Crecer siendo “distinto” es difícil y doloroso. Saberse en una piel malentendida, vista desde el prejuicio y la discriminación, se convierte en una lucha por sobrevivir en un sistema que se regodea cuando hiere a otros por el simple hecho de existir.
Cansados de ser perseguidos, denigrados y rechazados, muchos salen a reclamar sus derechos cada 28 de junio en el “Día Internacional del Orgullo LGTBIQ+”, una jornada que recuerda la redada policial que tuvo lugar en el pub Stonewall Inn, en Nueva York, Estados Unidos, en 1969.
Hoy, en el 2025, es muy necesario poner el dedo en esa llaga: con un mundo involucionando y revirtiendo conquistas alcanzadas, en los últimos tres años se han hecho 90 reformas legales en distintos países que han recortado derechos esenciales para la comunidad LGTBIQ+.
A eso se suma que la homosexualidad aún es ilegal en 62 países, mientras el matrimonio igualitario solo está reconocido oficialmente en 38, como resalta la firma LLYC en Signs of Pride, una campaña que busca rescatar las pancartas de las luchas del pasado. Tristemente hay que retroceder y volver a gritar: la estigmatización no puede ponerse otra vez de moda. Ha llegado la hora de llenar, nuevamente, las calles de color. Rechacemos la oscuridad de un closet que mata.