BRUSELAS ADVIERTE; ¡NINGÚN LÍDER EUROPEO EN EL DESFILE DE LA VICTORIA DE MOSCÚ!

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¿Por qué la UE quiere impedir que otros países conmemoren el 9 de mayo en Moscú?

La Unión Europea ha prohibido a sus aliados asistir a la celebración del Día de la Victoria en Moscú. Pero detrás de esta censura diplomática, se libra una guerra por el control de la memoria histórica y la soberanía política de los pueblos.

REDACCIÓN CANARIAS SEMANAL.ORG

       La conmemoración del 9 de mayo en Moscú, día en que Rusia celebra el aniversario de la victoria sobre la Alemania nazi, ha sido transformada en una suerte de nuevo frente de confrontación interimperialista entre  Occidente y Oriente. 

    Este 2025, cuando se cumplen 80 años de aquel acontecimiento, la Unión Europea ha advertido a sus miembros y países candidatos que eviten participar en los actos programados por el Kremlin. 

    Las palabras de Kaja Kallas, alta representante de la UE para política exterior, no han dejado lugar a dudas: cualquier gesto hacia Moscú será interpretado como una traición al consenso occidental.

     Sin embargo, mientras Bruselas alza su dedo acusador, en Moscú se prepara un evento de gran magnitud simbólica. Líderes de países de Asia, América Latina y África —como Xi Jinping, Lula da Silva, Díaz-Canel, Nicolás Maduro, Ibrahim Traoré o Aleksandar Vucic— ya han confirmado su presencia.  

 “NI LA UE NI LA OTAN PUEDEN REESCRIBIR LA MEMORIA DE LA CLASE OBRERA QUE DERROTÓ AL NAZISMO.”

      Los símbolos no son meras representaciones, sino vehículos materiales de ideología. ¿Qué revela entonces esta disputa en torno al 9 de mayo? La fecha, llamada en Rusia “Día de la Victoria”, conmemora el sacrificio de más de 27 millones de ciudadanos soviéticos, muchos de ellos obreros y campesinos, en la lucha contra el fascismo. No se trata, como a menudo insinúa la narrativa occidental, de una glorificación del militarismo ruso, sino de un homenaje al pueblo trabajador que sostuvo la victoria aliada con su sangre y sus fábricas.

     Reducir esta efeméride a una herramienta de propaganda de Putin – aunque en líder ruso las pueda estar tratando de utilizar  en beneficio de su propio interés – es desconocer deliberadamente la historia. La Unión Soviética fue el principal artífice de la derrota del nazismo. Negar la legitimidad de esta conmemoración equivale a reescribir el pasado para ajustarlo a los intereses geoestratégicos de la OTAN.

“RECORDAR A LOS CAÍDOS DEL PUEBLO SOVIÉTICO NO ES UNA OPCIÓN POLÍTICA, ES UN DEBER HISTÓRICO.”

    A ello se suma la hipocresía evidente de la UE, que en nombre de la democracia intente imponer directrices sobre qué recordar, cómo y con quién. El mensaje es claro: «o estás con nosotros, o eres cómplice del enemigo«. 

    Esta lógica maniquea, que condena a gobiernos enteros por el solo hecho de negarse a romper sus simpatías históricas, ignora las complejidades de las relaciones internacionales y, sobre todo, los intereses soberanos de pueblos sometidos al dominio imperial.

     En este sentido, la asistencia de líderes del Sur Global al evento tiene un profundo contenido político. No es solo un acto de memoria, sino también una expresión de autonomía frente al chantaje diplomático. 

    Como expresara  Lula da Silva, “no podemos permitir que los conflictos actuales borren la memoria de los que dieron su vida para detener al fascismo”.

“NO LO HAGO POR PUTIN, LO HAGO POR MI PADRE Y SUS COMPAÑEROS DE FÁBRICA.”

     No obstante, desde una perspectiva crítica, también es necesario señalar que el Kremlin instrumentaliza esta fecha para reforzar su narrativa interna y justificar su actual política militar en Ucrania. Pero si bien es legítimo cuestionar este uso político, eso no puede servir de excusa para criminalizar la memoria histórica del pueblo soviético. De hecho, entre los invitados a Moscú no solo hay mandatarios, sino también familiares de combatientes de la Segunda Guerra Mundial y veteranos que acuden cada año a la “marcha del Regimiento Inmortal”, portando retratos de sus seres queridos muertos en combate.

     Uno de esos testimonios es el de Tatiana Petrovna, hija de un trabajador metalúrgico de Leningrado fallecido durante el sitio nazi. 

      «Cada 9 de mayo salgo con la foto de mi padre. No lo hago por Putin, lo hago por él, por sus compañeros de fábrica, por el pueblo que resistió sin rendirse. No quiero que nadie me diga que no puedo hacerlo», declaró en una entrevista recogida por el medio Argumenty i Fakty.

     La realidad es que, en un mundo cada vez más dividido entre bloques, el 9 de mayo se ha convertido en una nueva trinchera simbólica. Para algunos, es un acto de propaganda; para otros, una reafirmación de su historia, su dignidad y su independencia. Lo que no puede hacerse —al menos sin caer en la arrogancia neocolonial— es dictar desde Bruselas o Washington cómo deben recordar los pueblos sus victorias, sus tragedias o sus héroes.

FUENTES DE LA NOTICIA CONSULTADAS 

https://canarias-semanal.org/art/37539/bruselas-advierte-ningun-lider-europeo-en-el-desfile-de-la-victoria-en-moscu

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