BOLIVIA EN LA «CUERDA FLOJA»: EL «MAS» DIVIDIDO Y LA DERECHA AL ACECHO

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¿Fin del ciclo progresista en Bolivia? el enfrentamiento entre Evo y Arce abre lapuerta a la derecha. “Sin Evo no hay elecciones”, gritan en las calles; desde el gobierno denuncian maniobras desestabilizadoras y amenazas de «golpe blando».

La fractura del MAS, la grave crisis económica y la creciente presión internacional sitúan a Bolivia en una encrucijada crítica. A pocas semanas de las elecciones, el país se debate entre la recomposición del proceso transformador o el retorno de un proyecto neoliberal. La desestabilización interna y externa amenaza la soberanía y la democracia.

 POR VICTORIA MARTÍNEZ PARA CANARIAS SEMANAL.ORG

      Bolivia se encuentra sumida en una crisis política y social de alta intensidad que amenaza con desestabilizar no solo al actual gobierno, sino al propio proyecto histórico del “Proceso de Cambio”. La división del Movimiento Al Socialismo (MAS), el deterioro económico y la creciente presión geopolítica configuran un escenario explosivo a solo unas pocas semanas de las elecciones presidenciales del 17 de agosto.

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      Lo que en apariencia parece una pugna entre dos figuras —el presidente Luis Arce y el expresidente Evo Morales— es, en realidad, una fractura ideológica profunda. Es el resultado de contradicciones acumuladas entre una línea estatalista e institucionalista, y otra populista, basada en movimientos sociales y liderazgos carismáticos. No es solo una lucha de nombres, sino de estrategias, de clases sociales, y de concepción de poder.

 

    El MAS, fracturado: entre la institucionalidad y la movilización

     La ruptura en el seno del MAS ha tomado forma de confrontación abierta. Morales, inhabilitado constitucionalmente en 2023 por el Tribunal Constitucional, insiste en su derecho a postularse. Arce, por su parte, ha renunciado a la reelección y designado como candidato a Eduardo del Castillo, actual ministro de Gobierno. Pero las encuestas son lapidarias: del Castillo apenas alcanza el 3 % de intención de voto.

“La estrategia ya no es con tanques, sino con jueces, medios y mercados.”

    Mientras tanto, Andrónico Rodríguez —una figura puente entre ambos sectores— ha sido autorizado por el Tribunal Electoral para postularse, con el respaldo del aparato estatal. Pero su candidatura, aún sin consolidar, apenas logra captar parte del electorado desencantado.

     En paralelo, los cocaleros del Chapare y las bases evistas han salido a bloquear carreteras, bajo la consigna “Sin Evo no hay elecciones”. Las movilizaciones, lejos de ser marginales, paralizan regiones enteras, agravan la escasez de combustibles y ponen en jaque la capacidad del Estado para sostener la estabilidad.

  Testimonios encontrados desde el corazón del conflicto

     Desde el entorno de Morales, se defiende su figura como la única capaz de aglutinar al pueblo.

“Nos traicionaron desde dentro. Solo Evo representa al pueblo y por eso quieren eliminarlo”, afirma un militante evista desde Cochabamba.

  Morales, por su parte, acusa a Arce de haber pactado con la derecha para impedir su retorno.

     Del otro lado, dirigentes del oficialismo denuncian que Morales está intentando desestabilizar al gobierno mediante bloqueos y llamados velados a la insubordinación. En los medios oficialistas circulan grabaciones de supuestos audios que lo vincularían con planes desestabilizadores.

    “El problema no es Evo ni Arce —explica una dirigente campesina crítica con ambos—. El problema es que se están peleando por el poder mientras el pueblo está sin gas, sin empleo y con miedo”.

Una economía al borde del colapso

      El conflicto político no ocurre en el vacío. Bolivia atraviesa una situación económica alarmante: inflación del 15 %, escasez de productos básicosfuga de divisas, caída de las reservas internacionales y desabastecimiento generalizado. La paralización de rutas profundiza la crisis. En algunas regiones del altiplano, el precio de los combustibles se ha triplicado.

     En este contexto, las campañas de rumores y desinformación en redes sociales actúan como catalizadores del pánico. Las colas en las gasolineras, los mercados desprovistos y el alza de precios generan un malestar popular que la oposición ha sabido capitalizar.

    Samuel Doria Medina y Jorge “Tuto” Quiroga lideran las encuestas con el 19 % y 18 %, respectivamente, presentando un programa de ajuste, privatización y apertura al capital extranjero.

   «Cerrar empresas públicas y eliminar subsidios será el primer paso para afrontar la crisis”, ha declarado Doria Medina. Un discurso que hace eco en sectores de clase media, desesperados por una salida inmediata al caos.

El litio como botín geopolítico

      Pero no todo se explica en términos domésticos. Bolivia posee algunas de las mayores reservas de litio del planeta, recurso estratégico para la transición energética global. En los últimos años, el gobierno de Arce ha firmado acuerdos con consorcios chinos y rusos para su industrialización. Estos convenios han sido cuestionados por comunidades indígenas, que denuncian la falta de consulta previa.

      La pugna por el litio no es ajena a la crisis. Desde sectores del MAS se denuncia que potencias extranjeras —particularmente Estados Unidos— buscan desestabilizar al país para frenar el avance de acuerdos soberanos sobre sus recursos. En esta lógica se inscribe la tesis de que Bolivia está siendo blanco de una “guerra híbrida”: presión económica, sabotaje político, manipulación judicial y desestabilización militar sin necesidad de intervención armada directa.

Golpes blandos y operaciones encubiertas

     El intento de golpe militar del 26 de junio de 2024, liderado por el general Juan José Zúñiga, marcó un punto de inflexión. Aunque sofocado rápidamente, evidenció una fractura peligrosa dentro de las Fuerzas Armadas. Las declaraciones posteriores de Zúñiga desde la cárcel, llamando a nuevos alzamientos, no han hecho sino aumentar la tensión.

     A este hecho se suman las campañas mediáticas contra el gobierno, la judicialización de líderes evistas y la difusión de noticias falsas diseñadas para erosionar la legitimidad del Ejecutivo. Las acusaciones cruzadas entre facciones del MAS son utilizadas hábilmente por los sectores conservadores para presentar al gobierno como “incapaz” de gobernar.

      La estrategia no es nueva: ya ha sido aplicada en Brasil contra Dilma Rousseff, en Paraguay contra Fernando Lugo, y en Honduras contra Manuel Zelaya. Golpes sin tanques, pero con jueces, medios y mercados como instrumentos.

Elecciones decisivas: ¿restauración o recomposición?

      Con este panorama, las elecciones del 17 de agosto se presentan como una cita decisiva. Si el MAS no recompone su unidad, el triunfo de la derecha será casi inevitable. Pero incluso si logra resistir electoralmente, la erosión de su legitimidad puede dejarlo sin capacidad de maniobra.

     Más allá del resultado, está en juego el modelo de paísBolivia puede retroceder hacia un esquema neoliberal y extractivista subordinado a intereses extranjeros, o reinventar su proceso transformador en clave democrática, plural y soberana. Para ello, será necesario recuperar la confianza popular, restablecer la cohesión interna y enfrentar la guerra ideológica que se libra en todos los frentes.

    El Proceso de Cambio, en su estado actual, ya no puede sostenerse por la mera apelación a pasados heroicos. Si quiere sobrevivir —y más aún, si quiere avanzar— tendrá que rehacerse desde las bases. De lo contrario, la historia de las derrotas latinoamericanas volverá a repetirse con precisión quirúrgica.

https://canarias-semanal.org/art/37279/bolivia-en-la-cuerda-floja-el-mas-dividido-y-la-derecha-al-acecho

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