La teoría de la revolución de Lenin contra la teoría de Trotski de la “revolución permanente” (Harpal Brar) (I)

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La teoría de la revolución:

la teoría de la revolución de Lenin contra la teoría de Trotski de la “revolución permanente”.

Harpal Brar

 

Sin teoría revolucionaria, no puede haber movimiento revolucionario.

Lenin, ¿Qué hacer?

(…) sólo un partido guiado por una teoría de vanguardia es capaz de cumplir el papel de combatiente de vanguardia.

Lenin, ¿Qué hacer?

(…)la práctica es ciega si la teoría revolucionaría no alumbra su camino.

Stalin, Los fundamentos del leninismo.

 

Las diferencias entre los bolcheviques, los mencheviques y Trotski sobre el carácter de la revolución rusa

La posición de los mencheviques acerca del carácter de la revolución rusa

Los mencheviques (los socialistas reformistas) pretendían que la revolución que se vislumbraba en Rusia sería una revolución burguesa y que, dada su naturaleza democrático-burguesa, debía estar dirigida por la burguesía liberal. El proletariado no debía establecer relaciones estrechas con el campesinado, sino con la burguesía liberal. La táctica del proletariado debía consistir en ayudar a la burguesía liberal a hacerse con el poder del Estado. El proletariado no debía asumir la dirección de la revolución, pues un despliegue vigoroso de celo revolucionario por parte del proletariado podría espantar a la burguesía liberal y obligarla a refugiarse en los brazos de la autocracia. El proletariado tampoco podría participar en ningún gobierno provisional, porque significaría una repetición del error cometido por los socialistas franceses que se sumaron al gobierno burgués. Al contrario, el proletariado debía ejercer presiones desde el exterior con el fin de forzar a la burguesía liberal a llevar a término la revolución democrático-burguesa.

En resumen, los mencheviques pretendían que el proletariado jugara un papel subsidiario, el papel de apéndice de la burguesía liberal. No debía desempeñar una función predominante y no debía establecer relaciones estrechas con el campesinado, porque esto “incitaría a las clases burguesas a desviarse de la revolución y a reducir su alcance”.

La posición leninista bolchevique

Por su parte, los bolcheviques, los socialistas revolucionarios, pretendían que, a pesar del carácter democrático-burgués de la revolución inminente, era primeramente el proletariado quien más interesado estaba en su victoria total, porque la victoria de esta revolución le permitiría organizarse, desarrollarse políticamente y adquirir experiencia en la dirección política de las masas trabajadoras, y, con ello, pasar del estadio de la revolución burguesa al de la revolución socialista. El proletariado estaba más interesado en la victoria total de la revolución democrático-burguesa que la burguesía, pues “la revolución burguesa es, en cierto sentido, más ventajosa para el proletariado que para la burguesía”[1]. Por consiguiente, el proletariado debía asumir la dirección de la revolución.

Pero el proletariado en solitario no podía efectuar con éxito su tarea consistente en dirigir la revolución democrático-burguesa, y realizarla, sin la asistencia y la participación activa de un aliado digno de confianza[2]. Este aliado digno de confianza, según los bolcheviques, no podía ser otro que el campesinado. Los campesinos estaban interesados en el éxito de la revolución, ya que sólo un acontecimiento así podía conducir al campesinado a ajustar cuentas con la clase de los terratenientes y tomar posesión de sus tierras.

Lenin habló sobre el papel del campesinado ruso -el papel que le había sido asignado por su posición de clase en la revolución que se preparaba- con los siguientes términos:

El campesinado se compone de una masa de elementos semi-proletarios al lado de sus elementos pequeñoburgueses. Esto lo vuelve inestable, a él también, y obliga al proletariado a agruparse en un partido de clase estrictamente definido. Pero la inestabilidad del campesinado difiere radicalmente de la inestabilidad de la burguesía, porque, en la actualidad, el campesinado está menos interesado en la conservación absoluta de la propiedad privada que en la confiscación de las tierras señoriales, una de las formas principales de esta propiedad. Sin que esto lo convierta en socialista, sin dejar de ser pequeñoburgués, el campesinado es capaz de convertirse en un partidario decidido, y uno de los más radicales, de la revolución democrática. Lo será inevitablemente sólo si el curso de los acontecimientos revolucionarios que lo están educando no se ve interrumpido demasiado pronto por la traición de la burguesía y la derrota del proletariado. Con esta condición, el campesinado se convertirá inevitablemente en el baluarte de la revolución y de la República, puesto que sólo una revolución enteramente victoriosa podrá darle todo en el campo de las reformas agrarias, todo lo que el campesinado desea, aquello con lo que sueña, lo que le es verdaderamente necesario (…).[3]

Además, los bolcheviques pretendían que la burguesía liberal debía ser neutralizada, porque, sin apartar a esta clase desleal e inestable, no podría llevarse a término una revolución democrático-burguesa bajo la dirección del proletariado. Refiriéndose a la objeción de los mencheviques según la cual la táctica bolchevique “incitaría a las clases burguesas a desviarse de la revolución y, con ello, a reducir su alcance” y rechazando estas objeciones como una “táctica de traición a la revolución” y como una “táctica que transformaría al proletariado en un triste apéndice de las clases burguesas”, Lenin escribía:

Quien comprenda verdaderamente el papel del campesinado en la revolución rusa victoriosa jamás dirá que la envergadura de la revolución disminuirá cuando la burguesía se haya apartado de ella. Pues el verdadero auge de la revolución rusa no comenzará realmente, la revolución no alcanzará realmente la mayor envergadura posible en el marco de un movimiento democrático-burgués, más que cuando la burguesía se haya apartado de ella y que la masa campesina, marchando junto al proletariado, asuma un papel revolucionario activo. Para llevarla hasta el final de manera consecuente, nuestra revolución democrática debe apoyarse en fuerzas capaces de paralizar la inconsecuencia inevitable de la burguesía (es decir, capaces justamente de “obligarla a desviarse” (…)).[4]

Según los bolcheviques, la victoria decisiva sobre el zarismo tendría como resultado la instauración de un gobierno provisional que consistiría en una dictadura revolucionaria del proletariado y del campesinado. La función de tal gobierno sería asegurar una victoria decisiva sobre el zarismo, aplastar por la fuerza la resistencia de la autocracia, neutralizar la inestabilidad de la burguesía, llevar a cabo reformas agrarias y otras reformas democráticas y, por consiguiente, realizar la revolución democrático-burguesa hasta sus últimas consecuencias. Citando la famosa tesis de Marx según la cual “después de la revolución, toda organización provisional del Estado exige la dictadura, y una dictadura enérgica”[5], Lenin llegó a la conclusión de que:

La “victoria decisiva de la revolución sobre el zarismo” es la dictadura revolucionaria del proletariado y del campesinado. (…)

Y esta victoria será, precisamente, una dictadura, es decir, deberá apoyarse inevitablemente en la fuerza de las armas, en las masas armadas, en la insurrección, y no en estas o en las otras instituciones creadas “por la vía legal”, “por la vía pacífica”. Sólo puede ser una dictadura, porque la implantación de los cambios inmediata y absolutamente necesarios para el proletariado y los campesinos provocará una resistencia desesperada por parte de los terratenientes, de la gran burguesía y del zarismo Sin dictadura, será imposible aplastar esta resistencia, rechazar los intentos contrarrevolucionarios. Pero no será, naturalmente, una dictadura socialista, sino una dictadura democrática. Esta dictadura no podrá tocar (sin pasar por toda una serie de grados intermedios de desarrollo revolucionario) las bases del capitalismo.[6]

A fin de cuentas, los bolcheviques no tenían la intención de pararse en el momento en que la revolución democrático-burguesa se hubiera realizado. Consideraban que no existía ningún muro infranqueable entre la revolución democrático-burguesa y la revolución socialista. Pretendían que, en el impulso del cumplimiento de las tareas democráticas, el proletariado y las otras masas explotadas tendrían que emprender una lucha por la revolución socialista. Para los bolcheviques, la república democrático-burguesa no era un fin en sí, sino un medio que permitía alcanzar una finalidad, es decir, una república socialista: la república democrático-burguesa era una etapa necesaria e indispensable hacia una república socialista -una etapa intermedia indispensable en el desarrollo del movimiento revolucionario en su progresión inexorable hacia el establecimiento de la dictadura del proletariado. Pero eso sólo podía hacerse si el proletariado estaba al frente de todo el pueblo y particularmente del campesinado, en la fase de la revolución democrática, y al frente de todos los trabajadores y explotados en el período de lucha por el socialismo. Lenin, en su obra Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, al hablar sobre la amplitud de la revolución burguesa y de las tareas del partido proletario, resumía con brillantez la estrategia y las tácticas del partido del proletariado en el período de la revolución democrático-burguesa y, de una vez por todas, trataba con gran claridad la cuestión de la relación entre la revolución burguesa y la revolución socialista. Escribía lo siguiente:

El proletariado debe llevar a término la revolución democráticaatrayéndose a la masa de los campesinospara aplastar por la fuerza la resistencia de la autocracia y paralizar la inestabilidad de la burguesía. El proletariado debe llevar a cabo la revolución socialistaatrayéndose a la masa de los elementos semiproletarios de la poblaciónpara des trozar por la fuerza la resistencia de la burguesía y paralizar la inestabilidad de los campesinos y de la pequeña burguesía. Tales son las tareas del proletariado, que los partidarios de nueva Iskra conciben de un modo tan estrecho en todos sus razonamientos y resoluciones sobre la amplitud de la revolución.

Y, un poco más abajo:

¡A la cabeza de todo el pueblo y, en particular, de los campesinos, por la libertad total, por la revolución democrática consecuente, por la república! ¡A la cabeza de todos los trabajadores y explotados, por el socialismo! Tal debe ser, en la práctica, la política del proletariado revolucionario, ésta es la consigna de clase que debe informar y determinar la solución de todos los problemas tácticos, de todos los pasos prácticos del Partido obrero, durante la revolución.[7]

Era la teoría de la revolución ininterrumpida, la teoría de la revolución democrático-burguesa que se transforma en revolución socialista.

Continuará…

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