La sonrisa plena del presidente de la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco, y algunas diputadas mientras entregaban una resolución al director del INABIE (Víctor Castro) instando a llevar kits de higiene menstrual a las escuelas públicas fue un golpe a la moral: ellos, felices, nos recordaron que vivimos una pantomima.
El lunes pasado, por ejemplo, el presidente Luis Abinader destacó que vivimos un máximo histórico de empleos y un aumento de la formalidad laboral a 46.6%, a lo que se suma que el año pasado el PIB creció un 5.0%, la tasa más alta de América Latina; y la inflación interanual fue de un 3.35%, que es la menor tasa de inflación anual en los últimos seis años.
Esa bonanza y robustez de la economía contrasta con la situación de las niñas y adolescentes que no pueden ir a la escuela por una “simple” toalla sanitaria.
Que la Cámara de Diputados busque mecanismos para evitarlo es una salida para las familias que enfrentan la pobreza menstrual pero, al mismo tiempo, habla de las grandes brechas que enfrentan nuestras niñas, adolescentes y jóvenes: su cuerpo es un enemigo por falta de dinero.
Ayer era el Día de la Higiene Menstrual, una jornada para transformar el debate sobre la salud menstrual. Aquí hablamos poco de ello. Ojalá ahora comencemos.