Los Ángeles es una ciudad invadida y ocupada por la clase obrera migrante, la cual ha entregado a Estados Unidos su fuerza de trabajo durante años, contribuyendo a convertir a esta bestia imperialista en el país que es hoy. En estos días, ese proletariado ha levantado su voz y sus puños contra el Estado burgués imperialista y su actual representante, el reaccionario Donald Trump, quien ahora los expulsa tratándolos de criminales.
Ante las redadas realizadas por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) en varios barrios de la ciudad, el pasado viernes 6 de junio, la gente salió a las calles en movilizaciones pacíficas, las cuales se han extendido a otras ciudades como Nueva York, Chicago y Atlanta. En el corazón de Los Ángeles, la lucha ha escalado: Trump tomó la decisión de enviar tropas del Ejército, lo cual, lejos de apaciguar la situación, ha intensificado la rabia y la indignación de los trabajadores migrantes.
Los agentes de ICE llegan a detener a los migrantes con sus rostros cubiertos con capuchas, en patrullas sin señalización, todo esto porque la cuota diaria que impuso Trump es alta y la deben cumplir al costo que sea: 3000 detenidos diarios desde el pasado 21 de mayo. Su política de terror incluye deportar a 12 millones de indocumentados, más otros 2,5 millones aproximadamente de extranjeros que se encuentran cobijados en distintos programas desde el gobierno de Biden pero que aún no cuentan con el «estatus legal». El presupuesto destinado por el terrorista gobierno Trump para detener, arrestar y deportar ese exagerado número de personas, según el grupo de defensa de la inmigración American Immigration Council, asciende a 315.000 millones de dólares.
El domingo 8 de junio, la confrontación fue especialmente fuerte. Las banderas de los países de donde provienen sus raíces se ondearon con orgullo —especialmente la de México, aunque también hubo de otras partes del mundo—. Las fuerzas represivas del Estado atacaron, y los manifestantes respondieron. ¡Porque había que responder! Porque no se puede estar toda la vida callados y arrodillados. Lo que hace el reaccionario Trump es borrar una historia de trabajo y sufrimiento de millones de migrantes, que lo han sido porque fueron desplazados de sus países de origen por el mismo país imperialista que expolia y genera guerras. Pero, además, pretende borrar el hecho de que Estados Unidos ha sido «grande» gracias al trabajo de los migrantes.
Trump ha tomado la decisión de enviar 700 marines a Los Ángeles, lo cual constituye una declaración de guerra contra el pueblo. Esto exige de inmediato el repudio de los trabajadores en todo el mundo y la solidaridad con nuestros hermanos de clase en Estados Unidos. Ser migrante no es un delito. Ser obrero desplazado por la situación económica o por la violencia, y querer buscar mejores oportunidades en otro país, no convierte a nadie en criminal. Los verdaderos criminales son los grandes magnates imperialistas, Trump y todos los politiqueros junto con sus fuerzas militares. Son ellos quienes han asesinado pueblos, robado recursos naturales, violado mujeres y niños, quemado casas, bombardeado ciudades, separado familias y destruido miles de vidas. ¿Quiénes son, entonces, los que deben ser expulsados?
Trump está levantando pesadas piedras que caerán sobre sus pies. Su base electoral empieza a rechazar esos arrestos y deportaciones masivas porque se ven afectados al ver que sus empleados, en calidad de «ilegales» muchos de ellos, son el blanco de los agentes de ICE. Se están quedando sin esclavos asalariados que trabajan por menos del salario legal, y eso no les está gustando a los medianos y grandes propietarios de los medios de producción en Estados Unidos.
La economía estadounidense se debilita y algunos ya ven las redadas y detenciones como una cortina de humo generada por Trump. El director ejecutivo de JPMorgan Chase (JPM), Jamie Dimon, afirmó que «Creo que hay una posibilidad de que las cifras reales se deterioren pronto», al referirse al agotamiento de los estímulos fiscales y monetarios aplicados durante la pandemia, lo que deja a la economía más expuesta a una desaceleración en los próximos meses. Las encuestas muestran un deterioro en la confianza de los hogares y las empresas. La causa principal sería la creciente incertidumbre provocada por la política arancelaria del presidente Donald Trump, que ha afectado la percepción de estabilidad entre líderes empresariales.
Desde el corazón de la bestia imperialista, sus sepultureros se levantan. Ojalá, más temprano que tarde, se les una el gran ejército del proletariado, que existe en todos los rincones del mundo, y se convierta en una sola clase mundial para sepultar a sus enemigos comunes. Que se retire la venda que nos hacía creer que existen fronteras, y nos revele una verdad de a puño: que siempre fuimos los mismos, y que no habíamos podido derrotar al capitalismo porque nuestros esfuerzos estaban aislados y no pesaban en la balanza.
