Las incongruencias son las reinas de la fiesta esta semana. Bailando con frenesí, como cuando se disfruta, ellas se han movido al compás de los antojos. Y nosotros, que las sufrimos, nos quejamos pero somos como el eco que se pierde en el viento.
Después de hablar de mucha austeridad y de vendernos la necesidad de una reforma fiscal para cubrir los entuertos que dejó el pasado Gobierno, nos quedamos de piedra al descubrir que los palos solo son malos cuando los da el de antaño.
Es incomprensible, por ejemplo, el gasto de RD$400 millones en manejar la imagen del Gobierno y el presidente Luis Abinader, así como hacer planes de comunicación, de crisis y de manejo de medios y de pauta de publicidad, cosas que se hacían en el Palacio Nacional. ¿Lo mejor? No sabemos por cuánto tiempo es el contrato.
Igual de ilógico es nombrar al general Eduardo Alberto Then como director de la Policía en momentos en que se habla de reformarla. ¿Acaso olvida el presidente Luis Abinader que ha sido reiteradamente acusado de violentarle los derechos a policías y ciudadanos? ¿Será que la primera dama se confesó con lo de la macana?
Donde la botaron de verdad fue con lo de la vacuna: es necesaria en todas partes menos para rezar. Ojalá que los feligreses no se vayan en masa al más allá.
