
Repentinamente, los medios de comunicación mundiales parecen haber descubierto que la Bundeswehr «ha sido intensamente penetrada» por los grupos neonazis y de la extrema derecha germana. Sin embargo, según constata nuestro colaborador Manuel Medina, este hecho no constituye en absoluto una novedad. Está históricamente probado que el Ejército ocupante norteamericano,, después de la derrota alemana, no sólo promocionó la inserción en el Ejército y en los Servicios de inteligencia alemana de altos ex oficiales de la Gestapo, sino que además los convirtió en sus principales colaboradores en la lucha en contra de sus nuevos enemigos: la Unión Soviética y los comunistas de la Alemania Oriental.
POR MANUEL MEDINA (*) PARA CANARIAS SEMANAL
Según escribía hace unos pocos días la corresponsal del periódico estadounidense «New York Times» en Alemania, Katrin Bennhold, cuando los alemanes apenas habÍan salido de su confinamiento antipandemia el pasado mes de mayo, un comando policial se detuvo frente a una propiedad rural, cuyo propietario era un sargento mayor de las Fuerzas Especiales del Ejército. O sea, nada menos que la unidad militar más entrenada , secreta y poderosa del país.
El comando policial tenía órdenes expresas del gobierno alemán de proceder al registro e investigación de la propiedad del sargento mayor, sobre el que el Ejecutivo tenía fundadas sospechas de su pertenencia y militancia activa en grupos neonazis secretamente organizados.
Al proceder al registro, la policía alemana encontró enterrados en el jardín del sargento mayor -conocido también en el ámbito de la clandestinidad neonazi con el sobrenombre de «ovejita«-, dos kilos de explosivos plásticos, tipo PENT, un detonador, un fusible, un AK-47, un silenciador, dos cuchillos, una ballesta y miles de municiones, muchas de las cuales habían sido robadas al Ejército.
Eso en cuanto se refiere al «material físico». Pero en sus pesquisas la policía alemana encontró, igualmente, una gran cantidad de ediciones de revistas destinadas a es miembros de las famosamente tenebrosas Waffen SS, así como toda de clase de «recuerdos» del Régimen político hitleriano que provocó la mayor catástrofe bélica de la historia de la Humanidad.
La Comisionada del Parlamento alemán, Eva Högl, reconoció, sin proporcionar muchos detalles, que la «ovejita tenía un plan”, y que el sargento mayor no era el único que había participado en el mismo.
Según escribe la periodista del New York Times, durante los últimos años los políticos y los jefes de seguridad germanos «habían rechazado la noción de cualquier infiltración de extrema derecha en los servicios de seguridad y cuando se descubrió a alguno de estos neonazis los calificaron como “casos individuales”. Nada más incierto, pues aunque sus representantes proporcionaran esa versión a la opinión pública, los servicios de seguridad alemanes, -los de ahora y los de antes-, eran perfectamente conscientes de su intensa y profusa penetración por de los viejos agentes de la Gestapo.
Sin embargo, no sólo el alto staff de la seguridad alemana mentía. La propia corresponsal del periódico norteamericano omitió igualmente -¿por inexplicable desconocimiento?- que durante décadas las autoridades del Ejército estadounidense en la Alemania ocupada nutrieron y promocionaron la inserción de antiguos miembros del Partido Nacional Socialista germano y de sus Servicios de Inteligencia en la nueva estructura de seguridad de la Alemania de la posguerra. Ese hecho, no obstante, fue deliberadamente ocultado durante años a la opinión pública mundial. Sólo la investigación periodística y de los profesionales de la historia logró romper ese cerco de silencio y abrir los archivos secretos de los aliados occidentales.
Y es que durante los años de la posguerra mundial para el ciudadano de a pie europeo hubiera resultado incomprensible y, por tanto, inaceptable después de una guerra que provocó 25 millones de muertos, que un buen número de responsables de las masacres en los campos de concentración nazis fueran aupados a puestos de máxima importancia en los Servicios de la nueva Inteligencia alemana. Pero así fue, y la documentación al respecto resultará elocuente, muy elocuente, para todos aquellos que deseen consultarla.
Eva Högl, la corresponsal del New York Times, ha descrito los últimos sucesos de la infiltración nazi en el Ejército alemán y en sus Servicios de Inteligencia, como si ésta se hubiera empezado a producir anteayer. La corresponsal del periódico norteamericano escribe que «ahora el problema se ha profundizado con el surgimiento del partido «Alternativa por Alemania», que utilizó la llegada de más de un millón de inmigrantes en 2015 para generar una sensación de crisis inminente».
La realidad histórica, en cambio, testimonia algo bien diferente. El Ejército ocupante estadounidense hizo todo cuanto estuvo en su mano para colocar a la «vieja guardia» del derrotado Régimen fascista en puestos de suma responsabilidad en la estructura de la Inteligencia y del Ejército del sector occidental de la Alemania ocupada. La razón que motivó a los norteamericanos resultaba obvia: sus enemigos ya habían dejado de ser los nazis. Ahora eran la Unión Soviética y los comunistas del Este. Por este motivo el gobierno del presidente estadounidense Harry Truman convirtió a quienes el pueblo norteamericano había estado combatiendo hacía pocos meses, en sus principales aliados en una Europa que se había inclinado peligrosamente hacia la izquierda De aquellos lodos, pues, vienen los actuales barros. No hay que engañarse al respecto.
SON LOS NIETOS DE QUIENES ARRASARON MEDIO MUNDO
Al respecto, el corresponsal de la emisora uruguaya «Radio Centenario», Jorge López Ave, informaba hace unos días desde Europa que en el ámbito castrense germano se estaba observando una tensa «inquietud«, pues al tirar del hilo de la «ovejita» del sargento mayor, se habían descubierto los múltiples ovillos de una intrincada trama neonazi, con entrecruzadas ramificaciones en toda la estructura interna del Ejército alemán. Según López Ave, como era previsible, no se trataba, ni mucho menos, de los casos aislados de un par de locos nostálgicos del III Reich hitleriano, sino que las investigaciones al respecto han terminado conduciendo al descubrimiento de que las organizaciones neonazis alemanas venían penetrando y utilizando al Ejército alemán como «un auténtico granero» para su propio reclutamiento. Lo que no acabamos de tener claros cuáles han sido los motivos reales que han provocado este tardío «descubrimiento». Posiblemente, próximos eventos en la política alemana nos proporcionarán algunas pistas acerca de este retraso que ha tardado más de 70 años.
Según consigna el mismo corresponsal de «Radio Centenario», la policía alemana destapó la implicación de cientos de soldados comprometidos con la trama de las organizaciones ultraderechistas. Simultáneamente se han producido ya algunas destituciones en la estructura de las Fuerzas Armadas. La verdad es que el tema resulta particularmente preocupante, porque los soldados implicados no son una panda de jóvenes ajenos al último dramático tramo de la historia alemana, sino que quienes integraban el entramado ultraderechista son los nietos de aquellos quienes, entre 1939 y 1945, arrasaron a Europa y al mundo.
(*) MANUEL MEDINA ES PROFESOR DE HISTORIA
https://canarias-semanal.org/art/28153/los-origenes-de-la-penetracion-nazi-en-el-actual-ejercito-aleman