Voces y ecos
RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
Especial para Quisqueyaseralibre.com
Un iluso, como yo, pudo creer que a esta fecha ciertos líderes
políticos se habrían disculpado con el presidente de la República
por las actitudes que asumieron frente a la propuesta de reforma
constitucional. El rechazo irracional al proyecto incluyó
afirmaciones insidiosas y atentatorias contra el buen nombre de
Luis Abinader.
La nueva Constitución es un hecho irreversible desde el domingo
27 de octubre, a las 10:55 de la mañana. En ninguna parte
contiene algún arreglo que abra las vías al actual mandatario de
repostularse otra vez. Al contrario, la Constitución de Abinader
expresa que este no podrá postularse jamás a la presidencia ni la
vicepresidencia de la República.
Desde el domingo pasado, se ha esperado que los líderes que
atribuyeron propósitos malsanos a la reforma digan, por lo
menos: “Admito que me equivoqué”. Si se respetaran y
otorgaran valor a su palabra, ya se hubieran disculpado, pero no
lo harán, pues faltan entereza y sinceridad, y de paso, sobra en
ellos autovaloración.
“Ahora tienen que creer en mi palabra”, dijo de ellos el
presidente Abinader en el acto solemne de proclamación de la
Constitución por parte de la Asamblea Nacional. La sociedad
sensata ha recibido con beneplácito la reforma constitucional.
Los diarios editorializaron elogiosamente, sobre todo por el
respiro que significa el fin del continuismo antojadizo.
Los líderes de la antirreforma pudieron haber dicho, y todavía es
tiempo para decirlo: “Nos equivocamos con este hombre, nunca
pensamos que en República Dominicana habría un presidente
capaz de modificar la Constitución para cerrarse la posibilidad de
volver al poder”. Rectificar es propio de sabios, de gente
sensata.
El presidente del Senado y de la Asamblea Nacional, Ricardo de
los Santos, lo proclamó son sobrado entusiasmo: “A partir de
ahora, escuchen bien, ningún presidente podrá cambiar las
reglas del juego para perpetuarse en el poder”. Es lo que han
hecho la mayoría de los gobernantes que promovieron reformas
a la Carta Magna.
Una muestra: de las cuatro reformas aprobadas en el presente
siglo, tres fueron movidas por el interés del gobernante de turno
(Mejía, Fernández, Medina) de conseguir otra oportunidad de
gobernar. Pese a los vaticinios de los falsos profetas, con la
reforma de 2024 serán controladas las ansias de poder de
quienes gobiernen.
El artículo 278, añadido a la Constitución, establece que “Ningún
funcionario de elección popular podrá beneficiarse de una
reforma constitucional durante su mandato cuando ésta verse
sobre las reglas de postulación elección y permanencia en el
cargo”. Líderes de la antirreforma, es tiempo de disculparse.
Háganlo ahora.