Voces y ecos
RAFAEL PERALTA ROMERO
rafaelperaltar@gmail.com
Especial para Quisqueyaseralibre.com
Boruga (Felipe Polanco, para fines legales) está celebrando
setenta años de vida y cincuenta al servicio del arte en el
renglón del humor. Hacer reír a los demás resulta una tarea
difícil que a la vez me parece meritoria. No estoy
proponiendo que sea condecorado, pero si el Gobierno me
consultara, se lo recomendaría.
Sin embargo, no es eso lo que quiero destacar del veterano
humorista. Mi intención es resaltar la capacidad de
observación de la sociedad dominicana que atesora
Polanco. Él es como un sociólogo empírico. Conoce
suficientemente el comportamiento de los dominicanos de
todas las clases sociales. Lo ayuda a encarnar con
naturalidad sus personajes.
Me ha despertado mucho interés la apreciación de Boruga
sobre la incidencia entre nosotros de una frase que, no
obstante lo trivial, es responsable de múltiples desgracias.
Adversidades que incluyen muertes, lesiones, accidentes
trágicos, prisiones, conflictos conyugales y pérdidas de
empleo o amistades.
La mayoría hemos escuchado la fatídica frase o quizá la
hemos pronunciado. No es que cada vez que se diga
ocasionará una desgracia, pues no siempre las fechorías
tienen final al revés, sino que el burlador de la norma, de la
ética, de las buenas costumbres o del tránsito, por ejemplo,
puede resultar airoso en sus hazañas reprochables.
La oímos y repetimos, pero es Boruga, cual pensador
social, quien ha reflexionado sobre la frase en cuestión. Se
trata de una pregunta que al formularse evidencia el
permiso que se da quien la dice para violar la ley, vulnerar
derechos o para evadir responsabilidades. Es un timbre
distintivo de la irresponsabilidad.
Un hombre que conduce un auto entra a una calle que se
corre en dirección opuesta, alguien se lo advierte, pero el
individuo, armado de engreimiento, responde: ¿Quién dijo?
Y sigue su marcha en busca de problemas: colisión,
contravención. La menor consecuencia será que otro
conductor, en pleno derecho, y más indecente, le vocee
tres improperios.
Eso está prohibido. ¿Quién dijo? Eso es ajeno. ¿Quién
dijo? Cuidado, esa mujer es casada. ¿Quién dijo? Es
Boruga quien ha observado el alto contenido de
impertinencia de esta expresión y cuenta historias que han
ocurrido y pueden ocurrir debido a las actitudes de quienes
se amparan en el referido dicho para actuar como chivo sin
ley.
Felipe Polanco Delgado no hace encuestas ni análisis
situacionales, pero escudriña a los dominicanos y por eso
conoce a perfección nuestra idiosincrasia. A partir de ese
conocimiento produce acciones de humor, de buen humor.
La frase comentada me parece lo mejor de la filosofía de
Boruga.