¿Se puede imaginar el lector la razón por la que los presidentes de EEUU solo logran – en el mejor de los casos- ser coherentes cuando ya han abandonado el gobierno?
Según el ex presidente de EE.UU. Bill Clinton, Netanyahu ha conseguido cohesionar su base conservadora, silenciar críticas y fortalecer su liderazgo en Israel gracias a la guerra en Gaza, donde han muerto más de 55.000 personas. ¿Una clarividencia presidencial tardia?
Por FEDERICO MENDOZA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-
Uno no acaba de tener muy claro cuáles pueden ser las misteriosas razones por las que los presidentes estadounidenses son sólo capaces de expresar ideas coherentes, cuando ya han abandonado el Ejecutivo de su país.
Decimos esto porque, hace un año, en junio de 2024, en una entrevista en The Daily Show, el expresidente estadounidense Bill Clinton afirmó que el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu estaba tratando de buscar un conflicto con Irán con un objetivo político explícito de mantenerse «eternamente» en el poder.
Según manifestó en esa ocasión el expresidente, esta estrategia de confrontación no sólo respondería a lógicas geoestratégicas, sino sobre todo a cálculos internos suyos de «supervivencia política».
NETANYAHU, IRÁN Y LA ETERNA CONMOCIÓN
Clinton explicaba en aquella ocasión que Netanyahu
«ha querido pelear con Irán porque esta forma podría permanecer en el cargo por siempre jamás. Ha estado ahí la mayor parte de los últimos 20 años»
Esta contundente aseveración se inscribe en una lógica que asocia crisis externas con reforzamientos del poder interno: desviar la atención pública de problemas domésticos mediante una narrativa de amenaza externa.
Hace unos días, un artículo del periódico madrileño El País se describía cómo el 13 de junio de 2025, Israel lanzó «Operación León Creciente», golpeando infraestructura nuclear iraní —mientras se especula sobre coordinación encubierta con Estados Unidos.
En esa misma línea, otra nota señalaba que esta guerra tiene también efectos de distracción frente a las críticas por la guerra en Gaza, donde han muerto más de 55.000 personas; “el paralelismo con la prolongada guerra en Líbano en los años 80” es evidente.
DINÁMICAS DE PODER Y CÁLCULOS POLÍTICOS
Desde un enfoque estructural, esta concatenación entre confrontación exterior y dominación interna no es nueva. En tiempos pasados, diferentes tipos de regímenes dictatoriales, han aplicado el mismo patrón: generar amenazas externas ayuda a consolidar el aparato represivo básico. En el caso de Netanyahu ha conseguido cohesionar su base conservadora, silenciar críticas y fortalecer su liderazgo mientras teme perder control en situaciones de incertidumbre política.
Un ejemplo histórico: en la década de 1970, dictaduras militares como la argentina o la pinochetista chilena. utilizaban «guerras sucias» contra opositores internos, bajo el discurso de la “amenaza comunista”, tratando de reforzar de esta manera a sus regímenes autoritarios.
En el caso de Israel, la «amenaza iraní» está operando también como pretexto para prolongar una hegemonía personal.
EL LLAMADO DE CLINTON: DESESCALADA Y PRECAUCIÓN
Hace unos días, Clinton urgió a Estados Unidos a actuar «como fuerza de contención», pidiendo a Trump que desactivara la crisis y pusiera fin al «asesinato constante de civiles»
El expresidente subrayó la necesidad de proteger a los aliados sin recurrir a guerras no declaradas. Precisamente, advirtió:
“elegir guerras no declaradas, en las que las principales víctimas son civiles… no es una muy buena solución”
Su mensaje fue claro: hay intereses legítimos en seguridad, pero no a costa de la población ni como artimaña para consolidar poder…
¡Qué lástima que el presidente Clinton no dispusiera durante su mandato de la misma clarividencia que hoy parece sobrarle!
