¿Es la ilegalización un arma eficaz o un peligroso precedente? Los comunistas se oponen frontalmente al proyecto ilegalizador
La hipotética ilegalización de la AfD, el segundo partido más popular de Alemania, abre un debate crucial sobre cómo una democracia debe responder ante movimientos políticos que podrían amenazar sus propios principios. Hansi Quednau informa desde Alemania.
POR HANSI QUEDNAU PARA CANARIAS SEMANAL.ORG
En Alemania, el posible avance hacia la ilegalización de Alternativa para Alemania (AfD), el segundo partido más votado en las encuestas, ha encendido un acalorado debate político y social. Fundado en 2013, el partido ha logrado convertirse en una fuerza clave en el panorama político alemán, gracias a una combinación de retórica euroescéptica y políticas radicales contra la inmigración. Su crecimiento ha polarizado a la sociedad y, en los últimos meses, el Parlamento alemán discute si debe ser considerado una amenaza para la democracia.
Este tema no solo toca las bases legales y políticas de Alemania, sino que también plantea interrogantes fundamentales sobre los límites de la libertad de expresión y las posibles consecuencias de limitar la pluralidad política.
EL CONTEXTO POLÍTICO: UN SISTEMA EN PROFUNDA CRISIS
El ascenso de la AfD no puede analizarse en el vacío. Alemania, como otros países de Occidente, enfrenta un colapso de las coaliciones tradicionales. Gobiernos inestables, decisiones políticas impopulares y un descontento generalizado entre la ciudadanía han alimentado el crecimiento de opciones políticas consideradas alternativas.
Según encuestas recientes, la AfD cuenta con el 20% de la intención de voto, superada solo por otro partido, también adscrito a la derecha ultraconservadora, la Unión Demócrata Cristiana (CDU), que lidera con un 28%.
La caída del gobierno de Olaf Scholz tras las elecciones en Estados Unidos en 2024, y la inminente convocatoria de elecciones anticipadas en Alemania, ha creado un escenario de incertidumbre política. En este contexto, muchos políticos consideran que una prohibición del partido podría frenar su creciente influencia antes de los próximos comicios.
RAZONES A FAVOR DE LA ILEGALIZACIÓN
Los defensores de prohibir la AfD sostienen que su discurso y acciones representan un peligro para los valores constitucionales de Alemania. La Oficina Federal para la Protección de la Constitución ha clasificado a la AfD como un caso sospechoso de extremismo, permitiendo su vigilancia por los servicios de inteligencia. Además, informes revelaron que altos cargos del partido participaron en reuniones con grupos neonazis para planificar la deportación masiva de inmigrantes, lo que refuerza los argumentos sobre su carácter extremista.
Saskia Esken, copresidenta del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), declaró:
«La AfD es una amenaza directa para nuestra democracia. Proteger nuestros valores constitucionales podría requerir medidas tan drásticas como su prohibición.»
Desde este punto de vista, permitir que un partido con estos vínculos mantenga su presencia política podría normalizar ideologías peligrosas.
Marco Wanderwitz, diputado de la CDU, afirma que la AfD «ha cruzado todas las líneas rojas posibles», y sostiene que es necesario actuar antes de que obtenga un poder político aún mayor.
LOS RIESGOS DE LA ILEGALIZACIÓN
Sin embargo, no todos están de acuerdo con esta medida. Prohibir un partido político, especialmente uno con representación parlamentaria y millones de votantes, es una decisión de gran alcance que puede tener efectos secundarios indeseados. Para muchos, esto podría fortalecer la narrativa de victimización que utiliza la AfD, aumentando su popularidad y radicalizando aún más a sus seguidores.
Renate Künast, miembro de Los Verdes, advierte sobre esta posibilidad:
«Prohibir la AfD podría ser contraproducente. Debemos combatir sus ideas en el terreno del debate público, no en los tribunales.»
A esto se suman preocupaciones sobre el precedente que una prohibición establecería para la democracia alemana. Wolfgang Kubicki, vicepresidente del Bundestag, expresó su rechazo a esta medida:
«La ilegalización de la AfD sentaría un precedente peligroso. El fortalecimiento de nuestra democracia debe venir de ideas mejores, no de silenciar voces con las que no estamos de acuerdo.»
LOS COMUNISTAS DEL KPD CONTRA LA ILEGALIZACIÓN
El Partido Comunista de Alemania (KPD), por su parte, ha expresado su oposición radical a la ilegalización de la Alternativa para Alemania (AfD). Considera que prohibir partidos políticos, incluso aquellos con ideologías contrarias a los principios democráticos, sienta un precedente peligroso y podría ser utilizado en el futuro contra otras formaciones políticas, incluyendo las de izquierda.
Los comunistas germanos se pronuncian por combatir con ideas, las ideas de la AfD, a través de amplios debates públicos y la movilización social, en lugar de acudir al recurso de medidas legales que traten de restringir la participación política. El Partido Comunista de Alemania estima, por otra parte, que el establishment no está recogiendo ahora más que lo que ha estado sembrando a lo largo de muchas décadas,
DIE LINKE: CONTRA LA VICTIMIZACIÓN DE AFD
Por su parte, Die Linke, el partido de izquierda en Alemania, hoy en horas electoralmente bajas, se ha pronunciado en contra la ilegalización de la Alternativa para Alemania (AfD). Aunque critica enérgicamente las políticas y la retórica de la AfD, Die Linke considera que prohibir al partido no es la solución adecuada.
Argumenta que una prohibición podría fortalecer la narrativa de victimización de la AfD y aumentar su atractivo entre ciertos sectores de la población. En lugar de recurrir a medidas legales para suprimir a la AfD, Die Linke dice abogar también por combatir sus ideas a través del debate público y la movilización social, promoviendo una sociedad más inclusiva y democrática.
LA COMPLEJA VÍA LEGAL Y SOCIAL
En términos legales, la prohibición de un partido en Alemania debe pasar por un proceso riguroso. El Tribunal Constitucional, encargado de tomar la decisión final, exige pruebas claras y contundentes de que el partido amenaza el orden democrático. Históricamente, este tribunal ha sido reticente a ilegalizar partidos políticos; desde la Segunda Guerra Mundial, solo dos organizaciones han sido prohibidas, una de ellas fue el Partido Comunista de Alemania
Más allá de lo legal, el debate también tiene un componente social. Manifestaciones masivas contra la ultraderecha, como las vistas a principios de 2024, reflejan una sociedad polarizada. Mientras algunos consideran a la AfD un vehículo legítimo de sus frustraciones, otros ven en su ascenso un peligroso retroceso hacia el nacionalismo extremo.
¿DEFENSA DE LA DEMOCRACIA O RIESGO DE PERSECUCIÓN POLÍTICA?
La posibilidad de ilegalizar la AfD pone sobre la mesa una pregunta crucial: ¿cómo puede una democracia protegerse de quienes buscan socavarla, sin comprometer sus propios principios?
Prohibir a un partido político -se reflexiona-, conlleva riesgos evidentes. Podría erosionar la confianza en las instituciones democráticas, especialmente entre quienes votan por la AfD como protesta contra el sistema tradicional. Además, no garantiza la eliminación de las ideas extremistas que defiende el partido; estas podrían encontrar otros canales para manifestarse, tal vez de forma aún más radical.
La discusión sobre la ilegalización de la AfD refleja las tensiones inherentes a cualquier democracia: el equilibrio entre protegerse de las amenazas internas y garantizar la libertad política. Mientras los defensores de la prohibición ven en esta medida una necesidad para salvaguardar los valores democráticos, sus detractores advierten sobre los peligros de utilizar herramientas legales para silenciar la disidencia política.
El futuro de esta decisión, que podría tomar años en resolverse, marcará un hito en la historia política de Alemania. Lo que está en juego no es solo el destino de un partido, sino el propio modelo democrático alemán y la capacidad de este para lidiar con el auge de movimientos políticos inusitados, en un contexto de crisis global.