Voces y ecos
Rafael Peralta Romero
rafaelperaltar@gmail.com
Especial para Quisqueyaseralibre.com
Cuando la prensa pone la mirada en un problema social
comienza la esperanza de solución. Es tradición en
nuestro país que funcionarios incompetentes recurran a la
negación del problema, antes que aprovechar la
información que le suministra un medio de comunicación y
que puede ayudar a ese funcionario a quedar mejor.
Lo hecho por el periodista Vianco Martínez por la escuela
de El Gramazo enaltece y justifica la función de la prensa.
El Gramazo es un lugar perdido en las tierras del sur que el
valioso periodista define como “un paraíso encantado”. Allí,
el pasado jueves 20 de febrero, fue inaugurada una
escuela por la que se luchó por treinta años.
Según los reportes, El Gramazo envió cartas a los
funcionarios, habló con periodistas, realizó protestas,
exigió, reclamó y hasta suplicó esa escuela, llamada a
educar a los hijos de la montaña. Pero todo eso fue
desoído, una administración tras otra.
Hoy esa lucha se ha coronado con el éxito. La inauguración
de esa escuela es un ejemplo del buen escuchar por parte
de las autoridades. Para saber dónde está situada esa
comunidad y entender sus reclamos, hay que ver la
descripción que hace Vianco del lugar:
“El Gramazo es un paraíso encantado que vive encima de
las nubes, una tierra luminosa que lo tiene todo.
Su vestido son los ríos, las nubes, las cañadas; son las cosechas de
habichuela y los colores del rocío, las tardes de nácar y las
mañanas vestidas de ternura. Cuando sus niños sonríen, el
mundo cambia de color”.
El caserío está situado en un altiplano en el camino a
Constanza, ocupa una extensión de 3.7 kilómetros
cuadrados. Allí, un kilómetro del poblado, en un lugar
donde la brisa susurra en voz baja sus lamentos y los
caminos rotos sollozan su olvido, se aparean los ríos
Grande y Yaquecillo, que más abajo ofrendan sus aguas al
gran Yaque del Sur.
No he estado allí, pero los testimonios repletos de emoción
de Vianco me han hecho querer ese lugar: “La lluvia,
soberana de mayo a noviembre, cambia el color de los días
y deja una belleza rotunda y gris sobre los caminos y las
colinas circundantes, y la seca, reina brutal entre diciembre
y abril, pone a llorar la tierra sin derramar una lágrima,
como un niño deshidratado”.
Es obvio que, gracias a sus luchas y a la hermosa
terquedad de sus anhelos, soplan nuevos aires en la
cordillera Central: El Gramazo, el paraíso encantado de
Vianco Martínez, tiene escuela.