estas estrategias no solo buscan el control político inmediato, sino también la creación de un clima de miedo que desmovilice a la sociedad civil y debilite las resistencias populares.

La influencia internacional

      Trump y Milei rinden tributo a líderes internacionales que encarnan políticas represivas y autoritarias, como Benjamin Netanyahu, quien ha perpetuado un genocidio en Gaza mediante bombardeos masivos y estrategias basadas en inteligencia artificial.

     Netanyahu se convierte así en un referente de la ultraderecha global que no duda en emplear métodos extremos para lograr sus objetivos. Además, la colaboración entre líderes ultraderechistas como Le Pen, Meloni, Modi, Bolsonaro y Orban refuerza una suerte de  internacional reaccionaria. Esta red actúa de manera coordinada, promoviendo agendas de odio, militarización y subordinación económica en sus respectivas regiones.

     La creciente conexión entre estos líderes refleja una estrategia global para consolidar el poder ultraderechista. Reuniones como la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) y encuentros bilaterales fortalecen una agenda común que ataca derechos humanosfomenta la militarización y promueve el autoritarismo bajo el disfraz de proteger la soberanía nacional.

Confusiones y amenazas

      Algunos análisis tienden a minimizar el peligro de la ultraderecha al asimilarla con otras corrientes políticas conservadoras. Sin embargo, esta perspectiva ignora la amenaza única que representa esta oleada reaccionaria, cuyo objetivo es desmantelar por completo las conquistas democráticas y sociales.

     Asimismo, ciertos sectores progresistas han idealizado el proteccionismo de Trump como una alternativa al globalismo neoliberal, sin advertir que su nacionalismo imperialista es igualmente regresivo y está diseñado para beneficiar exclusivamente a las élites económicas de su país. Estas confusiones dificultan una estrategia eficaz para enfrentar esta amenaza.

    La izquierda debe tener en cuenta las diferencias entre adversarios tradicionales y enemigos principales, evitando errores del pasado, como equiparar fuerzas que buscan aniquilar derechos democráticos con aquellas que simplemente representan intereses capitalistas convencionales.

     La falta de claridad en estas distinciones puede socavar la resistencia y facilitar el avance de la ultraderecha.

América Latina como objetivo

     La región latinoamericana es un objetivo prioritario para las políticas imperialistas de Trump, quien busca consolidar el dominio estadounidense mediante la apropiación de recursos naturales y el debilitamiento de los gobiernos progresistas. Su agenda incluye sanciones, presiones golpistas y el rediseño de tratados comerciales para favorecer a las élites estadounidenses.

     Milei, como aliado estratégico, actúa como un brazo ejecutor de esta política en el Cono Sur, defendiendo un neoliberalismo extremo que agrava las desigualdades sociales y desmantela los derechos laborales y económicos de la población.

    Trump no oculta su desprecio por América Latina, a la que considera un «patio trasero» de Estados Unidos. Durante su anterior mandato, implementó medidas proteccionistas contra México y otros países de la región, al tiempo que fomentó desestabilización política en naciones como Venezuela, Bolivia y Cuba. Su regreso al poder reforzará estas tendencias, mientras Milei, desde Argentina, desempeñará un papel clave en la promoción de esta agenda reaccionaria.

    La relación entre Milei y Trump no es casual, sino parte de una estrategia más amplia para consolidar el dominio político y económico de la ultraderecha en América Latina. Desde la promoción de golpes de Estado hasta el debilitamiento de organismos regionales como UNASUR y CELAC, esta agenda busca neutralizar cualquier esfuerzo de integración soberana en la región.

Resistencias y alternativas

     A pesar del avance de la ultraderecha, las fuerzas progresistas han logrado resistir en varios escenarios. Ejemplos como la derrota de Le Pen en Francia, el fracaso de intentos golpistas en Brasil y Bolivia, y la recuperación económica de Venezuela demuestran que es posible frenar esta oleada reaccionaria. Estas victorias se lograron combinando movilización popular, alianzas estratégicas y programas progresistas que contrarrestaron las narrativas de la derecha.

     La clave para enfrentar esta amenaza radica en articular una estrategia integral que combine lucha callejera, confrontación electoral y una agenda política clara. Es imprescindible construir una organización ideológica y política capaz de disputar espacios de poder a la ultraderecha y de movilizar a amplios sectores sociales en torno a un programa alternativo de paz, igualdad y soberanía.

El rol de la izquierda

    Para enfrentar el avance ultraderechista, la izquierda debe recuperar su discurso auténtico, sin concesiones ni ambigüedades. Es necesario reivindicar los valores del marxismo y el antiimperialismo latinoamericano, utilizando herramientas ideológicas para desmontar las narrativas de odio y exclusión promovidas por figuras como Trump y Milei.

      Frente a la crisis de credibilidad de los políticos tradicionales, la claridad ideológica y la coherencia programática pueden ofrecer una alternativa sólida al creciente descontento social.

      El combate contra la ultraderecha no solo implica resistir sus políticas autoritarias y represivas, sino también proponer alternativas claras que promuevan justicia social, soberanía y cooperación internacional.

    La historia reciente demuestra que es posible frenar esta amenaza mediante una combinación de movilización, organización y un enfoque ideológico claro. La batalla no está perdida, pero requiere una respuesta audaz, decidida y colectiva.

PARA LEER EL ARTÍCULO EN SU INTEGRIDAD PINCHE AQUÍ.

https://canarias-semanal.org/art/36254/claudio-katz

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