No es un soplo la vida

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Voces y ecos

RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
Especial para Quisqueyaseralibre.com

El 29 de septiembre de 2019, en una sesión del Ateneo Insular realizada en
el Centro de Espiritualidad San Juan de la Cruz, en La Vega, me correspondió
ponderar el libro de poemas “No es un soplo la vida”, de Daniel Beltré López,
con el cual este autor, experimentado abogado y dirigente político, se da a
conocer como creador literario.
Hace unos días, Beltré recibió el Premio Anual de Poesía Salomé Ureña, que
otorga el Estado a través del Ministerio de Cultura. Este galardón me llena de
satisfacción por la justeza que encierra premiar un libro de esta dimensión.
“No es un soplo la vida”, con 187 páginas en formato 8 por 11, es un
volumen en el que hasta el colofón incluye poesía: “Este amor / se terminó
de imprimir /poco antes de la agonía del invierno”.
“Este amor” ha escrito el poeta a contrapelo de la fórmula tradicional y
lógica “Este libro se terminó de imprimir”, porque los 111 poemas
integrados a este conjunto tienen el amor como componente activo, es un
amor múltiple. En este libro –o este amor- resuena la voz vigorosa del
hombre que palpa y condena las desigualdades sociales, pero también la se
aprecia, con delicadeza de rocío, la terneza del amor erótico y del amor
familiar en poemas a los hijos, a la maestra, a gente común que no sabe
escribir una carta.
Beltré encuentra en el poema de amor un motivo de reflexión social, de
lucubraciones filosóficas, de recorridos por reminiscencias infantiles. La
infancia del poeta, en la séptima década del siglo XX, en el barrio capitaleño
de Villa Duarte ha aportado sustanciales elementos a estas composiciones:

“Yo perdí cuando niño un espejito,/ soldaditos de juguete, un fusil de palo,/ y
de palo perdí un bate un seis de enero / que ocultando la falta de los Reyes/
en mi casa me obsequiaron”. (De lo perdido, p. 65)
Lo cierto es que Beltré compone sus versos con palabras tan comunes como:
capuchino, chichigua, tirapiedras, besos, florecitas, jardincito, colibrí,
madera, hombre, magia, burro, serpiente. Cierto también que este autor
puede usar la lengua culta, lenguaje de la poesía, aunque parezca que me
contradigo, con voces de uso cotidiano, reflejo fiel de la vida, con nuestras
carencias y nuestras riquezas, y la gente con sus afanes y hasta logra poesía
parafraseando usos idiomáticos del menor nivel. Es como si la poesía de
Beltré estuviera hecha de la sustancia de la que está hecha la vida: amor,
dolor, nostalgias, sueños.

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