Cuando un país está roto resulta muy difícil escribir. Encontrar las palabras precisas para hablar (sin lastimar) puede ser un poco complejo, así que iniciaré estas líneas disculpándome de antemano. Ponerse en el lugar de quienes han perdido a sus seres queridos es muy doloroso pero lo es aún más estar en su piel.
La madrugada del martes 8 de abril será recordada como la jornada más nefasta en la historia del entretenimiento. Cientos de personas, entre ellas nuestro amadísimo Rubby Pérez, se fueron de golpe mientras disfrutaban de la música y la vida.
Hoy toca pensar en sus familias, ante todo -muchas perdieron a varios miembros-, y en el consuelo que necesitarán para poder continuar después de este duro golpe. Seamos un faro de luz, acompañemos a quienes sufren, y después pensemos en responsabilidades y demás. Este es el momento de ayudar a sanar.
La tragedia también nos debe llevar a reflexionar, una vez más, sobre la fragilidad de la vida. Aunque muchas otras veces hemos sido sacudidos, con el tiempo olvidamos esa importante lección: nos podemos ir en cualquier momento, así que debemos aprovechar cada instante, viviendo para ser felices y cumplir nuestros sueños. Dejar algo para mañana es absurdo porque… ¿si no llega? Paz al alma de los que se han ido; consuelo a las familias.