Por Odalís G. Pérez
Especial para Quisqueyaseralibre.com
Una calle convertida en camino. Santo Domingo. Se observan casas como estatuas
gigantescas. Las casas parecen moverse. Parecen testigos oculares. Tiresias, el
ciego errante busca entre las casas-estatuas alguna puerta. De pronto, las casas-
estatuas empiezan a abrir sus puertas. Cada puerta emite, al abrirse, un sonido seco
y violento. Como si fuera un golpe hacia afuera. Se escuchan voces desde adentro.
Tiresias, el errante levanta su cabeza hacia lo alto. Levanta sus manos. Se detiene.
Escucha atentamente unas voces que vienen desde adentro de las casas-
estatuas.(Pausa). Se escucha ahora un sonido de cristales rotos generalizado. De
pronto queda todo como paralizado.
Tiresias, el errante
¿Han visto? Han escuchado?
Voz anónima
Sí. Es el resultado de la condena.
Tiresias, el errante
Fue un mal negocio aquello del contrato. Dios y el diablo siempre se han peleado.
Lo mismo que esa gente. Mire sus casas. Mire lo que lanzan a las calles.
Voz anónima
Son sus demonios. Sus quejas. Sus guerras personales. Sus ruidos. Están
condenados a hacer esto… todos los días. Tiran sus conciencias a la calle, pero se
quedan solos.
Tiresias, el errante
Son cuerpos solitarios, vacíos… Ah, perra vida! Maldita suerte!
Voz anónima
Es su legado. Su tiempo. Su raíz. Solo el murmullo, los gritos y acusaciones… Ese
es su producto.
Tiresias, el errante
Les hablo cada día, pero no me escuchan y en lugar de contestarme… me tiran la
basura y luego la puerta en mi misma cara.
Voz anónima
Se pudren cada día. Se acusan cada día… Cada día matan su costumbre de
cambiar. Desafían la bondad y se acercan a la maldad.
Tiresias, el errante
No sé cómo entrar a esas casas-estatuas. Porque son cuerpos cerrados. Cárceles
humanas.
Voz anónima
Así es, Tiresias… Así ha sido… no quieren cambiar la vida. Parecen huellas que
deja el tiempo; la historia misma de este país…(Como si pensara en eco)…Yo los
conozco. He sido parte de ellos. Yo también soporto sus mentiras, verdades,
sueños… Yo lo aguanto todo de día, de noche, de madrugada, al levantarme. Tú
también, viejo Tiresias. Eres víctima de su poder maligno.
Tiresias, el errante
(Como pensando)
…Me acerco cada vez a sus puertas y me asombro cuando escucho sus portazos,
escarnios y condenas… Pues… a mí también me acusan de sus desgracias.
“¡Vete!” ¡Aléjate de mí, viejo verde! Eso escucho… cada vez que cruzo frente a
ellos.
Voz anónima
Casas-cuerpos, voces degradadas por las malas costumbres. Es lo cotidiano. Hay
un rechazo a la moral y al buen comportamiento… Tú lo sabes, Tiresias… tus
mensajes de esperanza, son escuchados, pero no practicados por ellos. Y ellos son
la mayoría egoísta, malvada, podrida de males, avariciosa, agresiva, indolente,
envidiosa, “malapalabrosa”, viciosa…
Tiresias, el errante
(interrumpiéndola)
Pero no los puedo abandonar. Algún día tendrán que cambiar. Yo no dejaré de
hablarles. Es cierto que son… Pero hay que ayudarlos y llevarlos al punto de
finalidad: deben abrir sus corazones al bien, quitarse las máscaras, dar otros
ejemplos. Compartir la esperanza… Eso que yo les llevo a las puertas de sus casas
que son sus propios cuerpos, voces, oídos y que en algún momento van a
desaparecer si ellos no cambian.
Pausa
Se escuchan voces, discusiones que van en ascenso. Ruido de peleas, gritos,
objetos rotos. Las casas, cuerpos-estatuas se mueven y algunos chocan entre ellos.
Tiresias, el errante camina hacia ellos alertando, diciendo sus mensajes. Mientras
el conflicto entre cuerpos-estatuas crece, se agudiza. Tiresias… los pretende
apaciguar con sus voces y señales defensivas.
Tiresias, el errante
¡Razón! ¡Cordura! ¡Ayuda! ¡Deténganse! ¡Vayan hacia la luz de la esperanza!
Quítense las máscaras. ¡Desamárrense! ¡Están atados! ¡Rompan esas cadenas del
presente! Abandonen ese camino! (Se detiene y los observa, intentando detenerlos
mientras vuelven como muñecos a sus lugares y cierran lentamente sus puertas.
Bocinas y sirenas empiezan a escucharse. Chasquidos y ruidos de objetos se
escuchan repetidamente).
Voz anónima
Esto es un infierno, donde lo que nos persigue es la obsesión de vivir en el caos, el
golpe físico y moral… Tus palabras no serán en vano. Créeme, viejo Tiresias. En
este camino que es también una “Ciudad doliente” hay vidas desperdiciadas que se
quieren salvar, también. No pares ni tengas miedo. Sé que no le temes ni a ellos ni
a las autoridades de papel y cartón que descontrolan esta ciudad-momia, ciudad-
cuerpo o ciudad-estatua. Ellos pensarán, en su momento las palabras que tú lanzas
contra las experiencias malsanas de esta vida perra…
Tiresias
(Como si quisiera impulsarse y volar; caerle como espíritu a esos condenados):
Ellos crecerán
en algún momento.
Cobrarán su vuelo para el combate
por una siembra de vida mejor, amiga voz.
Tienes que tener esperanza tú también.
Tienes que bailar y cantar otro himno,
otra palabra para la libertad, para otros pasos…
otras rutas… de presente y de futuro…
Todo lo que hemos visto hasta ahora va aclarándose más. Van subiendo las voces
de la casa-estatua y las casas-cuerpos. Desde algunos lugares empiezan a prenderse
focos de luz que se disparan hacia Tiresias, el errante y hacia los cuerpos-casas.
Mientras la voz anónima se convierte en una voz coral grave y pesada que va
creciendo, diciendo un mensaje que se oye desde la lejanía. Todo se cubre de luz
casi cegadora. Música coral que choca con la luz que arropa el lugar de la acción.
Escenario abierto. Dos segundos. Oscurece de pronto.