
Amy Goodman y Denis Moynihan
El pasado mes de febrero, Sha’ban al-Dalou, estudiante de la Universidad Al-Azhar de Gaza, hizo un llamamiento en línea al mundo:
“Hola desde la tienda donde vivimos. Soy Sha’ban Ahmad, tengo 19 años y estudio ingeniería de software. En esta brutal guerra de hambre, nos han desplazado cinco veces hasta ahora. Ahora estamos en el Hospital de los Mártires de Al-Aqsa, en el centro de Gaza, Deir al Balah. Cuido de mi familia, ya que soy el mayor. Tengo dos hermanas y dos hermanos pequeños, y a mis padres”.
Durante más de seis meses, hasta la semana pasada, él y su familia habían estado viviendo en una tienda de campaña cerca del Hospital Al-Aqsa de Gaza. En la madrugada del lunes 14 de octubre, Israel bombardeó el abarrotado campamento improvisado, incendiando muchas tiendas de campaña. La tienda que Sha’ban construyó con sus propias manos se convirtió en su pira funeraria. Un vídeo horrible del ataque se hizo viral, mostrando a Sha’ban, inclinado en su cama, levantando el brazo con un goteo intravenoso todavía conectado, siendo quemado vivo. Su madre también fue incinerada, y varios otros miembros de la familia sufrieron quemaduras graves. Fue sólo unos días antes del 20º cumpleaños de Sha’ban. En los días siguientes, su hermano menor Abdul Ruhman y su hermana Farah murieron a causa de sus heridas.
Su muerte no hace más que amplificar la tragedia de su anterior petición de fondos:
“Vivimos en circunstancias muy duras, sin hogar, con alimentos limitados y medicinas extremadamente limitadas, y lo único que nos separa de las gélidas temperaturas es esta tienda de campaña que construimos nosotros mismos. Hice esta campaña para empezar una nueva vida en Egipto y evacuar el lugar. Gracias”.
En el vídeo, un dron israelí sobrevuela la zona, un recordatorio constante de que ningún lugar es seguro en Gaza. Sha’ban, Abdul y Farah fueron solo tres de las víctimas de Israel en lo que cada vez se describe más como un genocidio. Las estimaciones del número de muertos varían entre poco más de 42.000 y hasta 300.000 palestinos asesinados durante el asalto de un año de duración de Israel a Gaza tras el ataque sorpresa de Hamás a Israel el 7 de octubre de 2023.
Por supuesto, nada de esta violencia sería posible sin el apoyo irrestricto que Estados Unidos brinda a Israel, con armas por valor de decenas de miles de millones de dólares, cobertura diplomática y ahora con tropas sobre el terreno.
Abubaker Abed, un joven periodista de Gaza, vive cerca del lugar del ataque que mató a Sha’ban. Compartió su reacción en el programa de noticias de Democracy Now!:
“Tenemos más o menos la misma edad. Él memorizó el Corán. Yo memoricé el Corán. Él soñaba con terminar sus estudios. Yo también sueño con terminar los míos. Nuestro mensaje es muy claro desde aquí: somos hombres jóvenes que no tenemos nada que ver con esta guerra. No tenemos ninguna conexión con Hamás. Pero estamos sometidos diariamente a la violencia y la brutalidad… Siguen y siguen, y sin parar, incluso después de la noticia del asesinato del líder de Hamás. ¿Qué más debemos soportar para que esta guerra se detenga?”
B’Tselem, el grupo israelí de derechos humanos, dice que la comunidad internacional debe tomar medidas para obligar a Israel a detener su ataque, especialmente dado su último asedio al norte de Gaza, que ahora entra en su cuarta semana.
“Esto es una limpieza étnica”, dijo Sarit Michaeli, responsable de incidencia internacional de B’Tselem, en una entrevista con Democracy Now!. “Todo esto indica un objetivo claro, que es expulsar a la gente del norte de Gaza, vaciar esa zona… La semana pasada pedimos a la comunidad internacional que asuma realmente la responsabilidad de lo que está sucediendo en Gaza. Afirmamos abiertamente que no son sólo los responsables políticos israelíes los que deben rendir cuentas y afrontar las consecuencias de estos crímenes, sino también que la comunidad internacional no puede sino ser considerada cómplice si Israel sigue adelante y vacía el norte de Gaza de sus habitantes”.
Michaeli dice que el plan absolutamente horrible de Israel “incluye disposiciones que son absoluta y claramente crímenes de guerra y probablemente también podrían ser vistas como crímenes contra la humanidad”.
Si estos crímenes no fueran suficientes, Israel también está violando la ley estadounidense, utilizando armas de este país contra una población civil e impidiendo directamente que los envíos de ayuda humanitaria estadounidense lleguen a sus destinatarios previstos.
Sin embargo, la administración Biden parece no estar dispuesta a poner fin a los incesantes e ilegales ataques de Israel contra los palestinos atrapados en Gaza. El secretario de Estado, Antony Blinken, acaba de finalizar su undécimo viaje a Israel en el último año.
Blinken y el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, enviaron una carta a Israel el 13 de octubre, amenazando con que si no se aumenta la ayuda humanitaria a Gaza “en un plazo de 30 días”, podría resultar en la suspensión de los envíos de armas a Israel.
“En ninguna parte de la ley dice: ‘Démosles 30 días para ver si pueden solucionarlo’”, dijo en Democracy Now! Josh Paul, ex funcionario del Departamento de Estado que gestionó las transferencias de armas y luego renunció por la política de Biden en Gaza.
Para Sha’ban y tantos otros, es demasiado tarde. Pero para los que viven en Gaza, incluidos los que están tomados como rehenes, debe haber un alto el fuego ahora.
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