Tan solo imaginar la preocupación que deben sentir los usuarios y prestadores de los servicios de motoconcho y delivery, así como los propietarios de motocicletas (el 56.5% del parque vehicular en el país), me estruja el corazón: ¿Cómo decirles que el Instituto Nacional de Tránsito Terrestre (INTRANT) está estudiando la posibilidad de impedirles circular desde las 10:00 de la noche hasta las 6 de la mañana?
La propuesta puede ser muy sensata para quien vive en una torre o una casona en el perímetro central del Distrito Nacional pero atenta contra los que subsisten en lejanos y/o intrincados barrios, donde solo se llegan en un motor. ¿Los encerrarán en casa o los obligarán a caminar largos trayectos y, por tanto, harán sus recorridos más complicados e inseguros?
¿Cómo irán/regresarán del trabajo quienes cogen/manejan un motor de madrugada? ¿Cómo Milton Morrison dice que no hay razones para andar en un motor de noche o de madrugada? ¿Se le olvidó que hay 3,281,018 motocicletas registradas ante la Dirección General de Impuestos Internos y 81 mil miembros en la Federación Nacional de Motoconchistas? ¿Y qué pasará con los negocios y empleados que dan servicio a domicilio y los que los necesitan? Proponer desde la abundancia, sin pensar en las consecuencias, es una torpeza.